Ciencia

Nuevo estudio: nuestros antepasados no necesitaron migrar durante la última glaciación

Está bien establecido que por aquel entonces los humanos tenían ropa, construían viviendas y controlaban el fuego durante las frías condiciones de la última glaciación

Los humanos podrían haberse adaptado a la última glaciación de forma similar a los lobos y los osos, según revela nuestro estudio reciente. Los hallazgos ponen en entredicho teorías muy arraigadas sobre cómo y dónde vivieron nuestros antepasados durante este duro periodo glaciar.

Estudios anteriores respaldaban la opinión de la mayoría de los arqueólogos de que los humanos modernos se retiraron al sur de Europa durante el apogeo de la última glaciación y se expandieron durante el posterior aumento de las temperaturas globales. Pero nuestro estudio es el primero que utiliza datos genéticos para demostrar que al menos algunos humanos permanecieron en Europa central, a pesar de que nuestra especie evolucionó en el clima mucho más cálido de África.

Si bien los científicos saben desde el siglo XIX que la distribución de animales y plantas en el mundo puede fluctuar con el clima, ante la crisis climática urge más que nunca comprender estas fluctuaciones.

Las poblaciones de una misma especie que viven en lugares distintos suelen tener una genética diferente entre sí. Y resulta que el cambio climático altera la distribución de estas poblaciones de especies genéticamente distintas.

Los estudios en este campo, en su mayoría centrados en especies individuales de animales o plantas, han demostrado que muchas especies, incluida la humana, ampliaron sus áreas de distribución geográfica desde el apogeo de la última glaciación, hace aproximadamente 20.000 años. En esa época, las capas de hielo europeas llegaban hasta Dinamarca y el sur de Gales. Europa era fría pero no estaba cubierta de hielo en su mayor parte, probablemente como Alaska o Siberia en la actualidad.

El nuevo estudio de nuestro equipo, dirigido por Oxala García-Rodríguez, de la Universidad de Bournemouth, adoptó un enfoque diferente y revisó la historia genética de 23 mamíferos comunes en Europa. Además de los humanos, entre ellos había roedores como el topillo campesino y la ardilla roja, insectívoros como la musaraña y el erizo, ungulados como el ciervo rojo y el jabalí, y carnívoros como el oso pardo y la comadreja.

Retirados a refugios

¿Dónde se encuentra actualmente la mayor diversidad en toda Europa? Fue una de las principales preguntas que nos planteamos. La respuesta era importante porque es probable que las zonas de alta variación genética sean las zonas ocupadas de manera más prolongada.

Estas zonas, conocidas como refugios, son lugares a los que las especies se retiraron para sobrevivir durante periodos en los que las condiciones ambientales eran desfavorables en otros lugares. En el caso de los mamíferos estudiados, estos refugios eran probablemente las zonas más cálidas o los lugares donde a los animales les resultaba más fácil encontrar alimento. Y habrían estado ocupados al menos desde el apogeo de la última glaciación.

Los patrones genéticos que hemos hallado incluyen casos en los que algunos mamíferos (como los zorros rojos y los corzos) estaban restringidos a refugios glaciares en zonas meridionales como Iberia e Italia, y que se expandieron desde estas áreas cuando las temperaturas globales se calentaron tras la glaciación. Otros mamíferos (como los castores y los linces) salieron de los refugios glaciares del este de Europa para extenderse hacia el oeste.

Además, especies como la musaraña pigmea y el topillo común habían quedado restringidas a zonas protegidas como los valles profundos del norte de Europa, pequeños enclaves en paisajes glaciares por lo demás inhóspitos.

Estos tres patrones ya habían sido documentados por otros científicos. Pero nosotros encontramos un cuarto patrón: nuestro estudio indicaba que algunas especies (como los osos pardos y los lobos) ya estaban ampliamente distribuidas por Europa durante el apogeo de la última glaciación, sin refugios discernibles o con refugios tanto al norte como al sur. Este patrón incluye también al Homo sapiens.

Los humanos parecen haber seguido el mismo patrón de distribución que los osos pardos en la última glaciación. Volodymyr Burdiak/Shutterstock

No está claro por qué los antiguos humanos y otros animales de este grupo vivían en este clima aparentemente duro en lugar de explorar lugares más hospitalarios. Pero parecían capaces de tolerar las condiciones de la Edad de Hielo mientras otros animales se retiraban a refugios.

Eran omnívoros, tenían ropa y controlaban el fuego

Resulta especialmente sorprendente que los humanos estén en el grupo de los animales que no migraron en la última glaciación. Al fin y al cabo, nuestros antepasados se originaron en África y parecería poco probable que fueran resistentes a los climas fríos.

¿Entonces que ocurrió? Quizás, el hecho de que fueran omnívoros significaba que podían comer muchas cosas diferentes. O es posible que sobrevivieran gracias a la tecnología. Entre otras cosas, está bien establecido que por aquel entonces los humanos tenían ropa, construían viviendas y controlaban el fuego durante las frías condiciones de la última glaciación.

En cualquier caso, que los humanos se incluyan en este último patrón podría hacer que nos replanteásemos el cambio climático y la biogeografía entre los científicos, especialmente para aquellos que estudian los cambios en la distribución humana. Porque podría implicar que algunas zonas podrían ser habitables durante más tiempo del previsto a medida que cambia el clima.

John Stewart, Professor of Evolutionary Palaeoecology, Bournemouth University y Jeremy Searle, Professor of Ecology and Evolutionary Biology, Cornell University.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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