La curiosidad de Daniel Cordaro por el lenguaje universal de las emociones se le despertó como a todos, mientras viajaba por el mundo y se daba cuenta de que no era difícil hacerse entender a pesar del idioma. Pero cuando regresó a su casa en San Francisco, este psicólogo de la Universidad de Berkeley y de Yale decidió que debía seguir tirando del hilo. "El tema es el mismo que obsesionó a Darwin", explica Cordaro a Next, "pero hoy se sigue hablando solo de seis emociones universales [felicidad, tristeza, asco, miedo, enfado y sorpresa] cuando existen muchas más".
"Razas muy distintas expresan similares estados mentales con los mismos movimientos", escribió Darwin.
A Darwin le llamaron particularmente la atención durante sus viajes las expresiones que veía en los indígenas, como la cara de asco que ponían al verle comer carne en conserva. También se fijó en que expresiones de enfado, desprecio o vergüenza eran compartidas con los habitantes de las tierras que visitaba en su travesía. "Los jóvenes y los adultos de razas muy distintas, tanto humanos como animales, expresan similares estados mentales con los mismos movimientos", escribió el naturalista inglés. Imbuido por la misma curiosidad, Cordaro comenzó su investigación observando a la gente en los cafés o mirando vídeos de Youtube de niños desempaquetando sus regalos de cumpleaños. Había algo en todos los seres humanos que les hacía expresarse de forma similar, pero ¿era innato o transmitido por la cultura?
Cinco años después el investigador y su equipo han analizado las expresiones y emociones de más de diez países en cuatro continentes y trabajan en un estudio que se publicará en los próximos meses. Los científicos han comparado las emociones de personas procedentes de China, Japón, Corea, India o EEUU y han codificado más de 5.942 expresiones faciales, analizando también los movimientos "músculo a musculo". El sistema consistía en ofrecerles pequeños fragmentos de información sobre una situación (por ejemplo: "un amigo te cuenta una historia divertida") y pedirles después que lo expresaran de manera no verbal.
Han creado un catálogo de 30 expresiones faciales y 22 emociones universales.
El resultado es un catálogo de 30 expresiones vocales y faciales universales y 22 emociones que comparten todas las culturas del mundo, que son las siguientes: diversión, enfado, asombro, aburrimiento, confusión, desprecio, alegría, timidez, deseo, asco, vergüenza, miedo, felicidad, interés, dolor, orgullo, alivio, tristeza, culpa, sorpresa, simpatía y triunfo. "Hemos encontrado similitudes increíbles", asegura Cordado. "Realmente te das cuenta de lo parecido que eres a los demás".
Pero en esta aventura para conocer las emociones le quedaba un desafío: conocer la influencia de la cultura en estas expresiones y comprobar si eran compartidas por poblaciones que se mantienen al margen de la cultura globalizada que compartimos a través de nuestros móviles y televisiones. "Uno de los fenómenos que hemos observado", comenta el científico, "es que cada vez resulta más difícil encontrar un rincón del mundo sin 'contaminar'". En una ocasión, relata, pasaron varias semanas para llegara a un pueblo de La India que se suponía aislado en mitad de la jungla. "Y cuando llegamos", nos cuenta, "vimos que tenían antenas parabólicas en las casas y estaban viendo la telenovela local".
Daniel Cordaro en la aldea de Bután dodne completó la investigación
Los científicos viajaron hasta una aldea de Bután aislada de la cultura global.
La siguiente misión fue acceder hasta una aldea de Bután en la que las autoridades les permitieron permanecer apenas unas horas. "El poblado ni siquiera tenía nombre", explica Cordaro, "y sus habitantes no podían decir su edad porque allí no tienen costumbre de llevar la cuenta". En este lugar olvidado en medio del Himalaya, los investigadores realizaron una serie de pruebas con 38 individuos a los que el traductor comentaba una frase que explicaba una situación (por ejemplo "alguien te ha insultado gravemente") y les ponían después tres sonidos - tres expresiones parecidas emitidas por humanos en una grabación- para que identificaran el que correspondía con su emoción.
"Los habitantes de la aldea identificaron correctamente 15 de las 17 expresiones vocales", nos dice Cordaro, lo que sugiere, a su juicio, que el repertorio de sentimientos y expresiones humanas es bastante universal. "Solamente fallaron con los sonidos de desprecio y alivio", explica, "pero todas las demás las adivinaron como lo habríamos hecho tú o yo". Como comentan en Livescience, estos resultados implican que si una mujer de una remota aldea del Himalaya nos intentara transmitir con ruidos que se siente avergonzada, divertida o asombrada reconoceríamos inmediatamente lo que nos quiere transmitir.
Muchas culturas tienen nombres para emociones que otras nos describen.
En su estudio, Cordaro y su equipo descubrieron hasta un centenar de variaciones culturales que influían en las expresiones y apunta que el contexto cultural juega un papel clave en la forma de manifestar estas emciones universales. Así, por ejemplo, existen culturas que describen emociones complejas, a veces combinaciones de varias, con palabras que no existen en otros idiomas. Con la victoria de Alemania en el Mundial de Brasil se ha vuelto a hablar estos días de la famosa Shadenfreude (una palabra germana que describe el sentimiento de satisfacción cuando otro fracasa o tiene problemas), pero existen otros muchos ejemplos, como la palabra holandesa que describe la necesidad de tumbarse a descansar después de una buena comilona (Uitbuiken), la palabra japonesa para la sensación de que acabas de encontrar a tu media naranja (Koi No Yokan) o la palabra de los indios de Tierra de Fuego que describe la mirada entre dos personas que quieren que el otro haga algo que ellos no quieren hacer (Mamihlapinatapai).
En esta caso, Cordaro se encontró entre los habitantes de la aldea de Bután con una palabra que describía una emoción que él no conocía: "Chogsay", un concepto relacionado con el budismo que viene a ser algo así como la sensación de que el yo profundo es algo independiente de cada estado emocional del momento. "Aunque en ese momento no lo entendí", explica Cordaro a Next, unos días después viajé a una isla de Indonesia y tuve la oportunidad de experimentarlo. Es algo que ha cambiado mi vida y que nunca había experimentado". Lo que demuestra que quizá haya alguna emoción más que sentimos - o podemos sentir - todos los humanos pero a la que quizá aún no le hayamos puesto nombre.
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