A pesar de su adaptación exitosa a diversos entornos durante cientos de miles de años, los neandertales desaparecieron de la faz de la Tierra. La razón exacta sigue siendo un tema de debate entre los científicos, aunque todo apunta a que fue en la península ibérica donde se produjo su extinción. Algunos estudios sugieren que podrían haber sido absorbidos o desplazados por poblaciones de Homo sapiens que migraron a la península desde el norte de África durante el Paleolítico superior. Otros investigadores añaden a esto los desafíos ambientales a los que tuvieron que enfrentarse.
Lo que es incuestionable es la rica y amplia herencia arqueológica que dejaron por casi toda Europa, y la península ibérica es un territorio clave para su estudio. Destacan decenas de yacimientos con ocupaciones, así como restos fósiles descubiertos en lugares como la cueva de El Sidrón (Asturias) o la Sima de las Palomas (Murcia), que han contribuido significativamente al conocimiento que hoy tenemos sobre los neandertales.
Enterrar a los nuestros
Dar sepultura a nuestros difuntos no es una práctica única de los humanos modernos. Nuestros antepasado prehistóricos también lo hacían, algo que revela una clara capacidad cognitiva. En la actualidad, ha adquirido gran popularidad el yacimiento de Cova Foradada (Valencia), que podría ser el enterramiento neandertal más antiguo de la península ibérica.
Habitualmente, los restos humanos de esta época se encuentran muy fragmentados, en cambio, en este lugar, fueron depositados con sumo cuidado sobre su parte derecha, lo que ha permitido que perduren hasta el momento presente, casi completos, tanto su cráneo como su mano, con lo que aportan una valiosa información de carácter anatómico.
Musteriense, un avance tecnológico
Durante su existencia a lo largo del Paleolítico medio, se desarrolló la cultura Musteriense, caracterizada por el trabajo de la piedra para producir puntas de lanza o herramientas como los denticulados, similares al actual cuchillo de sierra.
Gracias al estudio de esta industria lítica, podemos conocer datos muy interesantes de la vida cotidiana de nuestros antepasados. Por ejemplo, yacimientos como la Cueva del Arco (Murcia) están permitiendo conocer cómo organizaban espacialmente su hábitat, o Cueva Antón (Murcia), donde hemos podido extraer datos que atestiguan, gracias al estudio microscópico de las huellas de uso encontradas en las herramientas, en qué épocas trabajaban más la piel o la madera.
Cómo cocinar cangrejos
Por otra parte, para profundizar en determinadas cuestiones, por ejemplo de tipo culinario, ha ayudado mucho la arqueología experimental. Esta disciplina aporta técnicas que permiten ratificar cuestiones tan llamativas como conocer de una manera sistemática, por primera vez en la historia, el consumo de crustáceos marinos, tal y como ocurre en Figueira Brava (Portugal).
Los resultados experimentales indican que los cangrejos se asaban, lo que debilitaba el caparazón y facilitaba su apertura. Aunque también es posible desarticular manualmente las patas, la mayoría de las veces se debió necesitar el uso de un pequeño martillo de piedra. Las cicatrices de impacto y las fracturas longitudinales atestiguan el uso de este tipo de herramientas para acceder a las partes más carnosas de estos animales.
El arte, una prueba de su desarrollo cognitivo
Aunque tradicionalmente se pensaba que los neandertales carecían de expresiones artísticas complejas, los objetos de adorno y el arte son pruebas de que nuestros antecesores poseían mente simbólica.
Existen ejemplos de arte rupestre neandertal en La Pasiega (Cantabria), Maltravieso (Cáceres) y Ardales (Málaga). En las paredes de las tres hay símbolos y unas manos datadas antes de que los humanos modernos llegasen a Europa, hace unos 45.000 años.
Lo mismo ocurre con unas conchas con el umbo perforado, encontradas en la Cueva de los Aviones (Murcia), que muy probablemente sirvieron como adorno personal. Aunque el significado exacto de estos elementos simbólicos sigue siendo objeto de debate, su existencia sugiere una capacidad cognitiva más compleja de lo que se pensaba anteriormente y desafía las concepciones tradicionales sobre su naturaleza y comportamiento.
Todas estas evidencias sugieren que los neandertales estuvieron presentes en Europa y, en concreto, en la península ibérica, durante un importante período de tiempo, aunque su desaparición sigue originando muchas incógnitas.
Lo que sí tenemos claro a día de hoy es el gran legado que nos han dejado. Arte, tradición y cultura material se mezclan con un componente mucho más importante y personal, el ADN neandertal que toda persona europea y asiática porta en su genoma.
Ignacio Martín Lerma, Profesor Titular de Prehistoria, Universidad de Murcia.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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