Vayamos por partes. Asier Illarramendi, como futbolista profesional que es, tenía todo el derecho a pedir, e incluso exigir, a la Real Sociedad que le traspasara por la cantidad que estipulaba su cláusula de rescisión. Aunque lo hizo a espaldas de la Real, también era libre para escuchar y aceptar la oferta que le hizo el Real Madrid: un contrato por seis temporadas, a razón de 2,5 millones de euros el primer año, con un montante total que rondará los 15 millones.
Claro que, del mismo modo, Jokin Aperribay tenía todo el derecho a no querer traspasar a Illarramendi y remitir al Real Madrid el pago de su cláusula de 30 millones como única vía para hacerse con su jugador y en contra de su voluntad. En realidad, el Madrid no ejecutó la cláusula, sino que hubo un pacto para que pagara lo que estipulaba ésta, más el IPC de los últimos tres años y el IVA correspondiente. Por eso, que el cheque con los 38.949.900 euros "fuera depositado en la sede de la Liga de Fútbol Profesional fue algo testimonial. La coartada de Aperribay para poder decir, y en cierto modo con razón, que la Real no ha vendido a Illarra, sino que ha sido él quien se ha ido.
Siguiendo con una lectura pragmática, esa que curiosamente tanto les gusta a los que no les gusta el fútbol, que la Real ingrese 38,9 millones de euros por un jugador que aún no ha debutado en la selección absoluta se antoja una gran operación. Sin embargo, como no se cansa de repetir Aperribay, "preferíamos a Illarra que el dinero". No entender que los aficionados -como los de cualquier otro club- se molesten con la marcha de uno de sus jugadores más valorados es no entender lo que es el fútbol y, por supuesto, qué representa la Real para ellos. Que Illarra se haya querido ir a la primera oportunidad que se le ha presentado es un enorme desengaño para la hinchada txuri uridn y, como dijo Aperribay, pone en peligro la política deportiva del club.
"Es una oportunidad única e irrechazable", dijo Illarramendi en la rueda de prensa en la que se hizo oficial su marcha, y en la que la Real tuvo la deferencia de permitirle despedirse cuando ha sido él quien se ha querido ir. Al menos, Asier no ha tenido que saltar ninguna valla, tal y como le sucedió a Javi Martínez en el Athletic el verano pasado. Por cierto, ambos jugadores comparten agencia de representación.
El mutrikuarra aseguró que "tomar la decisión no ha sido nada sencillo y me ha costado lo suyo". Al igual que sus lágrimas, seguro que las palabras de Asier fueron sinceras. Sin embargo, si sus criterios para decidir irse al Real Madrid han sido estrictamente profesionales y económicos, tampoco puede pretender que la afición se conmueva con sus llantos e, incluso, los más viscerales los vieran como otra gran interpretación, a la altura del video promocional que grabó la temporada pasada o su célebre frase "no me veo con otra camiseta".
"Estoy muy contento", dijo Illarra a su llegada al aeropuerto de Barajas. El centrocampista tenía 15 millones de razones para querer irse al Madrid, club con el que este sábado será presentado y en el que aspira a ganar muchos títulos. De momento, tendrá que aclimatarse a un cambio brusco y a una presión que hasta ahora no ha tenido. "Yo siempre he sido realista y siempre lo seré", afirmó aún de cuerpo presente en Anoeta. Un mensaje que más de uno deberá tener en cuenta cuando le pida que bese el escudo del Real Madrid. ¿O esa oferta también será irrechazable?
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