Cada vez son más las cigüeñas blancas que permanecen todo el año en la Península, sobre todo por el fácil acceso a comida en los vertederos, según datos de SEO/BirdLife. Este hecho, que ha permitido la recuperación de la especie, puede tener otra cara: los elementos tóxicos de la basura inciden en la salud de las aves. Hace unos años apenas el 2% de la dieta de las cigüeñas provenía de basura, cuando en la actualidad supera el 75%, asegura la bióloga Ana Bermejo.
La organización SEO/BirdLife ha realizado el seguimiento a más de 50 cigüeñas dentro de su programa Migra, que cuenta con la colaboración de Fundación Iberdrola España. Los datos obtenidos por los dispositivos GPS que portaban los ejemplares corroboran la evidencia: un número creciente de cigüeñas decide no cruzar el Estrecho en los meses más fríos. "Sin embargo, el análisis ofrece un dato interesante: las aves jóvenes migran en su mayoría a África, siguiendo aún su instinto", indica Bermejo.
"Durante el invierno sus movimientos son básicamente alrededor del vertedero de Valdemingómez"
Un ejemplo de que los adultos ya no visitan África es Blas, un macho adulto marcado con GPS en 2012 en Pinilla del Valle (Madrid) y cuyo devenir ha sido registrado durante cinco años en más de 10.000 localizaciones. Cada año entre el 10 y el 20 de julio abandona la sierra de Madrid, donde ha criado todas las primaveras, y viaja hasta el sureste de la capital, donde pasa el invierno, a tan solo 70 kilómetros de su nido. "Durante el invierno sus movimientos son básicamente entre el vertedero de Valdemingómez, donde se alimenta de día, y las graveras del El Porcal y aledañas, donde pasa las noches. A finales de enero regresa a su territorio para criar un año más", añade la bióloga.
Este viernes, 3 de febrero, es San Blas. El refranero declarará oficialmente la llegada de las cigüeñas blancas. Para volar hasta aquí, habrán tenido que recorrer más de 3.000 kilómetros desde sus zonas de invernada, en África. Eso, los ejemplares que migran, que son casi siempre los más jóvenes. Con una población de cigüeña blanca cada vez más estable, el famoso refrán pierde vigencia, aunque el hecho de que permanezcan entre nosotros durante todo el año no siempre está facilitando su existencia.
Cigüeñas protegidas
La proliferación de vertederos no es la única intervención del ser humano sobre la especie. A través de todo tipo de dispositivos, se trata de impedir la llegada y nidificación de las aves en los tejados, un gesto que puede llegar a ser delito. La cigüeña blanca, una especie protegida, forma parte de nuestro patrimonio natural que debe y merece convivir con el patrimonio histórico.
Antiguamente, se recibía a las cigüeñas como auténticas deidades o símbolos de buenaventura, con capazo de bebé incluido. En la actualidad, es cada vez más fácil ver todo tipo de sofisticados dispositivos para evitar que aniden en los tejados de iglesias y edificios: empalizadas de pinchos afilados, dispositivos antiposado o cables electrificados que, en algunos casos, son de dudosa legalidad. A ello se unen las retiradas de nidos dentro del periodo de cría, que ahora comienza.
“Darles muerte, molestarlas o destruir sus nidos puede llegar a ser delito”
Este tipo de soluciones no siempre se ajustan a Derecho. “Las cigüeñas están protegidas por la legislación nacional y europea, al igual que sus nidos, pollos y huevos. Darles muerte, molestarlas o destruir sus nidos puede llegar a ser delito”, explica el responsable de Especies Amenazadas de SEO/BirdLife, Nicolás López.
“La retirada de nidos solo se puede autorizar de manera excepcional y de forma justificada, después de haber cumplido una serie de criterios estrictos y únicamente si no existe una alternativa satisfactoria. En todo caso, las autorizaciones, que conceden los órganos competentes de las comunidades autónomas o sus delegaciones territoriales, deben respetar el periodo de cría de las cigüeñas”, recuerda López, “y si realmente hay que retirar un nido por motivos de seguridad, deben ofrecerse alternativas viables para la nidificación de esta especie”.
Además, este tipo de medidas no suelen suponer una solución al problema: no hay garantía de que las cigüeñas se abstengan de anidar de nuevo en la edificación donde se les ha retirado el nido, ya que generalmente vuelven cada año al mismo lugar.
Patrimonio cultural y natural
“Tanto los edificios históricos donde tienen los nidos como la colonia de cigüeñas son patrimonio de la ciudadanía. La ley otorga protección a ambos, al patrimonio histórico-cultural y al natural. No existe prevalencia legislativa de ninguno de ellos y, sin embargo, la destrucción de nidos y la colocación de medidas disuasorias peligrosas parecen proteger únicamente a uno. Debemos aprender a que la conservación de ambos patrimonios debe ir unida, y que se puede y se debe compatibilizar”, indica el biólogo de SEO/BirdLife.
“La descarga de material de los nidos, que pueden llegar a pesar cientos de kilos, y un traslado controlado de los nidos de una colonia que, por ejemplo, esté asentada en un edificio son medidas que pueden evitar daños en las cubiertas”, apunta. “Otra efectiva solución consiste en colocar cestas metálicas en los puntos del edificio donde su estructura no se vea comprometida. La creación de colonias artificiales mediante postes está dando también resultados muy positivos para el traslado de colonias. Son soluciones viables y compatibles con la conservación de la especie”, añade.
Fuente: SEO/BirdLife Más información: www.migraciondeaves.org
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