El despertador de Mikel Aguirrezabalaga suena tres veces por semana a las seis y media de la mañana. Los otros dos días disfruta de media hora más de sueño. El lateral izquierdo de Ademar León vende prótesis de traumatología por las mañanas y afina su puntería desde los nueve metros por las tardes, su especialidad fuera de la oficina. Cuando llega a casa, apenas tiene tiempo para bañar a sus niños y darles de cenar junto con su mujer. A las once, como un clavo, se acuesta.
El vasco no tenía pensado ponerse a trabajar en algo que no fuera el balonmano. Su intención era dedicarse únicamente al 40x20, como había hecho hasta ahora. Sin embargo, tras una experiencia amarga en tierras ucranianas primero y alemanas después, decidió que su tiempo en el 'exilio' deportivo había terminado. Volvería a España aún a sabiendas de que no podría vivir sólo del balonmano. Así y pensando en su familia, se aventuró a probar a trabajar y jugar a la vez. "Me planteé labrarme un futuro distinto y al club también le interesaba tener un jugador como yo, sólo entrenando por las tardes, porque si no, les sería imposible ficharme", dice, confesando casi a renglón seguido que para nada le ha resultado fácil. "Se está mucho mejor preparado física y mentalmente cuando sólo te dedicas a una cosa".
"Si algo tiene la Liga es que puede pasar cualquier cosa", asegura Sergio Berrios
Son los gajes de una LIGA ASOBAL BAUHAUS en la que jóvenes promesas y viejas glorias con caché rebajado han llenado el hueco que dejaron las grandes estrellas en su marcha hacia Alemania, Francia o Hungría. Veteranos como Alen Muratovic en Cangas, Dimitrije Pejanovic en Granollers, Diego Moyano en Benidorm o García Vega en Ademar conviven con otros que piden paso como Paredes, Serdio y Río en Gijón, Piñeiro y Biosca en León o Nacho Plaza en Puerto Sagunto. Los primeros, pluriempleados. Y los segundos, volcados en estudiar. Distintas generaciones, pero un mismo carácter todoterreno.
"Es un tema de futuro"
Precisamente ese talante multi-tarea es el que también caracteriza al central del modesto Villa de Aranda, Diego Camino. El vallisoletano 'batalla' con tres hijos de menos de cinco años antes de entrar a trabajar en una de las empresas colaboradoras con el equipo. Además de ser una pieza más en el engranaje del tejido productivo español, es el cerebro del conjunto que ha terminado octavo en la máxima categoría del balonmano español. Tras doce años en las filas arandinas, diez de ellos conciliando oficina con entrenamientos, reconoce, como Aguirrezabalaga, que no es una tarea fácil: "Se hace con mucho, mucho esfuerzo".
Diplomado en Empresariales, Camino admite que podría haberse dedicado en exclusiva al balonmano y sin embargo, optó por compaginar vida deportiva y carrera profesional casi por imposición de sus padres. "En casa pusieron por delante los estudios", comenta, añadiendo que además de un tema económico, compatibilizar ambas labores, "es una cuestión de futuro".
Forjado en mil batallas balonmanísticas, el líder del conjunto burgalés destaca como cambio positivo en la Liga ASOBAL BAUHAUS el hecho de que los jugadores se hayan puesto las pilas en su formación profesional: "Antes, era muy raro el jugador que hubiera acabado una carrera universitaria, sólo se dedicaban a jugar y muchos habían abandonado los estudios. Ahora, sin embargo, tengo compañeros que con 24-25 años van por su segunda carrera".
Demetrio Lozano al rescate
A 280 kilómetros al este de la Ribera del Duero, el balonmano tiene conquistada otra ciudad. En Zaragoza, la gesta parecía imposible. En la séptima jornada de la Liga ASOBAL BAUHAUS, el Balonmano Aragón ocupaba el último puesto de la tabla con sólo un punto. Sin embargo, el milagro llegaría desde el banquillo. Su entrenador, Demetrio Lozano, único jugador con tres medallas olímpicas (Atlanta 96, Sidney 2000 y Pekín 2008) y campeón del mundo (Túnez 2005), decidía volver a las pistas. Con 39 años, sería entrenador-jugador. Y, a la postre, salvador de su equipo desde la pista.
"Empezamos perdiendo muchos partidos y tenía que estar casi más tiempo animando a los jugadores y al cuerpo técnico para convencerlos de que podíamos salvarnos, de que teníamos que luchar", comenta en declaraciones a Vozpópuli. Los seis puntos de la primera vuelta se vieron compensados con los 17 conquistados en la segunda gracias a ocho victorias y un empate, algo que ha permitido al equipo maño terminar como el quinto mejor de la segunda parte de la temporada y lograr la salvación una jornada antes de que finalizara el campeonato liguero.
"Trabajar y entrenar al mismo tiempo más que un tema económico, es una cuestión de futuro", asegura Camino
"Al final lo hemos conseguido", relata aliviado Lozano, reconociendo que "ha sido bonito pero muy duro". El agotador final de campaña, en la que ha terminado con 146 goles en 23 partidos, lo ha sido aún más si cabe porque además de compaginar labores técnicas con las de jugador, está volcado en su faceta como profesor. Lozano, que puede presumir de ser el docente con el palmarés deportivo más envidiable, lleva tres años dando clases, como no, de balonmano en la Universidad San Jorge de Zaragoza. Doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, asegura que le resulta "muy fácil" transmitir este deporte a sus alumnos. "Estoy con el balón en la mano todo el día, intento hacerlo lo mejor posible pero también tengo claro que ser buen jugador no implica ser buen profesor", apunta al respecto.
