El Deportivo Alavés, uno de los equipos revelación de la temporada, se encuentra a estas alturas de torneo liguero en una cómoda décima plaza gracias a su buen hacer en los despachos y el césped.
El fichaje quizá más ambicioso de los varios que la secretaría técnica vitoriana realizó en su vuelta a la Primera División fue el de Dani Torres, centrocampista colombiano por el que los vascos desembolsaron más de tres millones de euros en las arcas del Independiente de Medellín.
Su rito se remonta a una hora antes de los partidos, cuando se puede respirar soledad en el césped y solamente un pequeño puñado de aficionados puebla las gradas. El mediocentro de 26 años salta al campo, descalzo, con un teléfono móvil pegado a la oreja y pasea por el rectángulo de juego durante unos minutos. Al otro lado de la línea se encuentra Sandra Merino, su gurú espiritual. Ella habla mientras Torres camina con los pies desnudos. Su oración se basa en la cita bíblica: «Todo lugar donde pise la planta de vuestro pie será vuestro». Los rezos de Sandra Merino ahuyentan las malas energías y traen buena suerte a Torres. «Es algo que hacemos porque estamos convencidos de que Dios siempre nos ilumina y acompaña», ha dicho alguna vez el colombiano. La gurú acompaña al internacional de la tricolor desde ese mismo año, cuando Torres se encontraba sumido en un, según sus propias palabras, «agujero negro». El centrocampista acababa de regresar al Independiente de Santa Fé después de un año en el Atlético Nacional, donde se alejó de su familia y coqueteó con el alcoholismo. O algo más que coquetear. «Yo podía tomarme tres botellas en una noche y al día siguiente entrenaba sin problema», decía a una web colombiana.Torres salió de ese hoyo que él mismo había cavado gracias a su fe en Dios y a Sandra Merino. Sin embargo, ella no trabajaba para él en exclusiva. De hecho, la conoció porque Sandra ya era asesora espiritual de su club, el Independiente de Santa Fé. Sandra contactó con el presdiente, César Pastrana, porque el equipo llevaba 30 años en blanco y le ofreció acabar con esa sequía.«La séptima estrella de Santa Fé sólo se conseguirá con Cristo». Esta fue su premonitoria frase, en referencia al séptimo campeonato liguero para el equipo de Bogotá. Tras las reticencias iniciales de los jugadores, finalmente accedieron a realizar el ritual de los pies descalzos, como lo conocen en Colombia. Daniel Torres y sus compañeros ganaron el campeonato nacional y desde entonces Sandra Merino es, según escribe ella misma en la biografía de su cuenta personal en Twitter, «la mujer detrás de la séptima estrella de Independiente de Santa Fé». El equipo siguió repitiendo el ritual de los pies descalzos y cuando, años más tarde, Torres salió del club, no quiso dejarlo. Sandra Merino ha seguido llevando a cabo esta ceremonia con el internacional colombiano una hora antes de cada partido y precisamente mal no le ha ido a Torres. El 12 de noviembre de 2015 debutó en la selección colombiana en las eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018, se afianzó en el equipo nacional y este verano disfrutó de la titularidad en la Copa América. Nada más finalizarla, se oficializó su fichaje por el Alavés. De esta manera, el niño de 17 años que se planteó dejar de dar patadas a un balón y ayudar económicamente a su madre, cumplió su sueño. Dar el salto y jugar en el fútbol europeo. Ha conseguido ser la pieza estratégica del proyecto del club albiazul. Por algo le han firmado un contrato de cuatro años, el de mayor duración de todos los fichajes alaveses de este mercado estival. Está destinado a llevar el timón del conjunto de Mauricio Pellegrino junto a Marcos Llorente. Con Sandra Merino al otro lado del teléfono, Daniel Torres y sus pies descalzos se pasearán por los estadios de Primera División. Mañana, sin ir más lejos, en el Camp Nou de Barcelona.
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