Viajar al espacio es una experiencia traumática para el cuerpo humano. Numerosos estudios han demostrado ya que permanecer durante periodos prolongados en microgravedad afecta a la densidad de los huesos, la musculatura e incluso la agudeza visual de los astronautas. Ahora, un nuevo trabajo publicado en The New England Journal of Medicine muestra que la cantidad de materia gris y materia blanca se ve alterada tras el viaje espacial, así como la distribución del líquido cefalorraquídeo, y que estos cambios son observables hasta seis meses después de regresar de la misión.
Viajar al espacio afecta a los huesos, la musculatura e incluso la agudeza visual de los astronautas
El estudio, liderado por el investigador Peter zu Eulenburg, ha consistido en el seguimiento y análisis de diez cosmonautas rusos que permanecieron en la Estación Espacial Internacional durante una media de 189 días y que se sometieron a una resonancia magnética por tomografía antes de partir hacia el espacio y pocos días después de regresar. Además, siete de ellos fueron examinados siete meses después para comprobar si los cambios seguían estando presente. “Este es realmente el primer estudio en el que ha sido posible cuantificar objetivamente los cambios en las estructuras después de una misión espacial e incluyendo un periodo extendido de seguimiento”, indica Eulenburg.
Los escáneres realizados en la Tierra mostraron que el volumen de materia gris se había reducido en comparación con los datos obtenidos antes del lanzamiento. Siete meses después, el efecto se había revertido parcialmente pero aun era detectable. En contraste, el volumen de líquido cefalorraquídeo había aumentado en la corteza durante el largo periodo de exposición a la microgravedad, concentrándose especialmente en las zonas más exteriores. La materia blanca, por su parte, permaneció estable tras el aterrizaje, aunque seis meses después sufrió una ligera reducción debido a las variaciones del fluido cerebroespinal dentro del cráneo.
“Si estos cambios conducen a algún cambio en la cognición sigue sin estar claro por ahora”
“Tomados en conjunto, nuestros resultados a punta a la existencia de cambios prolongados en el patrón de la circulación del líquido cefalorraquídeo en un periodo que supera los siete meses después del regreso a la Tierra”, asegura el investigador principal. “Sin embargo, si estas alteraciones extensivas observadas en la materia gris y blanca conducen a algún cambio en la cognición sigue sin estar claro por ahora”. Estos cambios ya se han documentado en la reducción de la agudeza visual, provocada por el aumento de la presión del líquido cefalorraquídeo en la retina y el nervio óptico. Estos cambios de presión en el interior del organismo están detrás de los principales problemas que están observando los médicos de los astronautas y cuyo efecto a más largo plazo aun tiene que ser estudiado con más detalle.
Referencia: Brain Tissue-Volume Changes in Cosmonauts (The New England Journal of Medicine)
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