Argentina tiene poco de iconoclasta. Es un país en el que, en las tiendas de marcos, el ejemplo en el escaparate no es un lienzo, sino una camiseta de fútbol con la firma del ídolo. En la nación donde todo se lleva al histerismo, el fútbol, omnipresente, no iba a ser la excepción cabal.
El pasado fin de semana, en un correoso partido, Boca Juniors visitaba el Estadio Diego Armando Maradona (con toda la carga simbólica que ello encierra), a la sazón casa de Argentinos Juniors. Tévez, escudriñado permanentemente desde que retornó al fútbol de su país, se paraba de nuevo bajo la lupa. "La presión es de Carlitos [Tévez], por jugar en una cancha con ese nombre", repetían los hinchas locales en las televisiones.
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El partido, efectivamente, terminó con el ex Juventus como protagonista. No por sus goles (que también), sino porque quebró a Ham, un modesto futbolista del rival, en una acción que aún hoy es la comidilla del país. En un balón dividido, Tévez levantó la pierna más de lo lógico ("intencionadamente", dijo el 'Pipo' Gorosito, técnico del lesionado) y el impacto de su bota volvió chicle la tibia y el peroné de la pobre víctima.
La acción no tardó en opacar cualquier otro debate, desde Iguazú hasta Ushuaia. Los hay que pedían absolución; los hay que clamaban poco menos que cárcel. Todo se volvió aún más dramático cuando el dolorido Ham pidió en el hospital, tras la primera operación, una segunda cirugía. No se sentía los dedos del pie, decía. Tévez trató de calmar las aguas visitando al jugador en el hospital y ofreciendo quizá la imagen mediática de la semana en Argentina. Tan afectado estaba el de Fuerte Apache que, decían, pediría no disputar la Copa Argentina. Boca jugaba en Córdoba, campo neutral, y todos allí esperaban contemplar en directo a un mito al que no ven de cerca a menudo.
Finalmente, Carlitos (eso reza el dorso de su camiseta) optó por enfrentarse al sorprendente Defensa y Justicia, particular por muchas cosas pero, sobre todo, por ser de los equipos que mejor fútbol hace de Argentina merced a un entrenador que, paradójicamente, se formó en el hockey.
Por no decepcionar al torbellino mediático, 'El Apache' primero falló un penalti y luego marcó un gol decisivo. Pasaba a ser noticia por motivos más amables, pese a que temía cuál iba a ser la reacción de la grada. Quizá todo se resuma en lo que dijo un aficionado al ser preguntado en la puerta del Estadio Mario Alberto Kempes antes del duelo copero: "Tévez es el jugador del pueblo".
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