José Aleksándrovich Biriukov Aguirregabiria (Moscú, 1963) se encuentra estos días apesadumbrado. El exjugador del Real Madrid de baloncesto y de la selección española regenta un restaurante en el barrio de Las Tablas, en la capital, y lamenta que la expansión de ómicron supusiera la cancelación de 400 reservas durante las semanas previas a la Navidad. Enero no ha comenzado mejor, los clientes no abundan estos días y expresa su preocupación por la situación. También su malestar por el alarmismo que transmiten las propias autoridades.
Es un tipo agradable, de humor ácido y discurso valiente. A este medio de comunicación le recibe una mañana, antes de abrir su bistró, y conversa sobre baloncesto, sobre política, sobre educación y sobre algunas anécdotas que vivió en España y en la Unión Soviética, donde creció.
Pregunta: Veo estos días a Novak Djokovic en los informativos y recuerdo una frase suya. Afirmó hace un tiempo que, salvo Delibasic, todos los jugadores balcánicos eran tramposos.
Respuesta: Jugué mucho contra los yugoslavos. Los serbios y croatas, cuando juegan, son muy dados a las triquiñuelas. Los rusos son fuertes, pero nobles, pero los balcánicos son de otra forma. Y así son desde la época de Kikanovic, que era el ídolo de Petrovic. Antes, no eran así.
P: Djokovic es de romper raquetas, parar el partido cuando le viene bien...
R: ¿Y lo de los últimos días? Es tremendo. ¿Por qué el torneo no ha dicho claramente que sólo podían jugar los vacunados? ¡Se hubiera acabado la polémica! El desastre ha empezado en la organización.
P: Derivar responsabilidades en otros... Lo que ha pasado desde el principio de la pandemia...
R: Así ha ocurrido. En España, parece que nadie ha tenido responsabilidad de nada desde el principio. Eso ha generado una situación insostenible. Pero hay algo peor y te pongo un ejemplo: nos dicen las autoridades que ómicron infecta cada día a muchos miles de personas, ¿vale?. Resaltan ese dato, pero hablan mucho menos de hospitalizados y de muertos, por lo que parece que seguimos en la misma situación que en 2020, cuando en el Palacio de Hielo había decenas de cadáveres.
P: A los hosteleros os ha matado todo esto...
R: Mira, 2020 fue para olvidar. En 2021, pensábamos recuperarnos, pero no fue así. Hubo tercera ola, cuarta ola, un toque de queda, la expansión de ómicron... En octubre, con todos vacunados, parece que empezamos a levantar la cabeza, pero llegó el puente de diciembre, empezaron a asustar a la gente con que se iba a morir y volvimos otra vez al punto inicial.
P: Hay quien ha alertado sobre las excesivas restricciones en este tiempo. Usted vivió los tiempos de Brézhnev en la Unión Soviética. Es decir, puede comparar democracia y totalitarismo...
R: Hay cosas que han ocurrido últimamente que me recuerdan mucho a lo de antes. Allí no había información, mientras que aquí, ahora, es al revés. Mira, hay una cosa importante: cuando la población tiene miedo es más fácil manejarla... y no paran de meternos miedo. Hay gente sin síntomas haciendo cola frente a los centros de salud. Aquí, nos han anulado el 90 y tantos por ciento de las reservas en diciembre. Es increíble, de verdad...
P: Fueron tiempos complejos los de la URSS, pero usted tiene buen recuerdo de cómo eran los rusos en esa época...
R: El pueblo ruso en mi infancia tenía muchos problemas, pero creo que era más bueno. Mejor, como personas. El dinero corrompe a la gente. Los años 90 fueron de desmadre total en Rusia, con crimen, abusos, etc.
P: ¿Qué diferencias nota cuando va?
R: Mira, yo entré en 1987 en la selección y no podía viajar a Rusia. Volví en 1991, cuando me lesioné, y lo hice para hacer un reportaje para El País Semanal. Fui con un fotógrafo a Moscú y, claro, cuando entré me quedé acojonado. No era la ciudad que recordaba. Nunca se me olvidará el Hotel Kosmos, donde siempre había cierto orden, que estaba revolucionado, con ruido, gente jugando a las recreativas...
P: Afortunadamente, en la caída de la URSS hubo menos sangre que en los Balcanes...
R: De Yeltsin se pueden decir cosas malas, pero es cierto que evitó guerras. Las de Chechenia no, pero no hubo guerras civiles en el resto del territorio.
P: Hay un documental en ESPN que habla de la enemistad de Petrovic y Divac durante el conflicto en los Balcanes. ¿Hubo rencillas entre los jugadores de origen ruso?
R: No, eso no ocurrió. Nosotros estábamos centrados en lo deportivo.
P: Usted jugó en el CSKA... el equipo del ejército...
R: Y el Dinamo del Ministerio del Interior, de la KGB (ríe).
P: ¿Era obligatorio ser militar para jugar?
R: Era obligatorio el servicio militar. Pero mira, militar era Tikhonenko, que era subcoronel. Era el que más alto rango tenía de todos nosotros.
