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Diego Latorre: "Este River podría ser en España un Atlético, una tercera fuerza"

Aparece en portadas de revista impecablemente trajeado y limpiando con mimo una pelota manchada de barro. No hay mejor metáfora para definir a Diego Latorre (Buenos Aires, 1969), cuya finura en la cancha se ha trasladado ahora al micrófono. En España, el gran público le recuerda con la zamarra del Salamanca o, la mayoría, con la de aquel Tenerife de Valdano y Cappa; en Argentina, es quizá el comentarista futbolístico de más prestigio. Para muchos, el mejor lector de partidos de Sudamérica. Epicúreo del balón, nos aprovechamos de su talento y su tino para desmenuzar en una charla sosegada un Mundial de Clubes en el que todos esperan un Barça-River como último acto de la obra.

P: Quizá la pregunta del millón de cara a este Mundial de Clubes: ¿qué posibilidades tendría River Plate de ganarle al Barça en una hipotética final?
R: A un partido, quién sabe. En el fútbol hay lógica pero, a corto plazo, a noventa minutos, puede llegar a triunfar el que peor juegue. Hay muchos imprevistos en un partido de fútbol.

P: En Argentina, eso sí, hay mucha confianza en River para este torneo. No ya entre el hincha común, sino entre la prensa especializada y los analistas. ¿A qué se debe?
R: Es que lo que hizo Gallardo en el año y pico que lleva al frente de River ha sido muy valioso. Sorprendió, porque en poco tiempo el equipo jugo de una manera fantástica. Además, cuando no le salieron las cosas, cuando no funcionó por lo que fuera, sacó el carácter y el temple. Eliminó a Boca, salió campeón de la Sudamericana y de la Libertadores... Es un equipo que no te deja y que muestra respuestas en la cancha, independientemente del nivel futbolístico, que lo hacen un equipo confiable. Con lo variable que es el rendimiento futbolístico en Argentina, donde intervienen un montón de factores y donde no hay estabilidad prácticamente (sobre todo en los equipos grandes, que venden mucho), Gallardo sacó mucho jugo, exprimió muy bien a cada jugador. Eso, sin duda, les hace un equipo más confiable.

P: Factores como que Kranevitter haya aguantado hasta enero sin marcharse al Atlético de Madrid ayudan también, supongo, en lo puramente futbolístico. ¿Hay ciertas razones sobre el césped que dan motivos para el optimismo de River Plate?
R: Siempre, incluso pasando por encima de crisis de juego, ha tenido respuestas emocionales importantes: el carácter, el haber jugado a veces muy fuerte, al límite del reglamento… Y tienen el sello de su entrenador: esa presión, esa dinámica con la pelota. Todo ello teniendo en cuenta que hubo un bajón tras la consecución de la Copa Libertadores, normal, porque hay una dosis de estrés en el fútbol argentino que es muy grande y los equipos acostumbran a bajar tras conseguir un logro tan importante y que demandan tantas cosas. Pero hay confianza en ellos porque se creó esa mística de que River puede contra todos, no importa cómo, no importa dónde y no importa cuándo. Llegó un momento en el que el propio plantel se lo creyó y entra en la cancha con esa fe. Después, si hablamos de niveles futbolísticos, River incluso ganó la última Libertadores sin jugar un gran fútbol. Está claro que si los comparamos, el suyo no está a la altura del Barcelona. El Barça individualmente tiene mejores jugadores y como equipo tiene un engranaje admirable, pero si empezamos a desmenuzar el hipotético partido, a ver que el Barcelona defensivamente quizá te da alguna concesión, que River tiene ese temperamento que lo hace un equipo difícil de ganar… Quién sabe. Aún así, el favorito será el Barcelona.

