El alemán Marcel Kittel (Argos Shimano) evitó el caos de las caídas y se enfundó el primer maillot amarillo del Tour, en una jornada donde los accidentes en el tramo final afectaron a los mejores velocistas y a Alberto Contador, quien llegó con retraso y un fuerte golpe en el hombro, aunque los jueces dieron el mismo tiempo a todo el pelotón.
La decisión fue tomada por un incidente provocado por un autobús en la meta, que se quedó encajonado bajo la línea de meta, lo que provocó que, inicialmente, se anunciara a los ciclistas que la carrera se neutralizaría a tres kilómetros del final. Pero, finalmente, se solucionó el problema y la carrera pudo continuar.
Contador restó importancia a las consecuencias de la caída que sufrió a cuatro kilómetros para el final de la primera etapa de la centenaria edición del Tour y aseguró que "en el Tour hay estas cosas, me ha tocado a mí, espero que no sea nada, parece chapa y pintura, habrá que poner mucho hielo. Espero que para la contrarreloj por equipos no tenga problemas para poner los codos en el manillar", afirmó el ciclista del Saxo, con heridas en el hombro izquierdo y la pierna derecha.
"Tengo un golpe bastante fuerte, estos días iré más incómodo en la bicicleta, pero queda mucho tiempo por delante para recuperar", agregó el madrileño. "Ahora es importante que sigamos haciendo las cosas igual que si no hubiera habido caída. Tengo que recuperar, dormir, que me costará un poco más", dijo.
Contador achacó la caída a "los nervios típicos del primer día en el que todos quieren estar adelante para no perder tiempo". "Ha habido una caída delante y yo la podía haber salvado, pero alguien no ha frenado detrás y me ha arrastrado", señaló. El madrileño afirmó que cuando se cayó ya era consciente de que ya no le iban a contar el tiempo, por lo que no se esforzó demasiado por ganar la meta de Bastia.
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