Cincuenta puntos. Cuatro sumados (de seis posibles) ante los dos equipos que aventajan sideralmente al Atlético en presupuesto. Una gesta. Los tres frente al Real Madrid y uno contra el Barcelona, ese empate del sábado que Simeone quiso que al día siguiente saliera resumido groseramente en los medios bajo el titular de “hay una pequeña diferencia de 400 millones de euros, creo”. Una verdad que ya se sabía, pero que el técnico milagro (el mejor de los dos últimos años se ponga como se ponga hoy el Balón de Oro) se empeña una y otra vez en propagar, como si fuera una necesidad recordarlo.
Pero no tiene sentido que Simeone se agarre ahora a la pasta después de demostrarle al mundo que en fútbol cuenta menos que la exigencia, la ambición y el compromiso. Tira la frase como si reforzara su mérito, pero en el fondo se lo encoge. Y no sólo porque da pistas del complejo táctico con el que sus jugadores (aunque reforzados de un saludable exceso de responsabilidad, solidaridad, coraje y espíritu de sacrificio) afrontan estas citas ante los adversarios que da por superiores. Sino porque el valor que le concede esta vez a sus logros se lo resta a los obtenidos en los otros 17 encuentros de la mejor primera vuelta del Atlético en toda su historia.
Un total de 46 puntos conseguidos ante rivales de menor presupuesto, en muchos casos en proporciones gigantescamente superiores a las aireadas por el preparador rojiblanco respecto al Barça. El del Rayo y el Elche, por ejemplo, lo multiplica por diez. Villarreal y Espanyol, con menos dinero que manejar que su equipo, lo dejaron sin dos y tres puntos respectivamente. Es decir, que por presupuesto, el Atlético, aunque colíder, acaba la primera vuelta con un punto menos de lo que debería. En asuntos de dinero no le conviene al Cholo ir partido a partido. En 17 ocasiones sale mal parado. Y no sería justo. Porque su temporada es bárbara.
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