P: ¿Qué partido o qué momento ejemplifica el River Plate de Gallardo? El aficionado español que se quiera acercar a este equipo, ¿qué tiene que sacar de la videoteca para saber qué es lo mejor que se podría encontrar enfrente el Barça?
R: Los primeros diez partidos de la era Gallardo. Nunca repitió, ni por asomo, ese fútbol. No pudo conseguirlo, por diferentes razones: se le fueron jugadores, otros no han vuelto a ese nivel, los rivales han empezado a conocerlo… Aquel River, por ejemplo, tenía como espejo algunas cosas del Barça: esa presión, ese ahogo rápido en campo rival, atacaba, combinaba rápido y llegaba al gol, desbordaba, desdoblaba con los laterales… Los rivales, al principio, caían en su trampa, pero luego le empezaron, por ejemplo, a sacar la pelota larga a dos ‘nueves’. Empezaron a encontrar artimañas para desactivarle esas virtudes. River se ha ido regenerando como equipo, claro, pero los diez partidos aquellos fueron los mejores. Pudo cumplir con esas consignas de juego a la perfección.

P: ¿Ha sido Gallardo para River lo que fue Guardiola para el Barça?
R: [Medita con una larga pausa la respuesta] No sé si es comparable un escenario con el otro. Gallardo vino a suceder a Ramón Díaz, el técnico más ganador de la historia de River. Nadie daba dos 'mangos' por él. Se le conocían algunas cualidades en Uruguay y allí se le empieza a mencionar como un buen entrenador, a partir del legado que deja en Nacional. Pero él tenía que sustituir a alguien como Díaz, que no sólo era considerado un ganador, sino que lo fue todo antes: fue figura en River, tenía el cartel de pillo, sabía desenvolverse en el juego mediático, empatizaba mucho con el hincha del club... Y Gallardo significó mucho porque su inicio tuvo un efecto muy grande. Fue, te diría, una revolución, porque hacía tiempo que en el fútbol argentino no se veía jugar a un equipo así, aplastando al rival. Lo agarraba y lo ahorcaba de una manera que ganaba cuatro a uno o tres a cero, y lo hacía jugando un fútbol de altos vuelos, no por casualidad. Le dio a River una personalidad de equipo, un saber estar en todas las canchas, un coraje para competir. Y fue doblemente importante porque venía de esa época del descenso que marco a fuego al hincha. Incluso por su forma de vestir o de ser, nadie pensaba que Gallardo iba a ser un gran líder, porque uno generalmente tiene al líder como un tipo con otra presencia o con otro carisma. Pero sin embargo vino, hizo la obra en la cancha y la verdad es que transformó un ambiente que era de gran vacío. Si hablamos de Guardiola, yo creo que todavía no somos conscientes de lo que hemos vivido en su época. Yo creo que, con los años, cuando tengamos un poco más de perspectiva, nos vamos a dar cuenta de lo que sucedió. El impacto mundial que ha tenido ese Barcelona en todo, desde las escuelas de fútbol a los equipos más populares, ha sido magnífico. Tal es así que hay equipos con otra tradición, ligados quizá a un futbol más pragmático, que han adoptado la forma de jugar y han adquirido los conceptos de ese Barcelona. Desde la admiración, desde el asombro diría yo, empezaron a copiarlo. Y esto no se puede observar ni dimensionar hoy. De acá a algunos años vamos a tomar conciencia. Si vemos los perfiles de los jugadores que están naciendo hoy en academias como la alemana, sus biotipos parecen brasileños o argentinos. Todo eso, para mí, se cultiva a partir de ese Barcelona. Fue tan grande lo que pasó, el impacto que generó, que hoy miras acá y cualquier equipo intenta salir jugando la bola. Es como si hubiera refrescado todo el ambiente del fútbol.

