Malestar, cefalea, fatiga, dolor muscular… Son algunos de los efectos leves que muchas personas reportan tras recibir alguna de las dosis de la vacuna contra la Covid-19 en mayor o menor medida y que cuentan a otros que van a recibir su dosis. Pero, ¿qué pasa cuando comparamos esos efectos con los que produce poner una supuesta dosis que no contiene nada?
Un nuevo trabajo realizado por el equipo de Julia W. Haas, del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC), apunta a que la inmensa mayoría de estos efectos (hasta un 76%) son producto de la sugestión, es decir, se observaron en los diferentes ensayos tanto con las vacunas reales como con sueros inocuos. Es lo que se conoce como efecto placebo, o en este caso efecto “nocebo”, que es el que se produce cuando se anticipa una reacción adversa.
El estudio, publicado este martes en la revista JAMA Network Open, es un ambicioso metaanálisis en el que analizan los 12 principales ensayos aleatorizados de vacunas contra el COVID-19 controlados con placebo y se compararon las tasas de eventos adversos informados por los participantes que recibieron las vacunas con las tasas de eventos adversos informados por aquellos que recibieron una inyección de placebo que no contenía vacuna. Si bien los científicos encontraron que significativamente más participantes del ensayo que recibieron la vacuna informaron de efectos adversos, el resultado indica que casi un tercio de los participantes que recibieron el placebo también informaron al menos un evento adverso, con el dolor de cabeza y la fatiga como los más comunes.
Se estudiaron los efectos en 22.578 receptores de placebo y 22.802 receptores de vacunas reales
"Los eventos adversos después del tratamiento con placebo son comunes en los ensayos controlados aleatorizados", asegura Haas. “Recopilar evidencia sistemática con respecto a estas respuestas nocebo en los ensayos de vacunas es importante para la vacunación contra la COVID-19 en todo el mundo, especialmente porque se informa de que la preocupación por los efectos secundarios es una razón para las dudas sobre la vacuna”.
Cómo se calcula el efecto placebo
Los 12 ensayos analizados por Haas y su equipo en el metaanálisis incluyeron informes de efectos adversos de 22.578 receptores de placebo y 22.802 receptores de vacunas reales. ¿De dónde sale la cifra del 76 %? En el grupo de pacientes que sí recibieron la vacuna, un 46% experimentó efectos adversos.
Sin más información, podría parecer que este es el número real de personas que los experimentan, pero para asegurarse se hace una prueba con un grupo de control que no recibe nada, aunque no lo sabe. En este grupo se observaron efectos adversos en el 35% de los inoculados con una solución salina, así que se puede deducir que no es que la vacuna real produjera un 46%, porque al 35% les habría producido esa sensación igualmente. De modo que si de cada 46 personas que reportan efectos adversos leves, 35 lo habrían hecho igual con un placebo, se concluye que el 76% (35/46) de los vacunados reportan efectos producto de la sugestión.
"Se excluyeron los estudios en los que el placebo aplicado contenía algún ingrediente activo”
Para asegurarse de que no interfieren en los datos estudios hechos con sustancias que tienen algún efecto, por pequeño que sea, los autores los excluyeron de la muestra. “Se excluyeron los estudios si el placebo aplicado contenía algún ingrediente activo que podría haber causado efectos adversos específicos (p. ej., un adyuvante) o si el riesgo de sesgo se consideraba desconocido”, escriben.
Con estos elementos, el análisis de Haas y sus colegas sugiere que el nocebo representó el 76 por ciento de todos los eventos adversos en el grupo de la primera inyección de la vacuna y casi una cuarta parte de todos los efectos locales informados.
Menos nocebo con la segunda dosis
Después de la segunda dosis, los eventos adversos entre el grupo de placebo se redujeron al 32 por ciento que informó eventos sistémicos y al 12 por ciento que informó efectos locales. En contraste, los participantes que recibieron la vacuna real reportaron más efectos secundarios, con un 61 por ciento reportando eventos adversos sistémicos y un 73 por ciento reportando eventos adversos locales.
