La meditación, y en especial la variante llamada “mindfulness”, se ha convertido en una técnica de moda y se aplica para aliviar el estrés en todo tipo de personas y situaciones. Sin embargo, las pruebas su eficacia son débiles y los mecanismos fisiológicos por los que actúa no se conocen bien. Para profundizar mejor en la parte biológica, el equipo de Aldis Weible, de la Universidad de Oregón, ha tenido una idea: generar un modelo de ratón que reproduzca lo que suceda en el cerebro de un ‘meditador’ y observar los resultados.
En un trabajo publicado esta semana en la revista PNAS, Weible y su equipo explican cómo, utilizando técnicas de optogenética, consiguieron regular la actividad cerebral de estos ratones estimulando determinadas regiones cerebrales con luz. En concreto, los autores generaron un patrón en el que se aumentaba la actividad de la circunvolución del cíngulo anterior, un área implicada en el control emocional y cognitiva que se presenta particularmente activa durante la meditación. Después de más de 20 sesiones de una media hora de duración cada una, en las que el cerebro de los ratones replicaban este tipo de patrón, los autores observaron que estos animales registraban posteriormente menores niveles de estrés que el grupo de control o el grupo de ratones que recibieron otro patrón de estimulo diferente.
El objetivo es aclarar cuál es el alcance real de una técnica que se ha convertido en una especie de moda
“No estamos haciendo necesariamente que los ratones mediten, sino que estamos cambiando el patrón de actividad cerebral en una determinada región”, aclara el coautor del estudio Cris Niell en Los Angeles Times. Se trata, explican los autores, de una “prueba de concepto” que permitirá aprender más sobre los efectos de la meditación en el cerebro trasladándolo a un modelo con ratones. Este tipo de pruebas pueden contribuir a aclarar cuál es el alcance real de una técnica que se ha convertido en una especie de moda entre las terapias contra el estrés.
El gran artífice de este boom por la meditación es el investigador de la en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts Jon Kabat-Zinn, quien adaptó una antigua técnica de meditación de la India llamada meditación Vipassana y la rebautizó como “mindfulness” o reducción del estrés basada en la atención plena. Esta técnica consiste básicamente en "tomar conciencia del momento presente” o "tomar conciencia de la realidad” y se aplica incluso en hospitales para tratar de mejorar el bienestar de pacientes con dolor crónico o situaciones de gran angustia o estrés. En el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, por ejemplo, se aplica un programa de “mindfulness” a los pacientes operados de tumor cerebral que está contribuyendo a reducir la ansiedad y mejorar la atención consciente en personas que se enfrentan a la amenaza de una muerte inminente.
En algunos centros se aplica para reducir la ansiedad de pacientes con enfermedades que pueden ser terminales
Pero sobre su eficacia real todavía hay muchas dudas en el ámbito científico. El metaanálisis más completo y reciente indica que hay pocas pruebas de su eficacia en la mayoría de ámbitos en que se aplica (suelo, hábitos alimenticios, estrés) y que hay “evidencias moderadas” de su papel a la hora de mejorar la ansiedad, la depresión y el dolor. En general, destacan los expertos, los programas de meditación y “mindfulness” no son mejores que otros tratamientos activos como la medicación, el ejercicio físico y las terapias conductuales.
Aún así, cabe preguntarse ¿por qué se reduce la ansiedad con “mindfulness” en algunas personas? “Por un procedimiento que conocemos muchísimo en psicología que es la exposición”, explica a Next el psicólogo Eparquio Delgado. “Cuando te expones a un estímulo que provoca ansiedad si lo haces durante tiempo suficiente el estímulo va perdiendo su capacidad para provocar ansiedad”, relata. “Cuando me viene un pensamiento como “me voy a morir”, lo que intentas es que no venga. Lo que hace el “mindfulness” no es quitar el pensamiento, lo dejo ahí, sigo conectado con el tiempo presente y no intento eliminar nada. ¿Qué acaba pasando? Que ese pensamiento, como estímulo, termina perdiendo su capacidad de generar ansiedad”, concluye.
"Como terapia no aporta nada que ya no tuviéramos y está poco documentado con estudios"
Para este especialista, como técnica terapéutica la meditación no aporta nada que ya no tuviéramos y está poco documentado con estudios. Además de tener una gran carga religiosa o mística, este tipo de técnicas están cada vez más en desuso en psicología, puesto que el paciente no debería acudir a estos especialistas a relajarse - como quien se da un masaje - sino a analizar y cambiar la conducta. Por otro lado, “el hecho de que se provoquen cambios de actividad en el cerebro no tiene importancia en sí mismo”, recalca Delgado, “lo interesante es que tenga efecto sobre el bienestar y salud de las personas”.
Referencia: Rhythmic brain stimulation reduces anxiety-related behavior in a mouse model based on meditation training (PNAS) | Imagen: Kim Carpenter (Flickr, CC)
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