El pluriempleado Lozano, ex jugador del todopoderoso Barcelona, que esta campaña ha igualado el siete de siete del 'Dream Team', ve la botella medio llena pese a jugar en una competición que ha visto desaparecer a históricos como Teka, Portland San Antonio o Ciudad Real. "Si los tiempos han cambiado, hay que aprovecharlo", manifiesta convencido de que lo bueno de la competición es que muchos de los jóvenes que ahora juegan, hace unos años "no habrían podido ya que estaban los mejores extranjeros y nacionales".
Asimismo, valora positivamente que la crisis haya 'obligado' a "los jugadores a compaginar el balonmano con un trabajo o estudios". Él esto lo tuvo claro desde su debut: "Yo siempre estuve estudiando cuando jugaba como profesional y eso me ha dado la oportunidad de trabajar como profesor y de labrarme otro futuro. Es algo que no muchos han hecho y que tampoco muchos jóvenes entienden que debe ser así. Pero hay que prepararse porque la carrera deportiva tiene su fin". Lozano, cuyo objetivo para la siguiente temporada es seguir "sólo como entrenador" y profesor, no duda: "Los jóvenes tienen que asumir ese protagonismo y aprovechar las oportunidades de la ASOBAL para crecer".
Retirada exprés
En tal contexto de incertidumbre, llama la atención el caso del veterano Sergio Berrios, que actualmente viste la elástica de Puerto Sagunto. En su caso, la inestabilidad económica que vivió con el Balonmano Arrate le llevó a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida en el ámbito deportivo: retirarse. El extremo decía adiós a la élite en su plenitud deportiva, con tan sólo treinta años y tras trece temporadas en la ASOBAL. Sin embargo, una vez encontrada cierta seguridad económica gracias a un trabajo en la Federación Valenciana de Balonmano, donde, entre otras cosas, coordina las escuelas deportivas municipales, recibió apenas tres meses después la llamada, primero de Benidorm y después de Sagunto.
Cuatro años después de tal decisión, Berrios es otro de los todoterreno de la Liga ASOBAL BAUHAUS. "A veces se hace cuesta arriba pero se lleva bien porque hago lo que me gusta y me siento recompensado a nivel de satisfacción deportiva", manifiesta el extremo, que comparte vestuario con un policía, un farmacéutico, un trabajador de una empresa de distribución de material médico y un profesional del márketing y la publicidad.
"La liga sigue bonita"
Las cotizaciones a la Seguridad Social de los viejos rockeros del balonmano contrastan con las horas entre apuntes de los que reclaman un hueco en la élite. Reconocen que ha bajado tanto la calidad como el potencial económico, pero todos coinciden en que éste es el torneo de las oportunidades y de la emoción.
"Antes los mejores jugadores del mundo querían jugar en nuestra liga y ahora no es así pero también creo que esto les dará muchas más opciones de llegar más alto a la gente joven española", opina Aguirrezabalaga, señalando que "aún con todo, la liga sigue emocionante y bonita". Así lo comparte Lozano: "Hemos ganado en emoción aunque el problema es el Barcelona. Si no jugara, sería aún más emocionante. Ellos juegan en otra liga y eso va en detrimento del espectáculo".
"Tal y como están las cosas, el que sólo vive del balonmano es un privilegiado", sostiene Adrián Rosales
Una emoción que se traduce en finales de infarto con equipos que aún jugándose el descenso han dado la sorpresa en canchas tan difíciles como Granollers o Pamplona, tercero y cuarto respectivamente. "Si tiene un atractivo distinto al de otros años es que puede pasar cualquier cosa", apunta Berrios, matizando: "Salvo Barcelona y Logroño, luego estamos el resto y ahí las diferencias son mínimas". "Cualquier equipo puede ganar a cualquiera y... en cualquier pista", concluye por su parte Lozano.
"Es muy difícil volver a repetirlo"
En esta Liga de máxima adrenalina, suspense y emociones a flor de piel, efectivamente, ha pasado de todo: desde el subcampeonato de Logroño al sorprendente sexto puesto del debutante Benidorm. Otros como Cuenca, en su primer año sin Zupo Equisoain, han sufrido más. Los castellanomanchegos se salvaron en la última jornada condenando al descenso a Zamora, que bajará a los infiernos junto a Gijón.
Pero si algo ha sorprendido a propios y extraños ha sido la campaña en mayúsculas de los hombres de García Pillo. Cangas, con un bloque nutrido de jugadores de la casa, mayoritariamente estudiantes, disputará competición europea, gracias, entre otras cosas, al saber hacer de Serafín Pousada y Adrián Rosales. "No nos esperábamos terminar quintos", revela el primero, recién licenciado en Administración y Dirección de Empresas. Empezó en Cangas con sólo 11 años y tiene claro que su futuro pasa por seguir formándose: "No se gana tanto dinero como en el fútbol".
A falta de un par de asignaturas para ser ingeniero industrial, el extremo Rosales no piensa en otra cosa que no sea acabar la carrera. Meter horas en cálculo o diseño, dice, no apetece demasiado después de los entrenamientos, "pero es lo que toca". Los quebraderos de cabeza que le produce la Universidad de Vigo quedan en un segundo plano cuando los compara con el mejor año de Cangas después de más de diez años en el equipo. "Es fruto de la cantera, de la juventud y de la experiencia. No contábamos con ello, de hecho, nadie hubiese apostado un duro por nosotros al principio...".
"Ha sido espectacular", zanja el jugador gallego, como grandiosos han sido los 25 años de una Liga ASOBAL BAUHAUS inmersa en su propia regeneración. Los guerreros que en ella compiten, lejos de darse por vencidos, han irrumpido en el 40x20 para proclamar que tienen más ansias de balonmano que nunca. Si esta campaña ha sido emocionante, prepárense para la siguiente. Promete... y mucho.
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