Koke pone un córner desde la derecha con la pierna que heredó de Pantic y Miranda, que corre al primer palo, cambia de dirección la pelota con la cabeza. Gol. Busquen en youtube. Cambia el rival y el minuto, pero encontrarán variadas muestras calcadas de la jugada maestra del Atlético. La que le dio, aunque a la segunda, la final de Copa de 2013, la que abrió la victoria ante el Eibar, la que ayer al fin rompió el maleficio rojiblanco en Almería. Hay otra versión muy reproducida, con el mismo pasador, o a veces Gabi, y distinto rematador (Godín), remate (más fuerte y picado) y lugar de encuentro (más hacia el punto de penalti): así rescató el título de la Liga pasada en el Camp Nou, así se puso por delante ante el Celta, así casi también marca ayer. Pero la jugada es la misma, casi la única. A veces con Tiago o Raúl García, antes Diego Costa, de ocasionales protagonistas para la definición. La fórmula con la que el Atlético conquista sus partidos en la era Simeone sin que sus adversarios, de sobra avisados, sepan encontrar una manera de responder.
No descubre el Atlético aún la llave del juego, aunque siempre queda un pase profundo de Koke, que piensa más rápido que nadie, una delicatesen de Arda, un salto de Raúl García para prolongar un pelotazo frontal del portero o, ahora, una invención de Griezmann, al que Simeone esta vez sin la presión del Calderón volvió a mandar a la ducha con muchos minutos de antelación. Pero en general de ideas hay pocas. Mucho orden defensivo (esta temporada con frecuentes despistes impropios), mucha desgaste y sacrificio en la presión, pero poca soltura con la pelota en los zapatos. Pero le queda el arma original, ese balón parado del que nadie, ni siquiera el Atlético del doblete, había conseguido sacar tanto petróleo.
El Atlético es una acción, una sola, pero de una eficacia insultante. Son siete goles los que lleva el equipo madrileño en esta Liga y los siete (tres de Miranda) han sido a balón parado (el segundo ante el Madrid, tras un saque de banda agrandado por la ejecución final). Y así marcó también el primero en la Supercopa. Saques de esquina, de falta, de banda, de puerta... El balón parado. Horas de trabajo planeado y ensayado, un peligro reproducido y advertido contra el que por ahora no se conoce remedio. Eso es el Atlético.