La vida durante el período Ediacárico (hace entre 635 y 542 millones de años) sigue siendo un misterio para los investigadores. Los fósiles que nos llegan de aquella época corresponden a criaturas que no saben clasificar, con formas extrañas y muy diferentes a las que surgirían más tarde en ese gigantesco ensayo de formas biológicas que fue la explosión Cámbrica. Uno de los seres más intrigantes de este período es 'Dickinsonia' - bautizado así en honor de su descubridor, Ben Dickinson-, una criatura ancha y ovalada con su cuerpo dividido en segmentos, que llegaba a superar el metro de diámetro.
El nuevo fósil contiene moléculas de colesterol, un sello distintivo de la vida animal
La dificultad para clasificar a estos seres vivos ha llevado a especular con que Dickinsonia fuera una especie de hongo, una gigantesca protista o incluso un líquen. Ahora, el equipo de Ilya Bobrovskiy ha encontrado las primeras pruebas, obtenidas a partir del análisis molecular, que permiten identificar a este ser como un animal, lo que lo convierte en el más antiguo encontrado hasta ahora en el registro fósil, con una edad de más de 542 millones de años. De acuerdo con los autores del trabajo que se publica este jueves en la revista Science, estas formas de vida del período Ediacárico eran “tan extrañas como la vida en otro planeta”, por lo que clasificarlas a partir de los restos fósiles es especialmente dificultoso. Lo que han hecho los investigadores es identificar una serie de marcadores de hidrocarburos como el esterano que se preservan en muchos fósiles de vida multicelular, y compararlos con el entorno.
“Estos fósiles estaban en medio de acantilados en el Mar Blanco con alturas entre 60 y 100 metros”
El descubrimiento ha sido posible gracias al hallazgo en el Mar Blanco, al noroeste de Rusia, de varios fósiles de Dickinsonia tan bien conservados que contienen moléculas de colesterol, un sello distintivo de la vida animal. El análisis mostró una abundancia de hasta el 93% de estas moléculas en los restos frente al sedimento microbiano circundante donde solo aparecían en una proporción del 11 por ciento. Los autores también analizaron el contenido de ergosteroles, que caracterizan a los hongos, y llegaron a la conclusión de que Dickinsonia pertenece al reino animal.
“Los científicos han estado peleando durante más de 75 años sobre la naturaleza de Dickinsonia y otros fósiles extraños, debatiéndose entre si eran gigantescas amebas unicelulares, líquenes o experimentos fallidos en la evolución de los animales”, asegura Jochen Brocks, autor senior del estudio. “La grasa fósil confirma ahora que Dickinsonia es el fósil de animal más antiguo conocido, lo que resuelve un misterio que dura décadas y que ha sido el Santo Grial de la paleontología”.
Para conseguir este fósil único, Bobrovskiy y su equipo se desplazaron en persona hasta la zona del hallazgo. “Tomé un helicóptero para llegar a esta zona tan remota del mundo - hogar de osos y mosquitos - donde pude encontrar la materia orgánica en los fósiles de Dickinsonia todavía intacta”, explica. “Estos fósiles estaban localizados en medio de acantilados en el Mar Blanco con alturas entre 60 y 100 metros. Me tuve que descolgar con cuerdas por el filo de uno de estos acantilados y cavar grandes bloques de sedimento, tirarlos abajo, limpiar el residuo y repetir este proceso hasta encontrar los fósiles que buscaba”.
Aunque estudios anteriores basados en la morfología apuntaban a que Dickinsonia podía ser un animal, es la primera vez que se hallan fósiles con residuos de materia orgánica que permiten un análisis molecular que ha sido clave para entender su naturaleza. Para el español José Javier Álvaro Blasco, investigador del Instituto de Geociencias y experto en la vida del Precámbrico, el trabajo publicado hoy en Science tiene un gran valor porque ofrece datos nuevos y muy bien respaldados. “A diferencia de estudios anteriores”, explica a Next, “este estudio no es una sugerencia: ofrece un dato bioquímico avalado por toda la bioquímica conocida en la actualidad”.
En opinión de Álvaro Blasco, la presencia de esteroles de tipo colesterol permite reconocer en los restos orgánicos preservados sobre estos moldes orgánicos, un biomarcador que sólo existe en la actualidad en animales. “De repente, podemos reconocer un biomarcador característico de los animales actuales”, insiste. El resultado del estudio es prometedor, además, porque los biomarcadores abren la puerta a una nueva carrera biogeoquímica relacionada con la búsqueda de los filos más antiguos sin esqueleto. “Profundizar por debajo de la explosión cámbrica requiere de otras tecnologías que exploran más allá de la taxonomía paleontológica”, incide. Quizá, como señalan en un artículo complementario en la revista Science, estamos más cerca de “resolver la historia de los primeros animales" durante periodos que hasta ahora nos resultaban muy difíciles de estudiar.
Referencias: Ancient steroids establish the Ediacaran fossil Dickinsonia as one of the earliest animals (Science) | Chemical clues to the earliest animal fossils (Science)
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