Los perros son animales extraordinariamente inteligentes, pero en ocasiones tienen comportamientos que nos hacen dudar de sus capacidades. Si usted tiene perro puede que haya observado esta escena: el animal espera en el umbral de la puerta pensando que hay un cristal que le impide pasar al otro lado, una especie de obstáculo invisible que no puede sortear. Si no lo ha presenciado en directo, hay decenas de vídeos en YouTube en los que se ve a los canes esperar ante una puerta abierta y no atreverse a cruzarla hasta que el dueño hace el gesto de abrir una puerta imaginaria. ¿Qué está pasando por su cabeza para no poder pasar?
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En opinión de Antonio José Osuna Mascaró, biólogo experto en comportamiento animal, la clave de este pequeño misterio podría estar en la gran dependencia que tienen los perros de nuestra presencia y, por otro lado, en que se les da regular entender cómo funciona la interacción entre objetos. Desde la década de 1980, recuerda, hay un debate entre los especialistas sobre si la domesticación de estos animales les ha hecho perder cierta habilidad para entender las conexiones físicas entre los objetos. De hecho, se han hecho experimentos con perros y lobos para comprobar que estos últimos superan mejor este tipo de tareas como sortear obstáculos o encontrar salidas.
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La respuesta, insiste Osuna, está en lo dependientes que estos animales son de nosotros después de tantos miles de años de convivencia. "Cuando paseamos con el perro y nos encontramos a alguien, los perros nos miran a nosotros antes de tomar una decisión", explica, "nos miran a nosotros cuando se enfrentan a un acertijo que no pueden resolver, saben cuándo sabemos algo y cuando no e incluso prefieren que les demos un premio de cariño antes que comida después de superar una prueba". Esta absoluta dependencia de nosotros llega al extremo de que cuando hay un humano delante no es extraño que el perro prefiera confiar en el humano que en sus propios sentidos, lo que podría explicar en parte lo que sucede en los vídeos.
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Paralelamente, hay bastantes experimentos que demuestran que los perros son algo torpes a la hora de entender la física que domina el mundo, explica el experto. En una prueba para alcanzar un objetivo tirando de una cuerda, los perros no son mucho mejores que los abejorros. "Los perros son capaces de resolver problemas complejísimos, pero necesitan del componente social para hacerlo, sin él se quedan cognitivamente cojos y deben resolverlos por métodos poco complejos", explica Osuna. "Si los perros no tienen la vista necesaria para poder distinguir bien un cristal, probablemente se basen en "trucos" sencillos para saber si está abierto o no. El truco en este caso es ver el movimiento de la mano humana tirando de la puerta, pero como atajo que es, no lo pueden sustituir por ver a los humanos cruzando el cristal mágicamente".
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De alguna manera, en el proceso evolutivo que ha tenido lugar durante la domesticación, los perros han ganado unas habilidades y han perdido otras. Se cree por ejemplo, que esta presión evolutiva puede haberles ayudado a entender mejor la entonación y el lenguaje humanos, y que su habilidad para interpretar nuestro pensamiento se ha reforzado. Al aumentar esta confianza en los humanos, bien podría ser que su capacidad para interpretar la realidad física tuviera algunas lagunas y que en algunos contextos prefieran fiarse de un gesto de su dueño que de sus propios sentidos. Si están acostumbrados a travesar la puerta cuando el humano la abre, y su capacidad de distinguir el cristal tampoco es muy buena, es posible que prefieran esperar y no quieran pasar ese umbral hasta que la señal esté clara, lo que explicaría ese curioso comportamiento ante las puertas invisibles.
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