El 19 de noviembre de 1969 el comandante de la misión Apolo 12, el astronauta Pete Conrad, se convirtió en el tercer ser humano en pisar la superficie de la Luna. Y sus primeras palabras nada más descender por las escalerillas fueron un chiste sobre su propia estatura. “¡Whoopie!”, exclamó. “Ese pudo haber sido un pequeño paso para Neil [Armstrong], ¡pero ha sido uno grande para mí!”. El chiste, que se atribuye a una apuesta con la periodista Oriana Fallaci, fue un gran éxito y relajó la tensión en Houston, convirtiendo el humor en una vía de escape para momentos tan trascendentes.
“Es muy importante tener a alguien que pueda ayudar a todos a llevarse bien”
Medio siglo después, los investigadores que trabajan para la NASA en una futura misión a Marte están convencidos de que el humor no solo debe ser algo que salga de forma natural entre los astronautas, sino que consideran que la presencia de alguien bromista puede ser determinante para su éxito. Así lo indican los resultados preliminares de una investigación que está realizando el antropólogo de la Universidad de Florida Jeffrey Johnson para la agencia y que presentó hace unos días en la reunión anual de la Asociación para el Avance de la Ciencia (AAAS) celebrada en Washington.
“Se trata de personas que tienen la habilidad de unir a todo el mundo, de tender puentes cuando aparecen las tensiones y subir realmente la moral”, explica en el diario The Guardian. “Cuando estás viviendo con otros en un espacio cerrado por un periodo largo de tiempo, como en una misión a Marte, las tensiones aparecerán seguro. Es muy importante tener a alguien que pueda ayudar a todos a llevarse bien, para que puedan hacer su trabajo, llegar allí y regresar con seguridad. Es crucial para la misión”.
Johnson lleva años estudiando el comportamiento de los equipos que permanecen durante el invierno en la Antártida o los pescadores de salmones en Alaska y allí ha visto cómo en cada grupo que tiene éxito hay proporciones parecidas de líderes, “payasos”, contadores de historias y apaciguadores. Y que los grupos donde no existen estas figuras, en especial las que relajan la tensión, terminan pasándolo peor.
Aunque los planes para enviar humanos a Marte se han ido posponiendo indefinidamente, es previsible que la misión se convierta en realidad. Y entonces habrá que tener en cuenta aspectos que no fueron tan importantes en las misiones Apollo y que tienen que ver con el hecho de tener que pasar ocho meses confinados en un mismo espacio en el viaje de ida y otros ocho en el de retorno, además del retraso en las comunicaciones con la Tierra, que supone un aislamiento de facto.
“En Mars500 una de las cosas más importantes era el poder contar bromas y tener con qué reír”, dice Diego Urbina
Para Antonio Martín Araguz, especialista en medicina aeroespacial y médico de la misión Moonwalk de simulación de una exploración planetaria en Marte, “El principal problema [al que se verán sometidos los astronautas en una de estas misiones] el del aislamiento psicológico, que quizá se haya valorado poco”. En su experiencia, compartida hace unos meses en el programa Onda Marciana, aparte de las radiaciones, habrá que tener muy en cuenta “la complejidad de la psicología humana” y que “los conflictos vienen de la convivencia en situaciones extremas, que pueden poner en serio peligro la seguridad de las misiones”. “En nuestra misión una de las cosas más importantes era el poder contar bromas y tener con qué reír”, asegura Diego Urbina, uno de los astronautas que participó en la iniciativa Mars500, para la que él y cinco compañeros permanecieron aislados durante 520 días para simular una misión a Marte. “Los colegas que tenían buen sentido del humor hacían las dificultades mucho más llevaderas”, recuerda. “Sería muy, muy difícil si nadie tuviera sentido del humor…"
Jeffrey Johnson está trabajando en simulaciones parecidas con grupos de voluntarios que permanecen durante periodos de hasta 60 días en el interior de un hábitat construido en el desierto de Texas para conocer mejor qué necesidades técnicas y humanas se producirán en un viaje a Marte. “Ahora queremos ver si este tipo de dinámicas con roles informales funcionan de forma parecida en entornos de simulación espacial”, asegura. La historia de la exploración, recuerda Johnson, está llena de personajes que pusieron un toque de humor en situaciones dramáticas y contribuyeron al éxito de sus aventuras. El explorador noruego Roald Amundsen, se llevó a Adolf Lindstrøm en su intento de llegar al polo sur precisamente porque su humor ayudaba a llevar mejor el sufrimiento. “Su papel fue informal pero crítico para mantener la cohesión del grupo en este ambiente extremo”, recuerda. Y quizá fue otro de los muchos factores que contribuyó a que el grupo de Amundsen lo consiguiera y el de Scott no.
Referencias: Human Exploration Crews: Informal Social Roles, Team Viability and Conflict (AAAS) | Jokers please: first human Mars mission may need onboard comedians (The Guardian)
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