Ciencia

Ochenta años de la carta de Roosevelt para la ciencia: ¡que tomen nota los políticos!

Una extraordinaria guía para definir cómo científicas y científicos son básicos para que los políticos tomen decisiones

El 17 de noviembre se cumplen 80 años del día en que el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt encargó al Dr. Vannevar Bush un informe que la comunidad científica conoce bien, pero que debería estar en la mesa de los políticos con responsabilidades de gobierno.

El informe es una extraordinaria guía para definir cómo científicas y científicos son básicos para que los políticos tomen decisiones. Parece una obviedad, ¿no?

La petición es fruto del convencimiento que tenía Roosevelt de que si habían ganado la guerra (estaban a punto de hacerlo) era gracias al conocimiento científico.

Cuando los científicos eran indispensables en política

Vannevar Bush fue un ingeniero y científico estadounidense con un gran peso político, y no solo en el desarrollo de la bomba atómica.

Vannevar Bush fue precursor de la World Wide Web.

Durante aquellos años, y más allá del proyecto Manhattan, el Dr. Bush había pilotado en secreto, para el gobierno, diversos proyectos científicos que contribuyeron a dar solución a algunos problemas de gran calado y que se resolvieron por la aplicación del conocimiento científico.

En la carta que Roosevelt dirigió a Bush el 17 de noviembre de 1944 le planteó cuatro preguntas de enorme actualidad aún hoy en día que son las que se desarrollan en su informe.

Primera pregunta: el uso militar de la ciencia

Plantea Roosevelt:

“¿Qué puede hacerse, de manera coherente con la seguridad militar y con la aprobación previa de las autoridades militares, para hacer conocer al mundo las contribuciones que durante nuestro esfuerzo bélico hicimos al conocimiento científico?

La difusión de ese conocimiento debería ayudarnos a estimular nuevas empresas, proporcionar empleos a nuestros soldados licenciados y otros trabajadores y hacer posible un progreso a grandes pasos del bienestar nacional”.

Segunda pregunta: la guerra de la ciencia contra la enfermedad

El segundo punto de interés para Roosevelt en la carta se dirige a la salud:

“¿Qué puede hacerse hoy para organizar un programa a fin de proseguir con los trabajos científicos en medicina?

El hecho de que las muertes anuales en este país debidas a apenas una o dos enfermedades excedan con mucho el número total de vidas perdidas en combate durante esta guerra debería hacernos conscientes de la obligación que tenemos para con las futuras generaciones”.

Tercera pregunta: apoyo a la ciencia

“¿Qué puede hacer el gobierno hoy y en el futuro para apoyar las actividades de investigación que afrontan organizaciones públicas y privadas?

El papel adecuado de la investigación pública y privada, y su interrelación, deberían considerarse con mucho cuidado y atención”.

Cuarta pregunta: en busca del talento científico

Roosevelt también tuvo en cuenta la importancia de apostar por nuevos talentos:

“¿Puede proponerse un programa eficaz para descubrir y desarrollar el talento científico en la juventud norteamericana, de modo que sea posible asegurar la continuidad futura de la investigación científica en este país, con un nivel comparable al alcanzado durante la guerra?”

El informe Bush

El 25 de Julio de 1945, Vannevar Bush envió al presidente Harry Truman (Roosevelt murió prematuramente el 12 de abril de ese año) un informe de 25 páginas titulado Ciencia, la frontera sin fin, que no solo contesta a las preguntas del presidente, sino que establece un plan de política científica para EE. UU. En el documento, Vannevar Bush incluye la creación de una agencia estatal de investigación: la National Science Foundation (NSF).

El informe Bush es una auténtica joya. Pone en el centro de la acción de gobierno la protección y el desarrollo del conocimiento científico con una mentalidad que podría parecer más propia del siglo XXI. El objetivo era encaminar a EE. UU. a ser la principal potencia científica del mundo.

La seguridad del dinero

El número de premios Nobel en Medicina, Física y Química de EE. UU. antes del informe Bush fueron 17. Después del informe Bush, 255.

El documento deja claro el papel fundamental de la ciencia en el progreso de las naciones, en la guerra contra las enfermedades, en la seguridad nacional y en el bienestar público. También enfatiza el talento como base del desarrollo del conocimiento y tiene en cuenta que todo esto solo es posible con dinero.

Bush establece la necesidad de tener un programa científico nacional con una provisión de fondos estable y mantenido en el tiempo que dependa de un organismo “integrado por personas de amplios intereses y experiencia, con una comprensión de las peculiaridades de la investigación y la educación científicas”.

Ese organismo del que debe depender ese programa “tiene que reconocer la necesidad de preservar la libertad de investigación y dejar el control interno de las políticas, el personal y el método y alcance de la investigación en manos de las instituciones en que ésta se efectúa. Debería ser plenamente responsable de su programa ante el presidente y, a través de éste, ante el Congreso”.

“De la sabiduría con que apliquemos ésta (la ciencia) en la guerra contra la enfermedad, la creación de nuevas industrias y el fortalecimiento de nuestras fuerzas armadas depende en gran medida nuestro futuro como nación”.

Potenciar la ciencia básica

En el informe, hace 80 años, se defiende la necesidad de potenciar la ciencia básica: “Una nación que dependa de otras para la obtención de sus nuevos conocimientos científicos básicos tendrá un lento progreso industrial y será débil en su posición competitiva en el comercio mundial, independientemente de su destreza mecánica”, y no olvida la investigación industrial.

La guerra obligó a cooperar entre países, y Bush destaca en su informe la necesidad de cooperar entre naciones para el desarrollo científico, y la formación en el talento de los jóvenes, para que cualquier proyecto tenga continuidad en el futuro.

Vannevar Bush era ingeniero, pero no olvida que “sería una locura establecer un programa en el que las ciencias naturales y la medicina se expandieran a expensas de las ciencias sociales, las humanidades y otros estudios tan esenciales para el bienestar nacional”.

… Y el plan de Roosevelt se hizo realidad

Cinco años después de la muerte de Roosevelt, y empujado por el tesón del Dr. Bush, la administración Truman creó la citada NSF, que hoy es la principal agencia de investigación en el mundo, y un programa científico que impulsó a su país a liderar, durante años, no solo la ciencia mundial, sino también la economía.

En la carta de remisión a Roosevelt de su informe, la conclusión de Vannevar Bush podría ser aplicable a día de hoy. La ciencia está, pero nos falta un Roosevelt.

“El espíritu pionero aún conserva su vigor en nuestra nación. La ciencia ofrece un territorio en gran medida inexplorado para el pionero que tenga las herramientas adecuadas para su tarea. Las recompensas de esa exploración tanto para la nación como para el individuo son grandes. El progreso científico es una clave esencial de nuestra seguridad como nación, para mejorar nuestra salud, tener puestos de trabajo de mayor calidad, elevar el nivel de vida y progresar culturalmente”.

La carta de Roosevelt.

José Manuel Torralba, Catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid, IMDEA MATERIALES.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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