P: ¿Se atrevería Gallardo a ser fiel a sí mismo contra el Barça o se colgaría del palo?
R: Hay algunas cuestiones del equipo que están muy claras. River, por ejemplo, nunca se defiende cerca de su arquero. Independientemente de alguna modificación, porque tiene algunas variantes tácticas (a veces juega con doble ‘cinco’, otras veces con un solo ‘cinco’ acompañado de un creativo, de pronto juega con un punta más abierto y otro más cerrado…), va mutando de acuerdo a las necesidades o también al adversario que le toque. Lo que no cambia nunca es en ese sello que tiene de achicar espacios hacia adelante. Yo creo que eso no lo negocia porque no está en el ADN del equipo. Aunque es cierto que hay un futbolista que River no pudo reemplazar: Rojas. Parecía un jugador del montón, pero le daba mucho criterio al equipo en la elaboración. Hoy River es un poquito más rudimentario con la pelota. No es tan virtuoso, no tiene tanto talento y no encuentra tantas ventajas en el juego.

P: ¿Qué jugadores de River Plate tiene que tener el aficionado español en mente? Además de Kranevitter, que quizá ya sea el más conocido aquí.
R: Alario. Un buen delantero. Tiene muchos recursos. Bastantes atributos bien ensamblados: va bien por arriba, es dúctil para tirarse atrás, va con fuerza en las jugadas, sabe improvisar y hace cosas novedosas para resolver... Yo creo que es el otro jugador distinto que tiene River. Dentro de que no es Van Basten, pero va camino de ser un gran jugador.

P: ¿Lo peor de River Plate, posiblemente, está atrás, en la defensa?
R: Sí. Balanta, por ejemplo, es un jugador que va a todo o nada: o anticipa y sale con la pelota veinte metros hasta campo rival para entregarla, o la pierde siendo el último hombre. No hay término medio con él, no mide los riesgos. Y es parte de esa línea defensiva que juega lejos del arco. A Gallardo se le fue Funes Mori, así que seguramente jugará Vangioni. Luego está Maidana, que es buen defensor. Muy sobrio, corrige a los compañeros, siempre atento, comete pocos errores, va bien por arriba, es firme, se hace sentir abajo también… Y de lateral derecho, Mercado, un jugador más mediano. Y atrás Barovero, que es un arquero que debajo de los palos, en su casita del área chica, es bueno, tiene reflejos y tapa bien, pero le cuesta salir.

P: Este River, que ahora mismo es oficialmente el mejor equipo de Sudamérica (eso dice, al menos, su Libertadores), ¿qué nivel tendría si lo colocásemos en el fútbol español? ¿Dónde estaría en la Liga BBVA?
R: Sería muy atrevido decirlo. Yo creo que estaría peleando, no al nivel de Barça o Madrid, pero sí de un Atlético de Madrid, por ejemplo. Esa característica de equipo es. Con sus particularidades, obviamente, pero tiene esas cosas. Hoy, es un equipo que tiene un deterioro futbolístico grande, así que hay que ver cómo llegará y cómo va ensamblando las piezas Gallardo, porque haber ganado la Libertadores y la Sudamericana no te otorga nada a un partido en un Mundial de Clubes. Yo creo que podría ser un Atlético de Madrid, una tercera fuerza, pero no te lo puedo decir con exactitud.

P: ¿Se confía en Argentina en que el camino que marcó Sabella con aquel Estudiantes de La Plata que tanto agobió al Barça de Guardiola es el ideal a seguir? ¿Ese ese espejo de 2009 en el que crees que se debería mirar este River Plate?
R: Nosotros, en Argentina, nos tomamos el Mundial de Clubes con una dimensión exagerada. Hablamos de él como si un equipo argentino jugara contra un extraterreste. Como si fuese, para este fútbol nuestro con tantos complejos a veces, la forma de alcanzar ese referente que es Europa. Además, a quién no le gusta sentirse inferior para buscar la epopeya. Todos vamos con ese mensaje. Nosotros vemos al Barcelona por televisión y tenemos tanta admiración por esos jugadores porque el fútbol de acá, dentro de todo, es un fútbol empobrecido. Entonces, la forma de medirte las fuerzas y de sacar cierto orgullo y patriotismo es ese partido del Mundial. Lo tomamos como si fuese "el partido". Porque tiene también una gran relevancia para los hinchas. El hincha juega también con eso, con el "nos vamos a Japón". Es como una medalla que se cuelga incluso contra los pares de otros equipos. Hay un cosa muy simbolica detras de estos partidos. Es una forma de presumir, del "yo juego contra el Barça". Y luego, a su vez, ese componente también de sentirse inferior pero tratar de competir contra el Barcelona. Y eso te envalentona también. Sabiendo, además, que hay poco que perder pero mucho que ganar.

