El equipo de Christina Hansen Wheat, de la Universidad de Estocolmo, estudia cómo afecta la domesticación al comportamiento de los animales. Para su último estudio decidió hacer una serie de pruebas casi rutinarias. Cogió a trece cachorros de lobo de tres camadas diferentes y los sometió a una serie de pruebas como las que realizan habitualmente los cachorros de perro. Una de ellas, consistía en lanzar la pelota para que el animal la devolviera, un comportamiento que se produce de manera natural en los perros y que en los lobos no esperaban de ninguna manera. Pero entonces sucedió: uno de los lobeznos se lanzó a por la pelota y se la llevó a la persona que estaba con él en la habitación. Y sucedió lo mismo con otros dos animales.
“Cuando vi al primer cachorro devolver la pelota se me puso la carne de gallina”, asegura la investigadora. “No esperaba eso. No creo que ninguno de nosotros lo esperara. Fue especialmente sorprendente que los lobos devolvieran la pelota a una persona a la que no habían visto nunca antes”. Los detalles del experimento los ofrecen los autores en un trabajo publicado este jueves en la revista iScience en los que explican la importancia del hallazgo. Hasta ahora, resaltan, se había hipotetizado que las habilidades cognitivas necesarias para entender pistas ofrecidas por una humano, como las que se requieren para el juego de tirar y devolver un objeto, aparecieron en los perros solo después de que se produjera la domesticación de la especie, hace unos 15000 años.
“Era tan inesperado que inmediatamente supe que significaba que si la variación [genética] que induce al juego dirigido por humanos existe en los lobos, este comportamiento pudo ser un objetivo potencial para las primeras presiones selectivas producidas durante la domesticación de los perros”, explica Hansen Wheat. En otras palabras, el resultado abre la puerta a la posibilidad de que hubiera una serie de rasgos preexistentes en los lobos que se potenciaron en la domesticación más que surgir durante ellas, lo que nos ayudaría a entender el comportamiento de ambas especies y cómo se produce este proceso.
Para el biólogo Antonio José Osuna Mascaró, experto en comportamiento y cognición animales que no ha participado en el estudio, se trata de un resultado muy interesante, dado que “podría apuntar a que jugar a "atrapar y devolver" podría tener raíces más profundas de lo que inicialmente parecía”. “Del mismo modo que recientemente se ha publicado un trabajo en el que las ratas jugaban al escondite con humanos”, explica a Vozpópuli, “el que los lobos puedan hacer esto nos llevaría a pensar que lo que hacen los perros sea menos resultado de la interacción con humanos (que también) y un poco más (de lo que creíamos) algo natural para ellos”.
"Jugar a "atrapar y devolver" podría tener raíces más profundas de lo que inicialmente parecía"
El especialista cree que el impulso de correr a la pelota es más predecible, ya que tiene mucho de simulación de caza, y que es el gesto de devolverla al humano y atender a sus pistas visuales lo que resulta más llamativo. El segundo motivo por el que el resultado le parece interesante”, subraya, “es que son crías de lobo, no lobos adultos”. Con perros, recuerda, puedes jugar a la pelota a cualquier edad, mientras que con lobos es posible que esto no sea así. “El síndrome de domesticación que distingue a los perros de los lobos los hace conservar características que en los lobos solo esperaríamos encontrar en los más jóvenes”, concluye. “Probablemente”, ironiza, “siempre hemos jugado a atrapar la pelota con pequeños lobos, solo que desde algún tiempo tienen forma de perros”.
Referencia: Intrinsic ball retrieving in wolf puppies suggests standing ancestral variation for human-directed play behaviour (iScience)
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