Día duro para el deporte español, que hoy quería llevarse una medalla oro en los Juegos Olímpicos de París 2024. El murciano Carlos Alcaraz no ha podido repetir la alegría que sí han dado Sorribes y Bucsa este domingo en el tercer puesto de dobles femenino y ha caído derrotado ante el que muchos consideran el mejor jugador de este deporte de toda la historia, el serbio Novak Djokovic, que consigue con 37 años la medalla dorada que tantas veces se le negó. Lo ha conseguido en un encarnizado partido de solo dos sets en el que la igualdad ha sido máxima y en la que solo las muertes súbitas —7-6(3) y 7-6(2)— y la experiencia de Nole han conseguido terminar con las esperanzas de un joven tenista que no ha cedido ni un solo juego en dos horas y 51 minutos.
Nadie quiso fallar en la primera manga
El primer set, en el que fue mejor el español, comenzó sacando el que al final lo ganó, el serbio, que no falló en ninguno de sus juegos. De hecho, el primer susto del partido pudo llevárselo el de El Palmar, que tuvo que salvar la primera bola de rotura del set en cuanto comenzó a sacar y no tuvo más alternativa que emplearse a fondo y sacar la casta para realizar su primer golpeó cortado de la tarde.
Esta pequeña conquista fue clave para se construyese la espectacular primera manga de esta final olímpica sobre la arena de Roland Garros: Carlitos se vino arriba para, una vez ganado el juego de su primer saque, ponerse 0-30 en el arranque del siguiente. El toma y daca estaba a punto de comenzar, con amenazas de rotura constantes por parte de unos y otro jugador. Djokovic sacó la experiencia y no se dejó ir: remontó con cuatro puntos seguidos, se llevó su juego, nos hizo pensar a todos que se llevaría el siguiente de su rival, en el que disfrutó de tres bolas de break que, sin embargo, no supo hacer valer. Increíble comienzo en el que el español estuvo ligeramente mejor que su contrincante, al que venció en Wimbledon hace tres semanas. 2-2.
A las primeras de cambio, los papeles se intercambiaron: Alcaraz hizo sufrir a Djokovic y cerca estuvo de romper su servicio en otras tres ocasiones en el juego más largo en lo que iba de partido: 3-3 y ahora era el serbio el que demostraba que merecía ser recordado como el mejor de la historia.
Carlos comenzó a sacar con mucha comodidad y esto le llevó a ganar su juego y hacer el 4-4 con aparente facilidad al conseguir un juego en blanco que contrastaba con lo que se estaba viendo hasta el momento en París.
El final del set se veía próximo, pero era complicado adivinar para qué lado se inclinaría la balanza ante tanta igualdad. Las espadas estaban en todo lo alto y Novak hizo correr a Carlitos de un lado al otro de la pista. 5-5 después de mucho esfuerzo y fue un juego después cuando Carlos la tuvo, pero no pudo: se le fue un globo muy largo y el español tuvo que sacar para defenderse. El serbio se ponía 6-5 y se aseguraba la muerte súbita.
Alcaraz salvó un 40-30 que habría sido el final, pero con un golpeó excelente acabó golpeando con la derecha en un punto al que Djokovic no pudo llegar, de modo que 6-6 y se las tuvieron que ver en el temido tie break, que se lo acabó llevando el que más tiempo llevaba en esto: el serbio, tras hora y media de sufrimiento por ambas partes, metió la directa y, con un par de despistes de su rival, se acabó adelantando en la segunda mitad de la muerte súbita para acabar desesperando al español. Fue ahí cuando peor estuvo Alcaraz, precisamente en ese puñado de puntos, y acabó perdiendo por 3-7.
Segundo set, también sin roturas
El nivel de tenis tampoco defraudó en la segunda manga. Si bien es cierto que pareció perder la concentración por momentos después de un primer parcial extraordinario y, sin embargo perdido, Alcaraz hizo valer su saque y el empezó el segundo set por delante.
El español no bajó los brazos en ningún punto, aunque comenzaron a aparecer las imprecisiones. Djokovic, que se hizo con el primer parcial sin merecerlo tanto como el español, comenzaba a cambiar su juego, de repente parecía que le salía todo, que podía imponerse con mayor facilidad, pero seguía sin producirse la ansiada rotura del saque, por lo que aún quedaban esperanzas del darle la vuelta a la final.
Carlos Alcaraz bajaba ligeramente el nivel con respecto al primer set, necesita algo más de intensidad y velocidad en las piernas, pero no la encontraba. Sin embargo, como si del jugador con más experiencia del circuito se tratase, supo salir de situaciones limite, fue capaz de arriesgar y consiguió salir triunfante de sus juegos. De hecho, Djokovic disfrutó de otra bola de break que tampoco supo ganar y el murciano se la tiró por la borda consiguiendo el 2-1 con una seguridad impropia de un chico de 21 años que disputa una final olímpica.
Ahora era Djokovic el que se llevaba un juego en blanco y hacía el 2-2. La igualdad era máxima, como en todo momento, aunque la seguridad del serbio en su saque era más que notoria, mientras que a Carlitos se le comenzaban a notar ciertas imprecisiones —no convirtió ninguna de las bolas de rotura—. Hasta una patada al aire se le vio dar al murciano, pero no iba a quedar ahí.
Y se llegaba así al descanso del 2-3, con un marcador apretado. Después, 3-3, 4-3, 4-4 y 5-4 para el español. Trepidante el ritmo que se estaba atestiguando en la Philippe Chatrier y ahora era Carlos el que estaba teniendo un marcador a su favor que le hacía soñar de nuevo. O eso o lo acaba pagando caro, porque la desesperación de dejaba entrever. "¡Ya no sirvo más en ese lado!", se le escuchó gritar decepcionado a Carlos Alcaraz en la principal de Roland Garros.
Y lastimosamente así fue. Djokovic ganó el 5-5 con algo de suerte. O al menos eso le parece a uno cuando lo único que desea es ver a Alcaraz ganar el torneo olímpico. Por cuestión de centímetros las pelotas no quisieron entrar en ese juego, y Nole lo sabía, así que pidió irse a por la toalla, para acabar de sacar a todo el mundo de quicio. Ahí hizo sufrir a Carlos —nos hizo sufrir a todos— retrasando el comienzo del juego que debía servir el español.
Por un momento apareció la magia para que Carlos Alcaraz se llevase un juego en blanco, el del 6-5. Simplemente espectacular, increíble, insuperable. Todo igual. Igual de infartante. Igual de igualable. Y, por eso, 6-6 para repetir la historia de la primera manga y acabar la agonía en un tie break.
De la misma manera que en el primer set, Novak Djokovic se llevaba el segundo jugando la muerte súbita y viendo cómo Carlitos disputaba los que, de lejos, fueron sus peores puntos del torneo. Así es como ganan las leyendas, el que para muchos ha sido el mejor jugador de este juego de todos los tiempos, Nole, que por fin consigue el oro que tantas veces se le resistió.
Para Carlitos, habrá más ocasiones.
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