Está semana no hemos podido deleitarnos con la magia de Modric, la elegancia de Benzema o el desparpajo de Iago Aspas sobre el césped. Pero a cambio hemos asistido a otro espectáculo no menos sorprendente: la salida en tromba de la prensa que come en la mano de Florentino Pérez para poner el grito en el cielo por la suspensión del partido de Vigo. El temporal y la deficiente situación de las cubiertas de uralita del municipal de Balaídos justificaban tal decisión.
Con la indisimulada intención de contentar al 'ser superior', cuya indignación se disparó por la noticia de la suspensión, el sábado los alcahjuetes del florentinato se lanzaron a las páginas, ondas y pantallas habituales a denunciar "oscuras razones" tras la decisión del alcalde vigués, Abel Caballero. La verdadera ciclogénesis, la de la prensa madrileña y/o 'madridista', alcanzaba cotas asombrosas advirtiendo incluso sobre la "alerta por oleaje en Ourense". Ciudad a 65 kilómetros del mar...
El domingo, 24 horas después, con el norte del país pertrechado ante el temporal, los voceros se batían en retirada retratados por sus conspirativas tesis sin sentidiño. Sin embargo, siendo constructivos, este capítulo ha 'permitido' al periodismo deportivo alcanzar cotas insospechadas como la crónica del partido que no se jugó, asombrosas discusiones sobre la idoneidad de la uralita o reflexiones meteorológicas de un calado desconocido hasta la fecha. Finalmente el partido no se disputó para berrinche de un Florentino que, herido en su arrogancia, ha amenazado con irse a jugar la Superliga europea.
Y mientras, los estómagos más agradecidos de la prensa se relamen tras rentabilizar el episodio acumulando 'méritos' para seguir calentando silla en esas tertulias gobernadas por Pérez a golpe de smarthphone. A los pobriños siempre nos quedará Bein Sports...
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