El tiburón boreal o tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus) es una de las criaturas más misteriosas que existen. A pesar de su enorme tamaño (pueden superar los seis metros) estas criaturas son raramente detectadas y su abundancia es una incógnita para los científicos. Hasta ahora, buena parte de la información que se ha obtenido viene de los barcos pesqueros que atrapan algún ejemplar accidentalmente en aguas del Atlántico norte, pero en zonas como el Ártico canadiense, donde la pesca comercial está prohibida, su extensión y abundancia son prácticamente desconocidas. Ahora, el equipo de Brynn Devine y Jonhattan Fisher, acaba de completar el primer estudio sistemático de la presencia de estos animales en aguas árticas y el resultado es muy valioso para conocer el estado en que se encuentran estas poblaciones de tiburones boreales.
TIBURONES
En un estudio publicado en la revista Scientific Reports, Devine y Fisher detallan los resultados de su trabajo durante dos temporadas de verano consecutivas en aguas del Ártico e mediante cámaras submarinas distribuidas en 31 localizaciones. Los autores han obtenido más de 250 horas de grabaciones en alta resolución y los tiburones acudieron a las cámaras (a las que se colocaba un cebo de carne de calamar) en el 80 por ciento de las ocasiones. “Usamos las imágenes de vídeo para diferenciar unos individuos de otros basándonos en sus marcas únicas en la piel, un método que los investigadores usan también a los tiburones ballena y los grandes tiburones blancos”, explican. “En total, identificamos 142 tiburones individuales”.
Los autores obtuvieron más de 250 horas de grabaciones y los tiburones acudieron en el 80 % de las ocasiones
Para los autores, este resultado indica que hay una amplia distribución de estos animales y una “aparente ubicuidad” con abundancias en zonas muy concretas debido a las condiciones de temperatura y profundidad. “Hemos tomado algunas de las primeras imágenes de los tiburones de Groenlandia en el Ártico canadiense”, aseguran los investigadores en The Conversation. “Las grabaciones nos aportan una perspectiva valiosa sobre su abundancia, tamaño y comportamiento, así como de su distribución en el Ártico canadiense”. Los vídeos también aportan datos interesantes sobre sus edades y velocidad de desplazamiento. “En algunas localizaciones”, señalan los autores, “los tiburones eran relativamente pequeños menos de 1,5 metros - en otras tenían mas de 3 metros de longitud, pero casi todos parecían demasiado jóvenes para reproducirse”.
GRÁFICA
Los científicos esperan que este tipo de estudios ayuden a tener un mayor conocimiento de las zonas donde estas criaturas se mueven y cazan, así como su capacidad de adaptación a las condiciones cambiantes debido al deshielo ártico. La caracterización de las poblaciones también puede servir para determinar otros misterios, como el de su espectacular longevidad o su dieta (se ha observado que comen focas pero se desconoce cómo pueden capturarlas, ya que son nadadores relativamente lentos. El estudio también destaca la similitud en la distribución de estos depredadores solitarios en la oscuridad de las aguas árticas con la de otras especies de tiburones en zonas tropicales, aunque el porcentaje de biomasa que ocupan, en este caso, es mucho menor.
Referencias: First estimates of Greenland shark (Somniosus microcephalus) local abundances in Arctic waters (Scientific Reports) | Caught on camera: Ancient Greenland shark (The Conversation)
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