Mientras un mar de esteladas inunda cada día de partido las gradas del Camp Nou, el moderno edificio de Mediapro en la Diagonal de Barcelona luce una permanente y enorme bandera catalana que cruza de arriba abajo su fachada. Uno de los clubes deportivos más importantes del mundo y uno de los gigantes de la comunicación son catalanes e independentistas, pero se llevan a matar.
La querella criminal anunciada este viernes por Jaume Roures, amo de Mediapro, contra Sandro Rosell, expresidente del Barça y contra la propia entidad azulgrana es la última batalla de una guerra civil cruenta en la que ninguno de los dos contendientes parece dispuesto a la paz. Ni siquiera en nombre de Cataluña.
Roures: "Sandro Rosell es miserable y mezquino"
En la mencionada sede de Mediapro han montado un pequeño museo donde se resume la joven pero intensa historia de esta empresa. Si como guía improvisado del breve recorrido te cae en suerte algún alto cargo directivo de este emporio de la comunicación, al llegar al capítulo referente a los derechos televisivos del fútbol se produce un momento de evidente tensión.
Además de una sola bandera, la catalana, esta compañía tiene un único escudo, el del FC Barcelona. Por eso sentó como una puñalada trapera lo sucedido hace ahora justamente un año, cuando el club azulgrana desoyó la oferta de Mediapro y cedió sus derechos televisivos a Telefónica (Movistar). Una multinacional de la competencia… y encima española.
Esta alta traición, unida a los desprecios a Johan Cruyff –gran amigo de Roures- por parte de los dirigentes del Barça post Joan Laporta han ido envenenando una relación de dos potencias cuya unión podía haberle dado al independentismo catalán un poderoso instrumento de propaganda universal en campos tan sensibles e influyentes como el fútbol, el cine, la publicidad o el márketing entre otros.
En lugar de eso, después de que el Barça se echase en brazos de la española Telefónica, Mediapro hizo lo propio con la Liga de Fútbol Profesional y su presidente, el más que españolísimo Javier Tebas, con quien Roures mantiene excelentes lazos de amistad y de negocio.
Uno, el Barça, y el otro, Mediapro, son tan, tan catalanes que se matan entre ellos por la ‘pela’ antes que morir juntos luchando por la independencia de su ‘Catalunya’.
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