Durante los últimos 100 años, los pacientes con diabetes de tipo 2 han dependido de una u otra manera de las inyecciones diarias de insulina. Para evitar el molesto proceso de inyectarse, los científicos llevan años intentando diseñar un sistema que permita ingerir la sustancia, pero las moléculas de insulina son demasiado grandes para que el estómago las absorba. Ahora, un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el Brigham and Women's Hospital y la farmacéutica Novo Nordisk han diseñado un sistema que podría atajar este problema y que funciona, de momento, en modelos animales.
Los autores han copiado de las tortugas leopardo el sistema para que la cápsula se pegue a las paredes
En un trabajo publicado este jueves en la revista Science, el equipo de Alex Abramson describe un sistema basado en una cápsula que contiene una pequeña aguja hecha de insulina comprimida y que se inyecta en las paredes del estómago gracias a un sistema que los autores han copiado de las tortugas leopardo. Este animal posee un caparazón estructurado de tal manera que le impide volcar, lo que los especialistas han copiado mediante simulaciones de ordenador para que la cápsula se oriente en el interior del cuerpo en la posición deseada.
“Lo más importante es que la aguja esté en contacto con el tejido cuando se produce la inyección”, explica Abramson. “De la misma forma, si la persona se mueve o el estómago empieza a rugir, el dispositivo no se moverá de su posición preferida”. Todos los materiales que componen la píldora son biodegradables, desde la cubierta de azúcar que se disuelve al entrar en el estómago para permitir actuar al mecanismo, una diminuta aguja hecha de insulina que penetra en la paredes estomacales sin causar malestar, ya que no hay receptores del dolor en estos tejidos internos. Otra ventaja añadida es que una vez clavada en el tejido, la aguja va suministrando la insulina a un ritmo predeterminado en su fabricación. En las pruebas con animales, los investigadores demostraron que podían suministrar una cantidad equivalente a la que se inyectan los pacientes habitualmente a través de la piel para controlar los niveles de azúcar. Y que el dispositivo puede ser adaptado para inyectar otras moléculas.
“Estamos realmente esperanzados en que este nuevo tipo de cápsula pueda ayudar algún día a los pacientes diabéticos y quizá a cualquiera que necesite tratamientos que ahora solo se pueden dar a través de inyecciones”, asegura Robert Langer, uno de los autores senior del estudio. Con este sistema, tal vez se puedan administra en el futuro medicamentos como los inmunosupresores que se usan ahora para tratar la artritis reumatoide o las enfermedades inflamatorias del intestino. “Nuestra motivación”, concluye Giovanni Traverso, coautor del trabajo, “es hacer más fácil para los pacientes el tomar su medicación, particularmente aquellas que requieren inyecciones. La más conocida es la insulina, pero hay muchas otras”.
Referencia: An ingestible self-orienting system for oral delivery of macromolecules (Science)
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