Los investigadores calcularon que el nocebo representó casi el 52 por ciento de los efectos secundarios informados después de la segunda dosis. Si bien no se puede confirmar la razón de esta disminución relativa de los efectos nocebo, los investigadores creen que la mayor tasa de eventos adversos en el grupo de la vacuna la primera vez puede haber llevado a los participantes a anticipar más la segunda vez.
“Síntomas inespecíficos como dolor de cabeza y fatiga, que hemos demostrado que son particularmente sensibles al nocebo, se enumeran entre las reacciones adversas más comunes después de la vacunación contra el COVID-19 en muchos folletos informativos”, asegura Ted J. Kaptchuk, coautor del artículo. "La evidencia sugiere que este tipo de información puede hacer que las personas atribuyan erróneamente las sensaciones de fondo diarias comunes como derivadas de la vacuna o que causen ansiedad y preocupación que hagan que las personas estén muy alertas a los sentimientos corporales sobre los eventos adversos".
“La preocupación hace que las personas estén muy alertas a los sentimientos corporales sobre los eventos adversos”
“Es un estudio muy interesante la masa de efectos secundarios atribuibles al placebo es enorme”, asegura Estela Paz Artal, jefa de Inmunología del Hospital Doce de Octubre, a Vozpópuli. “Los dos efectos que más se atribuyen al placebo son la fatiga y el dolor de cabeza, que son los suficientemente frecuentes como para atribuirlos a otras causas”, señala.
Para la especialista también tiene sentido que los efectos adversos aumenten en el grupo de vacuna real con la segunda dosis, por la respuesta inmunitaria. Lo más destacable, a su juicio, es que “se ve que los efectos secundarios atribuibles a la vacuna realmente son más pequeños de lo que se piensa, y es muy interesante también que esto deriva del análisis conjunto de doce estudios donde se estudian además distintas formulaciones de la vacuna, lo que refuerza la idea de que el efecto nocebo es importante”.
Predispuestos a notar algo
Para el presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), Marcos López Hoyos, el mensaje que se extrae de este metaanálisis es muy importante, en el sentido de que es algo que sospechaban y aquí se demuestra estadísticamente. “Lo que viene a decir es que la gente va predispuesta a tener efectos adversos cuando se va a poner la vacuna”, señala. “Y arroja un porcentaje altísimo de efectos que no son graves asociados al placebo. La gente ya va mentalizada de que si te van a poner algo te va a producir algún efecto, y estás mirando hasta si notas la punta de un pelo”.
“Lo que viene a decir es que la gente va predispuesta a tener efectos adversos cuando se va a poner la vacuna”
Por supuesto, aclara, esto no quiere decir que todos aquellos que han notado efectos de la vacuna lo hayan hecho por efecto de la sugestión, especialmente en los casos en que hay aumento de fiebre, que es más improbable que suceda por nocebo, aunque no descartable. “Para nada quiere decir que sean efectos inventados en aquellos que han tenido efectos como fiebre”, subraya. “En esos casos, y sobre todo en gente más joven, está claro que se está induciendo una respuesta inmunitaria, algo que es inflamatorio. Pero ojo, si no notas nada tampoco quiere decir que la vacuna no te está funcionando. Todo depende de la heterogeneidad de la sensibilidad de cada persona”.
La pregunta pertinente tras estos resultados es: ¿hemos contribuido todos, los medios incluidos, a que las personas estuvieran hiperalerta ante el pinchazo de la vacuna? Para Marcos López Hoyos es una consecuencia lógica de una situación inédita en muchos aspectos. “No es que se haya metido más miedo de la cuenta, sino que hemos querido ser más papistas que el Papa y confirmar la seguridad por encima de todo”, reflexiona. “Y como ha sido un desarrollo tan rápido, la gente era suspicaz a la seguridad de las vacunas, más que a la efectividad. Por eso ha estado más pendiente de los efectos adversos”. Estudios como este demuestran que, por fortuna, tanta preocupación no era necesaria.
Referencia: Frequency of Adverse Events in the Placebo Arms of COVID-19 Vaccine Trials ( JAMA Network Open)
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