Cuando la expedición del Real Madrid abandonaba el Zalgirio Arena, de Kaunas, tras ganar 104-105 y acercarse a cuartos de final de la Euroliga, un aficionado del Zalgiris agredió a Rudy Fernández. El alero iba a subirse al autobús que llevaba a la expedición blanca al aeropuerto y dos hinchas se le acercarcon por detrás, uno le dio un empujón y un golpe en la cara que incluso le hizo sangrar, según algunas versiones, que también hablan de que el jugador pudo caer al suelo.
Un guardia jurado contratado por el Madrid tuvo que reducir a uno de los hinchas ayudado por agentes de seguridad del Zalgirio Arena, mientras que el otro se escapó. Después de unos momentos de tensión y con Rudy repuesto del susto, el Madrid se personó en una comisaría de Kaunas para denunciar al agresor y en el club blanco también confían en que la Euroliga tome las medidas oportunas.
En previsión de un mal recibimiento al equipo, y a Rudy en particular, tras su polémico comportamiento del partido de ida, en el que se encaró con Jankunas después de ponerle el tapón de la victoria, el Real Madrid había contratado a un agente de seguridad ruso para acompañar al equipo en su viaje a Kaunas. El alero internacional fue abucheado cada vez que tocaba la pelota.
Los dos individuos que agredieron a Rudy fueron arrestados por la policía de Kaunas y aunque en un principio se aseguró que permanecerían detenidos durante al menos dos días, una horas después fueron puestos en libertad con cargos, según informa el diario Lietuvos Rytas. Se trata de los hermanos Normundas y Nauris Maciai, dos reconocidos hinchas ultras del Zalgiris. Uno de ellos fue detenido en el acto, mientras que al otro la policía lo lo encontró ebrio cerca de la estación central.
Los hermanos dijeron a la prensa local que lamentaban lo sucedido, pero lo justifican: "Lo hicimos para defender el honor de Lituania porque alguien nos provocó llamándonos comunistas”. Lejos de sentirse apesadumbrados, los Maciai bromearon con las descargas eléctricas que les aplicó la policía en la detención: "Ha sido como un masaje, no hemos sentido nada. La policía es buena”.
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