Ciencia

Pandemia y lenguaje: ¿Puede haber picos en las curvas?

Estamos ya acostumbrados a que nos hablen del pico de la curva de contagios. Pero ¿pueden tener picos las curvas? La Fundéu (Fundación del español urgente) señala que no se

Estamos ya acostumbrados a que nos hablen del pico de la curva de contagios. Pero ¿pueden tener picos las curvas? La Fundéu (Fundación del español urgente) señala que no se trata de una formulación incorrecta.

“Curva, en el Diccionario académico, no solo significa ‘línea curvada’, acepción esta en la que, en efecto, no parecería lógico hablar de picos. Curva es también la ‘línea que representa gráficamente la magnitud de un fenómeno según los valores que va tomando una de sus variables’ y, con este sentido, sí que es posible hablar de picos para referirse al punto más alto de una gráfica”.

Sin embargo, qué quieren que les diga; para mí, una curva es una curva, por eso me chirría un poco lo del “pico de la curva”, a pesar de lo que nos aclara la Fundéu. Porque si las curvas pueden tener picos, entonces los círculos tienen esquinas.

Por no hablar de “pico”, una palabra pluriempleada (para los veterinarios, una parte del cuerpo de un animal; para los albañiles, el compañero de la pala; para los escaladores, la cima de una montaña; para los amantes, un besito en la boca, entre otras acepciones) que ahora se usa, además, para indicar el punto más alto de los contagios.

Doblegar la curva

Por otra parte, lo que se puede hacer (o lo que se intenta) con una curva (en este caso, de contagios) es aplanarla. Esto significa ralentizar o frenar la propagación del coronavirus, de modo que el número de casos se distribuya en el tiempo en lugar de experimentar un fuerte aumento al principio. Sin embargo, aunque hay ejemplos de “aplanar la curva”, las autoridades sanitarias y los políticos de turno prefieren el verbo “doblegar”.

¿Es correcta esta expresión: “doblegar la curva”?

La Fundéu la considera adecuada, ya que “doblegar” significa, entre otras cosas, ‘doblar o torcer encorvando’. Así, en frases como la anterior, “doblegar la curva” se refiere, efectivamente, a lograr que la línea ascendente de contagios se doble y empiece a ser descendente.

En el periódico satírico El Mundo Today, se han inventado incluso “el doblegador de curvas”, como vemos en el siguiente titular: “Fernando Simón comparece en rueda de prensa con un martillo gigante al que llama ‘doblegador de curvas’”.

Doblegar y doblar

Por lo dicho anteriormente, también es apropiado utilizar en este tipo de expresiones el verbo “doblar” (en su acepción de ‘torcer algo encorvándolo’), como en el siguiente ejemplo: “No estamos muy lejos de doblar la curva” (22 de marzo 2020).

El problema está en que, cuando oímos o leemos el verbo “doblar”, no solemos pensar en ‘torcer encorvando’, que es, efectivamente, una de sus acepciones, sino en el más usual de ‘aumentar al doble’. Por eso puede ser más claro y preferible en estos ejemplos (y similares) el verbo “doblegar”. Ahora bien, este verbo se ha puesto tan de moda que aparece en contextos en los que es un absurdo lingüístico, como en la siguiente declaración del presidente de Colombia, Iván Duque:

“Esto no es para cantar victoria ni para pensar que este tema está doblegado porque esto va a estar presente por un tiempo más largo del que todos quisiéramos.”

Asimismo, es disparatada la expresión “doblegar esfuerzos” por “duplicar esfuerzos”, oído a un político de cuyo nombre no quiero acordarme. La confusión se explica porque los verbos “doblegar” y “doblar”, aunque parecidos por fuera, no son totalmente equivalentes por dentro (es decir, no coinciden en todas sus acepciones, como hemos explicado). Ante la duda, lo que hay que hacer, obviamente, es consultar el diccionario.

Decía Hemingway que en ningún frigorífico debía faltar una cerveza ni en ninguna mesilla de noche un diccionario. Ahora que los diccionarios están completamente integrados en los ordenadores y en los móviles, ¿vamos a buscar una cerveza?The Conversation

Silvia Hurtado González, Profesora del Departamento de Lengua Española de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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