Si se trata de cogérsela con papel de fumar, pues sì, la frase es poco afortunada. Como tantas otras frases hechas que llenan las conversaciones. De fútbol y de la vida. Disfrutar como un enano, trabajo de chinos, hacer una judiada, dejarse de mariconadas o el fútbol no es para señoritas. Incorrecciones si se quiere, pero huérfanas de maldad. Ancelotti no quiso ofender a las mujeres, sino defender a su rival, protegerlo de las críticas cargadas de malsonante forofismo de las que sus éxitos se han visto últimamente rodeados.Y además se le entendió, porque la expresión está instalada y se comprende. Es jerga, casi. Dice "el fútbol es para hombres y no para señoritas" y todo el mundo sabe a qué se refiere. No hay ni machismo. Y hasta estuvo educado el italiano. Más por ejemplo que el presidente del Atlético cuando le tocó defender la misma causa. A Cerezo sí se le fue de la boca un tonto, un hipócrita y un mierda. Descalificaciones impropias, pero que se le ríen.
En cambio, la declaración más inofensiva y correcta de la velada prederbi es la que más veneno llevaba. La pronunció Simeone, que sigue oficialmente en son de paz, sobre todo cuando de derbis se trata la charla, pero que dispara con bala. A partir de un elogio o de una carantoña, el entrenador del Atlético hurgó en la herida que tiene dividido al madridismo. Lo que vulgarmente se llama tocar las pelotas. Por explicarlo de una forma descriptiva, aunque es posible que la expresión moleste a algún colectivo o inspire la demagogia de algún partido político. ¿Es realmente Iker el madridista que más le gusta? Es lo de menos. Lo de más era enredar. O provocar. Animar el partido.
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