La Caja Mágica no estaba llena, y eso que comparecía el ídolo local, Rafael Nadal. El problema se tornaba en drama cuando no estaba sobre la pista, desiertos de asientos rojos, palcos vacíos, una imagen pobre de un evento que está pensado para ser una de las grandes citas deportivas en Madrid. La organización está satisfecha con las entradas vendidas. Dicen que ha habido más gente que otros años, incluso con el cartel de no hay billetes en ocasiones, pero, por lo que se ve, no tanto en la cancha como en las actividades vinculadas al torneo.
"Ha habido muchas dificultades y han sido muy importantes", reconocía Manuel Santana, director del torneo, en la rueda de prensa que hacía balance de la semana. Es cierto que un campeonato sin Djokovic –lesionado– ni Federer –por su reciente paternidad– parte de una mala situación. Ellos dos, junto con Nadal, han puesto la cara al deporte durante la última década y sin su concurso el interés decae. Pero también es notable que el tenis está cambiando, no sólo en Madrid, sino en su estructura general. Los tres grandes, que han impuesto su puño en el circuito todos estos años, están en un proceso de lógica caída. El tenis vuelve a lo que era antes, un deporte con estrellas pero sin hegemonías.
"Ha habido muchas dificultades y han sido muy importantes", reconocía Manuel Santana, director del torneo
Y eso, que podría ser positivo al dar más alternativas y, consecuentemente, más emoción, en realidad está haciendo decaer al tenis. El público especializado, más aún en un torneo con poca historia como el madrileño, es escaso. Se piden ídolos y, si no ganan, hay decepción y desencanto. Las audiencias y la asistencia a los torneos está decayendo.
Al problema deportivo se une el económico. La crisis ha pegado fuerte en la ciudad y aunque en los últimos tres años el torneo no ha subido los precios hay mucha gente que se retrae de ese gasto. La hora de la final, las 19.00 h. coincidiendo con el final de la Liga de fútbol, tampoco ayudó a dar un último empujón al taquillaje. En la organización justifican que el horario se hace meses antes y que no se puede mover, pues 180 televisiones internacionales ya tienen hechas sus parrillas con el evento en ese espacio.
Aunque en los últimos tres años el torneo no ha subido los precios, hay mucha gente que se retrae de ese gasto
El torneo de Madrid, de escasa tradición y ciertamente elitista, experimenta en mayor medida los problemas del tenis actual. Dos filas palcos rodean la cancha, una más, por ejemplo, de la que hubo en la última Copa Davis. Los invitados, cortejados por la organización y tratados a cuerpo de rey, sólo comparecen en los partidos de Nadal. La imagen televisiva es triste, como lo es una competición sin gente. Punto de Break, una web especializada, ha localizado voluntarios de la organización que se dedican a llenar huecos en los palcos cuando se ausentan los invitados.
Desde que nació los organizadores han tenido muchas facilidades para realizar el torneo, cambiando en tres ocasiones de sede, moviendo las fechas y la superficie, aumentando las expectativas siempre. El Ayuntamiento de la ciudad, en su búsqueda de una candidatura olímpica exitosa, concedió al dueño del torneo, Ion Tiriac, casi todo lo que iba pidiendo, no pocas veces bajo la amenaza de llevarse el torneo. A sabiendas de que la capital ya ha perdido sus veleidades olímpicas, el campeonato se ha convertido para la ciudad más en un lastre que en un orgullo.
El Ayuntamiento, en su búsqueda de una candidatura olímpica exitosa, concedió a Tiriac casi todo lo que iba pidiendo
A Madrid le cuesta unos diez millones de euros anuales acoger el torneo, la empresa que explota los derechos, la de Ion Tiriac, consigue pingües beneficios en cada una de las ediciones. Con ese canon y el uso y disfrute de la instalación los gastos se reducen ampliamente, los ingresos, en palcos, entradas, derechos televisivos y publicidad, compensan con holgura el presupuesto. Bien es cierto que en el último convenio, firmado en 2011, se redujo la aportación consistorial y se pactó una progresiva reducción durante la duración del contrato que les une hasta 2021.
Tiriac, el multimillonario extenista dueño del evento, es una personalidad controvertida. Auna en el mismo hombre el interés por desarrollar el torneo, modernizar el tenis con más o menos fortuna es su obsesión, con la sensación generalizada de que vive por encima del bien y del mal. Sin él no hay torneo, pues es el propietario, pero su actitud tampoco ayuda a que el campeonato sea un éxito y, en no pocas ocasiones, genera problemas. Él, a tenor de sus declaraciones, parece feliz: "El evento, yo no lo llamo sólo torneo de tenis de Madrid, es muy especial. Nunca en este mundo un evento progresó de cero a donde estamos hoy en 12 años".
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