Elche-Levante. Cinco minutos y un futbolista a la calle. Una mano que vuela furtivamente contra el rostro de un rival, sin pelota por el medio y con la atención general puesta en otro punto del campo: David Navarro. Un proceder habitual y misteriosamente consentido, que en esta ocasión sí fue descubierto al primer vistazo por el árbitro. Por eso el agresor fue expulsado. No importa. Lo volverá a hacer. Cuesta entender cómo y por qué, pero David Navarro sigue jugando.
La atención mediática sólo repara en su presencia cuando el calendario le cruza con Cristiano Ronaldo, que fue una de sus víctimas. Pero mientras tanto, mira para otro lado y bosteza; asiente sus alineaciones y sigue con aire distraído sus atropellos. Y hasta a Samsung le hace tanta gracia la violencia permitida del jugador valenciano que lo elige para una campaña navideña. Un spot que David Navarro interpreta a puñetazos, ja ja, qué gracia. Y luego, a la que pita el árbitro, el futbolista reconvertido a actor convierte la frivolidad que tanto parece entretener a algunos en la cruda realidad. Y llega al césped el rojo de la sangre o de las tarjetas.
El codo, el puño, la plancha. La gente convive con los ojos cerrados. David Navarro sigue libre. David Navarro sigue jugando. David Navarro sigue pegando.
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