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Cinco razones para creer en otro 'Maracanazo'

Pocas veces en la historia de los Mundiales un equipo se ha plantado en el arranque de un torneo con un favoritismo tan nítido, al menos en apariencia, como lo hace Brasil en la segunda Copa del Mundo que organiza. El equipo que prepara Luiz Felipe Scolari parece incluso más fuerte y acumula una mayor experiencia que hace un año, cuando conquistó la ConfeCup barriendo a La Roja del césped de Maracaná en la finalísima.

Hay quien sostiene, incluso, que el caudal de talento de esta 'canarinha' versión 2014 es superior al del equipo del 94 o al del 2002, las dos últimas selecciones que lograron levantar el trofeo como campeones del globo terráqueo. 

La pregunta que planea sobre el ambiente a pocas horas del bautismo de fuego de esta vigésima Copa del Mundo es clara: ¿qué opciones tienen el resto de participantes? Sobre el papel, y en opinión tanto de la Prensa internacional especializada como de la propia FIFA, más bien pocas. 

Empero, si hacemos un análisis un poco más profundo del once que Scolari va a poner en liza a partir de este jueves, veremos que no es oro todo lo que reluce. Curiosamente, es en el país de la samba donde más dudas tienen respecto a que la 'Verde-Amarelha' pueda hacer buenos los pronósticos y adjudicarse el anhelado 'hexacampeonato'. 

No es que se ponga en tela de juicio la calidad de su escuadra o el liderazgo indiscutible de Neymar, pero por estos lares, donde el 'futebol' se sirve tanto en el desayuno como en la cena, consideran que sus rivales pueden explotar sus limitaciones, especialmente en materia defensiva. 

"No me gusta la palabra favorito. Brasil tiene más opciones que algunas selecciones, eso es cierto, pero hay otros equipos lo suficientemente buenos como para ganar. Tenemos a Neymar, a Hulk, a Fred, a Marcelo... Hay calidad, eso es indudable. Jugar en casa también suma, pero la diferencia global es mínima si nos comparamos con España, Alemania o Argentina. Diría que las opciones de ganar que tenemos son tan grandes como las de no hacerlo", comentaba recientemente Tostao, campeón del mundo en México-70 y uno de los analistas más reputados que existen en el gigante sudamericano.   

Sus palabras son una especie de elixir reconstituyente para el resto de aspirantes a la corona que va a defender la escuadra que dirige Vicente del Bosque. Empero, hay hasta cinco razones de peso que invitan a pensar que Neymar, Óscar, Thiago Silva y compañía van a experimentar en sus propias carnes un segundo Maracanazo.

1- El sentido cíclico de la historia

Las supersticiones están a la orden del día en un país tan creyente como Brasil y la 'torcida' tiende a echar la vista atrás para sacar sus conclusiones. En este sentido, las vibraciones no son nada halagüeñas para los 'Scolari boys', y eso a pesar de que el técnico pidió que se adelantara un día el inicio de la competición para no tener que estrenarse un viernes 13. 

Para empezar, la 'Verde-amarelha' nunca ganó el Mundial cuando salió como claro favorito. La única excepción fue la del Mundial del 62, y estuvo muy cerca de torcerse cuando Pelé se lesionó en el primer partido frente a México. Menos mal que en aquel equipo estaba Garrincha, que hizo su papel y el de Pelé para llevar a Brasil hasta la victoria final. 

En las dos últimas ocasiones que ganó la copa (94 y 2002) no partieron como favoritos, mientras que en el 70 había serias dudas antes del torneo a causa de la controvertida situación que vivía el país con la dictadura militar. Tanto es así que Pelé no iba a participar, hasta que los militares intervinieron para que fuera incluido en la lista. Por contra, en las ediciones de 1966 (Inglaterra), 1982 (España) y 1998 (Francia) saltaron al ruedo con la vitola de favoritos y acabaron dando la de arena.

Otro apunte: el equipo de Scolari tiene de medio campo en adelante un poderío notable (William, Óscar, Hulk, Fred, Neymar...), pero incomparable con la artillería pesada de la 'seleçao' del 70 (Gerson, Rivelino, Tostao, Pelé y Jaizinho) o la del 82 (Falcao, Sócrates, Zico, Eder y Jorginho), para la inmensa mayoría de los 200 millones de brasileños las dos mejores de su historia. Y la segunda ni siquiera alcanzó las semifinales en España.

2- La FIFA y su trama conspiratoria

A nadie le escapa que Brasil ha gozado casi siempre de los favores arbitrales en las Copas del Mundo. Baste recordar el golazo de Michel a Ze Carlos en el 86 que el australiano Bambridge se comió deliberadamente; o el que anotó Bebeto ante Holanda en USA-94, con Romario en claro fuera de juego; o el tanto de cabeza que anularon al belga Marc Wilmots en 2002 por una falta inexistente...

Entonces, el pobre nivel de los árbitros, curiosamente todos ellos de países del 'tercer mundo' en materia balompédica, buscaba favorecer solapadamente los intereses del todopoderoso combinado sudamericano. En los dos últimos torneos las cosas cambiaron radicalmente y en Sudáfrica, sin ir más lejos, Holanda dejó en la cuneta a Brasil en los cuartos de final en buena medida tras una expulsión de Felipe Melo muy protestada por sus compañeros al entender que Robben le había echado 'teatro' al asunto, amén de un penalti no pitado sobre Kaká.

