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La torpeza de Ancelotti: humilla a Casillas e indigna a los imparciales

  

Escribí hace unos días sobre lo que entiendo una gran torpeza de Iker Casillas y Sara Carbonero. No voy a insistir sobre ellos dos, no se alarmen, que ya bastante se ha debatido. Pero sí comentaré sobre otra torpeza –si no es una cosa peor- que toca directamente al gran portero. Me refiero al ya famoso calentamiento de Diego López en el Trofeo Santiago Bernabéu, por orden del entrenador Ancelotti y a las explicaciones que éste dio a la conclusión del partido.

Es difícil para el que manda moverse dentro de los límites razonables pero muy sutiles que separan el castigo o corrección de la humillación. Muy difícil. Pero Carlo Ancelotti ya no es un niño y presume –con razón- de conocer sobradamente el ambiente de los grandes clubes europeos y la presión inherente a pertenecer a esas plantillas y jugar en esos estadios. Más motivo pues para no encontrar explicación plausible al numerito del calentamiento de Diego antes de finalizar la primera parte. ¿A qué viene ese enrarecer –aún más- el ambiente, perjudicar a todos y, especialmente, humillar a Iker? La pueril explicación que proporcionó en la sala de prensa no hizo sino indignar a cualquiera que sea imparcial. Ya ni digo a los seguidores incondicionales de Casillas.

Va a ser verdad que, diga lo que diga el refrán, las apariencias no engañan: Ancelotti tiende a estar más cerca, mucho más cerca, de los jefes que de los jugadores. Si va a continuar con esta tendencia, si va a confundir a menudo los límites –al igual que ha hecho con el de la corrección y la humillación- es probable que a no tardar en La Castellana echen mucho de menos a Mourinho. Cuyo palmarés, por otro lado, es infinitamente mejor que el de Ancelotti.

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