P: ¿Tiene quizá River también una obsesión por recuperar la grandeza que perdió con el descenso? ¿Está todavía ese fantasma presente en el empeño de ser primero el mejor de América y ahora intentar serlo del mundo?
R: Aquello fue algo terrible. Fue un golpe a todo el fútbol argentino. Si hablamos desde el lugar del hincha, con el idioma del aficionado, es una mancha muy difícil de asimilar, porque no creo que se repita en otro equipo así de grande. La Libertadores y la Sudamericana fueron un gran aliciente, un gran borrón y cuenta nueva para este River, y es cierto que un Mundial de Clubes sería una buena forma de reivindicar el nombre y de volver a poner al club en el nivel más alto.

P: Hablemos del Barça. Un equipo que gana con Luis Enrique pero que se discute ya si lo hace con la brillantez del Barcelona del pasado reciente. ¿Cómo lo ven desde la distancia en Argentina?
R: Para mí, la brillantez es una consecuencia del jugar bien. Nadie se propone ser brillante. No existe lo lindo o lo feo de antemano. El Barcelona causaba ese asombro por la forma de jugar, no porque se propusiera ser brillante. La belleza surge, no es una pretensión. Y yo creo que este Barça no juega igual que el anterior. Para mí, el de Guardiola dominaba más conceptos del juego. Jugaba mejor al fútbol. Y está claro que esto tiene una explicación: si vos elegís traer a un jugador como Suárez o a otro como Neymar y apostar por un equipo con menos cantera es porque no vas a jugar con ese guión original, de la misma forma. Porque no son jugadores que fueran educados para ello. Aunque son grandes cracks y, por supuesto, le dan su impronta: es un equipo más eléctrico, más explosivo y con un sello individual que antes quizá sólo estaba en Messi. Pero aquel otro Barça manejaba más recursos colectivos, me parece a mí. De juego, de situaciones tácticas, resolvía los partidos de una forma increíble... Y éste no. Aquí agarra Neymar, agarra Messi o agarra Suárez, con alguna reminiscencia en los laterales o en Busquets e Iniesta, pero no tiene la relación, la interacción entre los jugadores que tenía el otro Barcelona.

P: ¿Qué te transmite Luis Enrique?
R: Un tipo que le inyecta al equipo lo que él era: ese espíritu, esa garra, esa exigencia. Mantiene siempre al equipo fuerte, sin relajaciones, con ganas de competir, y cambiando cosas para que no se pierda ese enfoque. Eso me transmite desde fuera. Después, por supuesto, tiene ideas y un fútbol ofensivo. Le gusta jugar buscando los partidos, protagonizándolos (no puede ser de otra manera si eres entrenador del Barça), pero me da la sensación de que tiene esa sangre, esa fibra que le hace al jugador no bajar nunca su nivel de concentración.

P: ¿Todo es fácil con los tres de adelante?
R: Este Barça tiene a tres monstruos ahí. Tres jugadores absolutamente desequilibrantes. A la hora de jugar, encima, aunque la jerarquía suprema sea de Messi y los otros dos estén un poco subordinados a él, son futbolistas con personalidad propia. Y da la sensación de que se llevan bien entre ellos. En un fútbol en el que hay mucho egocentrismo y mucha vanidad, ellos se nota que se ríen, que ensamblan bien. Y eso les hace letales. Porque el gol les sale facil, le sale a cualquiera. Las genialidades son comunes. Los pases de Messi a Neymar, por ejemplo, a veces sin indefendibles, porque el rival está cerrando la gambeta de Messi y él decide compartir. Son argumentos suficientes para ganar cualquier competición.

