“Ha vuelto el Ferrari”. La frase es de Dani Alves para celebrar con una metáfora de lo más ilustrativa el regreso del gran Messi a los terrenos de juego después de su convalecencia de tantas semanas, escenificado con ese último gol maradoniano del jueves ante el Getafe. Porque para el lateral brasileño, como para la mayor parte de la humanidad, el de la escudería de ‘Il Cavallino Rampante’ es el coche de los coches, el mejor de los mejores.
Y sin embargo, más de uno habría podido interpretar que el chascarrillo de Alves se trata de un insulto. Porque desde hace cuatro años, justo los que lleva el piloto español en el equipo italiano, Fernando Alonso y su ejército de aduladores ha intentado convencer al personal de lo contrario. De que pilotar un Ferrari es algo así como conducir un cacharro, que agarrado a su volante es un imposible competir y ganar. "Vuelve el paquete", sería la traducción al brasileño según esta corriente.
Pero no, cuando Dani Alves pronunció su ocurrencia todo el mundo supo a lo que se refería. El propio Messi, Cristiano y hasta Vettel. Ferrari es algo así como el mayor de los elogios. Un piropo universal. Aunque haya niños españoles que anden hoy un poco confundidos. Y así seguirán. Porque cuando llegue marzo (se acaba de saber que de nuevo desde Antena 3) esa multitud que forma el alonsismo volverá a la carga en dirección contraria con la murga de que con ese coche no hay manera.
Seguro que no lo pretendía, pero con su inocente loa a Messi, Dani Alves desmontó de una manera sutil pero rotunda la gran excusa nacional. "Ha vuelto el Ferrari". Y se le entendió. No hay más preguntas, señoría.
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