P: Llegaron a jugar en Madrid. ¿Había fiesta cuando venía la selección soviética?
R: (Ríe) Ellos se quedaban en un hotel cercano a Chamartín. Al lado, estaba la discoteca Macumba y ahí se pasaban todas las noches (ríe). Había un toro mecánico y ahí se subió todo el equipo. ¡Incluso Tkachenko, que medía 2.20!
P: ¿Cómo era jugar con Petrovic? Dicen que era de aplicar 'guerra sucia', que no se duchaba antes de los partidos, etc.
R: Yo vivía con él, compartíamos habitación. Y no se duchaba a veces, eso es verdad (ríe). Pero se concentraba mucho. A veces, se pasaba, era excesivo.
P: ¿Había roces con Fernando Martín?
R: Sí, claramente. Eran dos líderes. Fernando Martín quería que jugaran para él; y Petrovic quería jugar para él mismo.
Ahora vale todo, se puede mentir, no hay rigor en las cosas, no hay conciencia... Nunca he vivido una época en la que se mintiera tanto como ahora.
P: Usted siempre habla maravillas de George Karl...
R: Era buenísimo. Fue durante un tiempo el entrenador mejor pagado del mundo y vino al Real Madrid. Y me entrenó. Mira, yo he tenido suerte con los entrenadores. Coincidí con algunos gilipollas, pero generalmente no fue así. He tenido suerte... Lolo Sainz... buf, todo lo que tengo es gracias a él. Confió muchísimo en mí. Y George Karl es que era un maestro. Tenía un conocimiento enciclopédico del juego.
P: A Karl le pitaron en el Palacio...
R: Aquí a la mínima te pitan (ríe). Los periodistas tampoco ayudaron. En fin, Karl tuvo muy mala suerte. Éramos un equipazo, pero Petrovic se fue a la NBA (a Portland) antes de empezar la temporada. Después, se mató Fernando (Martín) en un accidente de coche. Y cuando yo asumí el liderazgo, cuando pasó esto, me lesioné de gravedad. Aun así, sin tres jugadores, llegó a semifinales de la liga española -perdió contra el Barcelona- y a la final de la Recopa de Europa.
P: Era otro baloncesto. Parecía un deporte más completo....
R: A mí la NBA me aburre. Lo único que me interesan son los playoffs. Ahora sólo es pick and roll, face to face, concursos de tiro... En los años 80, estaban los Lakers y los Celtics, que eran grandes equipos. Después, me encantaron los Sonics de George Karl; los Bulls de Jordan, los Rockets de Olajuwon y Drexler; los Spurs de Duncan... Ahora, francamente, me divierte mucho más la Euroliga. Es muy competitiva, se juega al estilo europeo, en equipo... Ahora bien, también es verdad que ahora todo el mundo tira de 3, hay más pick and roll. Antes, había más jugadas de sistema.
P: ¿Cómo ve a Doncic? ¿Estancado?
R: Las dos primeras temporadas fueron muy buenas, las del descubrimiento. Pero yo tenía un entrenador que decía algo importante, y que se tiene que tener en cuenta en el caso de Doncic. Mi entrenador afirmaba que un deportista debe pasar por tres fases: la de agua y fuego, que representa la dificultad para llegar arriba; y, después, tras lograrlo, la de trompetas de éxito. Lo más difícil no es llegar, sino mantener el nivel. Por eso, tú estás obligado a demostrar lo que eres partido tras partido. Doncic no va a caer, es una estrella, pero deberá esforzarse, pues, entre otras cosas, la gente se ha adaptado para defenderle mejor y deberá desarrollar más y mejores recursos.
Un deportista debe pasar por tres fases: la de agua y fuego, que representa la dificultad para llegar arriba; y, después, tras lograrlo, la de trompetas de éxito. Lo más difícil no es llegar, sino mantener el nivel.
P: Una de política. ¿Cree que todo va a peor?
R: Vamos a peor, seguro. Ahora vale todo, se puede mentir, no hay rigor en las cosas, no hay conciencia... Nunca he vivido una época en la que se mintiera tanto como ahora.
P: Usted leyó a Dostoievski en el instituto, como lectura obligatoria en Rusia...
R: Sí (ríe). Pero te digo una cosa, cada libro es para una edad. A un chico de 16 años le puedes mandar leer Guerra y Paz; o Crimen y Castigo y no lo va a entender igual que a los 40. Yo ahora releo a Dostoievski y a Tolstoi... cuando relees Anna Karénina con 40 años lo ves de otra manera. Ahora ya conoces a las mujeres... ya sabes algo al respecto (ríe). Ahí te explicas muchas cosas (se carcajea).
P: De leer a Dostoievski en el instituto a abonarse a TikTok. Hemos ido a peor...
R: (Ríe). Yo tengo dos hijos de 12 años y les pido que lean... pero la generación 2000 es absolutamente distinta, tiene otro chip en la cabeza. Son buenísimos con la tecnología. Dominan muy bien el tema digital, el software, el hardware, TikTok... todo ese rollo.
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