Ciencia

Quedarse sin defensas podría explicar que el cáncer aumente con la edad

La clave para la prevención del cáncer podría estar en el sistema inmune y no en las mutaciones genéticas, según un nuevo estudio que podría cambiar el enfoque de la lucha contra el cáncer a nivel mundial.

Ocho millones de personas mueren de cáncer en el mundo cada año. Los hombres tienen más posibilidades que las mujeres de ser diagnosticados de cáncer a lo largo de su vida, y para la mayoría de los cánceres, el riesgo aumenta significativamente con la edad. Durante décadas se ha sabido que las mutaciones, resultantes tanto de una predisposición genética como del estilo de vida y de factores ambientales, causan cáncer. El enfoque tradicional es que el aumento de la incidencia de esta enfermedad con la edad se podría comprender y cuantificar si se necesitan múltiples mutaciones (normalmente 5 o 6) para que el cáncer comience.

 Los autores estudiaron los datos de 2 millones de casos de cáncer en personas de entre 18 y 70 años

En un trabajo publicado este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, un equipo de investigadores aseguran haber demostrado que los fallos del sistema inmune producidos por la edad podrían ser realmente la razón del aumento de incidencia de cáncer y no las múltiples mutaciones. Siguiendo la hipótesis de que un sistema inmune envejecido podría tener más índice de cáncer, puesto que la gente mayor es más proclive a desarrollar otras enfermedades, estudiaron los datos de 2 millones de casos de cáncer en personas de entre 18 y 70 años. Desarrollaron después una ecuación matemática para calcular el incremento de incidencia de cáncer en relación al declive del sistema inmune y lo compararon con los perfiles de edad en 100 tipos distintos de cáncer. El resultado fue que su modelo encajaba mejor con los datos que la hipótesis de la múltiple mutación. Como el sistema inmune suele degenerarse más despacio en mujeres que en hombres, también pudieron cuantificar la gran diferencia de género en la incidencia del cáncer, algo que las mutaciones por sí solas no pueden explicar.

Este hecho sugiere que el sistema inmune, sobre todo cuando empieza a fallar, podría jugar un papel más importante en el desarrollo del cáncer de lo que pensábamos. Si se demuestra en posteriores estudios, podría ser un gran avance en la prevención y tratamiento del cáncer a nivel mundial. “Todavía es muy pronto, pero si llevamos razón podríamos estar hablando de una nueva forma de tratar y prevenir el cáncer”, afirma la autora senior del estudio, la doctora Thea Newman, antigua vicedirectora de Investigación y Profesora de Biofísica y Biología de sistemas en la Universidad de Dundee. “Casi toda la investigación sobre cáncer se basa en cómo comprender las mutaciones genéticas, localizarlas y curar así la enfermedad. Nosotros no negamos el hecho de que las mutaciones causen cáncer, sino que nos preguntamos si por sí solas pueden explicar el rápido crecimiento de incidencia de cáncer con la edad, cuando el simple hecho de envejecer causa otros cambios profundos en el cuerpo”.

Una causa fundamental del envejecimiento del sistema inmune es la reducción del timo, glándula donde se producen las células T, que circulan por el cuerpo y eliminan las células disfuncionales o los agentes extraños. La involución del timo comienza aproximadamente al año y disminuye a la mitad de su tamaño cada 16 años, con la consiguiente reducción en la producción de células T. Los investigadores han descubierto una correlación muy fuerte entre las probabilidades de incremento de determinados cánceres y la caída en la población de células T. 

Hay una correlación muy fuerte entre las probabilidades de determinados cánceres y la caída de células T

“La hipótesis de la inmunovigilancia es que las células cancerígenas aumentan todo el rato dentro del cuerpo, pero normalmente el sistema inmune acaba con ellas antes de que un tumor pueda establecerse”, afirma el Dr. Sam Palmer. “Las células T están buscando continuamente células cancerígenas para destruirlas. Si no pueden encontrarlas lo suficientemente pronto, o el sistema inmune está debilitado, entonces la población de células cancerígenas puede crecer. Las posibilidades de que esto pase aumentarán con la edad, a medida que el timo se va reduciendo”. 

Según el Dr. Luca Albergante, que trabajaba en el Dundee y ahora en el Instituto Curie: “En nuestro modelo, imaginamos una guerra entre las células T y las cancerígenas, en el que éstas ganan si consiguen crecer hasta determinado umbral. Después hicimos que este umbral fuera menor con la edad, en proporción a la producción de células T. Esta simple hipótesis resulta ser capaz de explicar muchos de los datos sobre aumento de incidencia de cáncer”.

 Esta simple hipótesis resulta ser capaz de explicar muchos de los datos sobre aumento de incidencia de cáncer

“El aumento de la incidencia de cáncer con la edad es más lento en las mujeres, algo que esperábamos inocentemente que no tuviera relación con el género. Sin embargo, el timo empequeñece más despacio en las mujeres, así que pudimos hacer una predicción sobre la diferencia de incidencia de cáncer relacionada con el género que de nuevo demuestra que nuestro modelo es más certero que el tradicional”.

 El equipo probó su modelo con datos del programa de vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales de Instituto del Cáncer norteamericano. Los resultados demostraron que muchos tipos de cáncer parecen estar fuertemente relacionados con el envejecimiento del sistema inmune, mientras que otros lo están con una combinación de este envejecimiento y múltiples mutaciones. “Creemos que nuestros descubrimientos son muy importantes y muestran la necesidad de que tomemos más en serio al sistema inmune en la investigación contra el cáncer”, asegura La profesora Clare Blackburn, experta en biología del timo de la Universidad de Edimburgo. “Además de las mutaciones” – añade – “esto sugiere que podríamos centrarnos también en cómo estimular la función del timo de forma controlada, quizás por trasplante o regeneración controlada, de modo que podríamos aumentar el número de células T que fabricamos. Por supuesto, también tendríamos que ver si esto produciría otras consecuencias indeseadas, y cómo minimizarlas si ocurrieran”.

Referencia: Thymic involution and rising disease incidence with age (PNAS)

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