P: ¿Messi en Argentina es héroe o es villano?
R: Todo el que esté por debajo de Maradona siempre va a ser villano. Sobre todo, si te llamas Messi. Porque para ser de verdad héroe y quedarte en los corazones tienes que ganar solo, hacer goles en las finales y ganar Campeonato del Mundo y Copa América. Es un parámetro un poco ilógico teniendo en cuenta que el fútbol es un deporte de conjunto, pero lo que hizo Maradona fue tan grande en un Mundial, ante tanta adversidad y en un equipo discreto, que el que no lo emula a él no es nada. Porque somos así: del todo o nada. Acá se ha instalado hace mucho tiempo esa cultura. Nos pasó con grandes deportistas que le hemos dado al mundo, como Sabatini, a los que nunca supimos valorar en su totalidad y siempre les pedimos que fueran el uno. Y Messi es un ejemplo más, sobre todo teniendo la sombra de Maradona cerca. A mí no me parece justo. Sobre todo porque Maradona creció en la pobreza, tenía un carácter, una infancia, una educacion, unos valores... Y Messi no. Messi es otro. Entonces, yo los sumo. Para mí no es uno u otro. Porque yo, que pisé el césped, y sé que el gol un campeonato depende de muchisimas cosas, que adjudicarle eso a un solo jugador me parece una estadfa.

P: Decía tu admirado Valdano que Messi es Maradona todos los días.
R: Pero no nos olvidemos que nosotros, y ahí ya me pongo el chip de jugador, teníamos entrenamientos semanales con la selección argentina. Ahora los jugadores vienen como paracaidistas, están acá y hay que formar un equipo y tiene que tener un estilo. Y todos sabemos que un equipo de fútbol no es tirar once jugadores dentro de la cancha y decirles: "Bueno, muchachos, jueguen un 4-3-3". El funcionamiento de un plantel es algo mucho más complejo. Sobre todo cuando quieres jugar de esa manera. Con otra, las consignas son más simples. Dejarle la pelota al rival y defender requiere mucho menos entrenamiernto que un fútbol más sofisticado. Tú vienes aquí y ves que tus compañeros son otros, y que te encuentras con ellos de vez en cuando. Entonces todo es para Messi, que cada vez tiene una deuda más grande, mucho más difícil. Y ojalá que se rompa el maleficio ese y pueda ganar el título, porque he estado con sus familiares y sufren mucho esa hostilidad.

P: Parece tan superficial el debate en torno a él que uno tiene la sensación de que si no entra aquel gol de Götze y sí, por ejemplo, el balón picado de Palacio, Messi hubiera pasado automáticamente a ser el mejor de la historia.
R: Así es. Ese es el punto. Se termina resumiendo en eso, lamentablemente. Toda la valoración que uno puede tener de un jugador. En el gol o no gol. No me quiero poner filosófico, pero ese chico tiene que convivir con eso: darle satisfacciones a los demás. Y cuando no se las da, él es el culpable. Como si él no existiera. El aficionado pone como prioridad el gusto que a él no le dieron.  El deseo que él no cumplió. No el deseo que Messi no cumplió por no haber ganado el Mundial. Están los roles un poco invertidos. Hay una creencia de que los jugadores no sufren. Y el hincha se ha adueñado del sufrimiento y del dolor ajeno. Y eso me parece demencial. Muy cínico. Creer que a mí, como hincha, él me defraudó. Messi no es argentino porque no me hizo ganar a mí. Adueñarse de eso me parece una canallada.

P: ¿Crees que Messi no es feliz jugando en Argentina?
R: Yo creo que sí es feliz. Siempre que haya una pelota, Messi es feliz. Lo que pasa es que cuando se enfrenta a este escenario, debe querer escapar. De la crueldad de la gente y del nivel de agresión que sufre cada vez que Argentina pierde. Pero yo creo que es feliz.

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