El Chimy Ávila no es precisamente uno de esos jugadores que pasa desapercibido ni dentro del terreno de juego ni fuera. El delantero argentino, se estrenaba como goleador del Real Betis el pasado domingo ante el Athletic Club, reciente finalista de Copa del Rey, y tras su gol una de sus espinilleras mostraba una devoción muy andaluza, la del Cautivo de Málaga. Pero con tan solo un mes en la ciudad, el Chimy ya tiene claro que se va a tatuar ni más ni menos que la imagen de la Esperanza Macarena. Así, lo ha contado el propio jugador en una entrevista en Betis TV donde ha repasado su llegada al club verdiblanco con los miedos lógicos de cambiar de equipo tras haber pasado muchas temporadas en Pamplona.
La llegada del argentino en el mercado de invierno hizo ilusionarse y mucho a la grada bética que ya ven en él la lucha, la rabia y la entrega que necesita un ‘killer’ del área. Un jugador pasional y diferente que recuerda a aquellos aguerridos futbolistas de épocas pasadas. Taurino, religioso y amante de los tatuajes, esta sería la definición del Chimy cuando está fuera del terrero de juego. Una manera de ser que ha calado y de qué manera entre el beticismo. El Chimy, que lleva casi todo el cuerpo lleno de tatuajes, ya ha decidido qué será lo próximo que se tatúe: “Lo próximo que me voy a tatuar es la Macarena y el Cautivo”, anunciaba el propio futbolista en declaraciones a la televisión oficial del Betis, en la que concretaba que “ya tengo el lugar elegido” y que no tendrá que esperar a algún acontecimiento especial, sino que lo hará en cualquier momento.
Durante la entrevista reconoció la ilusión que le hace visitar por primera vez la Basílica de la Macarena, aunque aguarda ese momento con cariño y lo cumplirá una vez puedan venir tanto su mujer como sus hijas. Una devoción que podrá compartir con Rubén Cousillas, segundo entrenador del Real Betis, quien visita a menudo las imágenes de la hermandad de la Macarena, sin olvidar que el club, en el Benito Villamarín, guarda dos cuadros, del Gran Poder y la Esperanza de Triana, que custodian el vestuario verdiblanco.
Lleva poco tiempo en Sevilla pero ya ha empezado a conocer la ‘Betismanía’, Un Villamarín feliz es lo más bonito que puede haber. Mi objetivo personal es poder devolver al Betis lo que apostó por mí. No venía con un buen momento en Osasuna y apostar todo por mí… Quiero devolverle eso al club y el cariño que demuestra la afición con una recompensa fruto del buen trabajo mío dentro y fuera del campo”.
La afición verdiblanca, deseosa del carácter de lucha del Chimy, ha conectado con el argentino como si llevase aquí mucho más tiempo. La entrega, el arrojo, las ganas… ha hecho que el Villamarin ya coree al Chimy como uno de los suyos. El propio futbolista ha reconocido que tiene que bajar las revoluciones, aunque sus características son inconfundibles y están asociadas a darlo todo en cada acción. Ese punto de locura que le hace conectar con el público heliopolitano y que le ha hecho ya a jugar con unas botas verdes y a usar un vendaje también verde en su mano izquierda.
Una leyenda que recorrer el mundo entero
Así reza el himno del Real Betis y el delantero argentino ya ha tenido la ocasión de comprobarlo. El Chimy ha visitado la Peña Bética de Coria, una de las que tiene más solera: "El otro día cuando estuve en la Peña en Coria y cuando empezaron a nombrar la cantidad de peñas que había por el mundo… Una peña que cumple 50 años y yo soy el invitado. Para mí fue algo especial. El Betis hace eco. Uno dice ¡Viva el Betis! y de repente se escucha en todo el mundo. Quizás cuando venía de otro rival no lo sentía, pero lo escuchaba, y ahora vivirlo en carne propia… es algo muy bonito".
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