A nadie le escapa que la FIFA es la primera interesada en que el equipo anfitrión estire su participación en el torneo que está a punto de comenzar hasta sus instancias finales por aquello del 'interés popular'. Sin embargo, la reciente metedura de pata de su secretario general, Jerome Valcke, reconociendo que su deseo es que Brasil gane la Copa dando, a ser posible, espectáculo, ha puesto en un serio brete a Blatter y su gabinete interminable de vicepresidentes.  

Entre unas cosas y otras, los mentores del fútbol planetario temen que este Mundial se acabe convirtiendo en un torneo predecible, así que lo más 'saludable', deportivamente hablando, sería que los de Scolari se la acaben pegando. Eso sí, cuanto más tarde, mejor. El franco suizo es el franco suizo. 

      

3- Combatir sus propios demonios  

Ya lo dijo hace algún tiempo el presidente de la UEFA, Michel Platini. "El peor enemigo de Brasil en su Mundial serán ellos mismos". Jairzinho, el único jugador que ha sido capaz de ver puerta en todos los partidos de una misma fase final, se mueve en la misma línea que el mito francés. "El único que puede derrotar a esta seleçao es ella misma". 

En Brasil existe la creencia de que, para tener éxito en la empresa que se avecina, habrá que dar buena cuenta de unos cuantos 'demonios' internos antes de abatir a sus rivales sobre el manto verde. Según Parreira, actual coordinador técnico brasileño, ése es el mayor desafío del 'Penta'. "Tenemos que aceptar la idea de que partimos como favoritos. Nos guste o no". 

Esos demonios harían referencia a que el ambiente de la concentración se vea alterado por hipotéticos traspasos, que vulneren la estabilidad de los jugadores, o que el clima festivo que se está viviendo hasta ahora en el CETREN, su cuartel general en Teresópolis, relaje en exceso a sus estrellas hasta el punto de que salten al césped sin la motivación ni concentración adecuadas. 

Para más de uno, a esta Brasil le falta un veterano que sepa lo que es haber levantado ya el trofeo para marcar el camino a seguir al resto. Curiosamente, ésta será la primera vez desde 1994 que la 'canarinha' no contará en sus filas con un campeón del mundo. Salvo en el banquillo, claro. ¿Será suficiente? 

4- El efecto bumerán de las revueltas sociales

El descontento por la dramática situación social del país se ha ido haciendo más palpable a medida que se acerca la fecha del estreno mundialista ante Croacia. Las revueltas populares en las calles pidiendo un salario digno, así como una mejora ostensible en las condiciones vitales de la inmensa mayoría de la población, están al orden del día. 

Los sindicatos han amenazado con intensificar las huelgas en los servicios públicos de transporte, acaso el principal talón de Aquiles de la organización de la Copa, los 'sin techo' y los indígenas preparan nuevas manifestaciones contra el torneo... 

A día de hoy nadie es capaz de pronosticar con certeza cómo puede influir esta atmósfera revolucionaria dentro del vestuario y si, llegada la hora de la verdad, la 'torcida' guardará el hacha de guerra y apoyará sin ambajes a la 'canarinha'. 

La realidad es que el ambiente que se palpa en el país del fútbol por antonomasia, a poco menos de un día de que la pelota eche a rodar, no se acerca ni por asomo al clima festivo de torneos precedentes, con el agravante de que en esta ocasión la Copa se juega en sus propios estadios.      

 5- La maldición de Barbosa, el 'Triángulo de las Bermudas' y Diego Costa

Al encarar el estado de forma del gran aspirante al título mundial, nos encontramos con que la portería estará defendida por Julio César. El hecho de haber jugado en uno de los mejores clubes de Europa, el Inter de Milán, debería servir para tranquilizar a sus compatriotas si no fuera porque el veterano cancerbero nacido en Duque de Caxias tendrá que cargar sobre sus espaldas con el peso de la maldición del célebre Moacyr Barbosa, la única víctima real del 'Maracanazo' del 50.

Los problemas no se detienen bajo los tres palos: al espacio 'muerto' que hay entre Julio César y los dos laterales (Dani Alves y Marcelo) le llaman en todo jocoso el 'triángulo de las Bermudas". La sempiterna alegría ofensiva de los carrileros de Barça y Real Madrid son un menoscabo importante para el sistema defensivo del once de Scolari. Las críticas también se ceban en dos de sus centrales, David Luiz y Dante, de quienes se dice que son un chollo para los delanteros enemigos. Y eso que ya no está Roque Junior, considerado uno de los peores defensas en la rica historia de la selección....

También está el asunto del excesivo peso de Neymar en este equipo, cuyos reiterados problemas físicos no le han permitido tener continuidad en su primer año como barcelonista, así como las dudas que genera Fred en la punta de lanza. Lesionado de gravedad hasta hace poco menos de tres meses, el ariete del Fluminense ha perdido glamour entre la hinchada, que hubiera preferido ver en su puesto al 'español' Diego Costa.   

Habrá que observar atentamente cómo esta Brasil responde a esa presión que no van a tener las demás selecciones mundialistas: porque la 'canarinha' no sólo debe ganar el 'hexa', sino además dar espectáculo. ¡Y encima en casa!  

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