Mucha gente coincide en que Luis Aragonés es uno de los genios españoles más grandes e importantes del mundo del fútbol. Tanto como jugador, dejando su huella en varios equipos de la liga española y brillando, en concreto, en el Atlético de Madrid, como paladín en los banquillos. Bajo su tutela, por ejemplo, España se consagró como la mejor selección de Europa en 2008, título al que después se sumarían una Copa del Mundo y otra Eurocopa más, cerrando el ciclo más exitoso de cualquier selección del mundo.
Es por eso que todo el mundo sabe quién es o ha escuchado hablar alguna vez de Luis Aragonés. Por su categoría como deportista, por su forma estratégica de entender, analizar y transmitir el fútbol, por su arrollador carácter deportivo, por su impune liderazgo, por su ironía y su desparpajo casi inconsciente, por su sentido del humor, por su cercanía, su amor hacia la gente y su fidelidad a la afición colchonera y a los colores que le vieron crecer. Pero, sobre todo, por cambiar el rumbo y el futuro de la selección española de fútbol.
Hoy, 1 de febrero de 2024, se rinde homenaje diez años después del fallecimiento de una de las figuras más destacadas de la historia del fútbol español. De Luis Aragonés está casi todo dicho y es por eso, quizás, que su figura sigue estando tan presente en la actualidad. Muchos recuerdan los gritos que se lanzaban en el Calderón, que al unísono entonaban un ruidoso: "¡Luis!, ¡Luis!, ¡Luis!, ¡Luis!". Otros no olvidan el momento en el que fue ovacionado por los españoles en el centro del Ernst Happel de Viena tras vencer en la final a Alemania.
Eso es lo bonito del legado de una persona: que esos recuerdos logren emocionar y lleguen incluso a erizar la piel de aquellos que vivieron subjetivamente ese momento enmarcado en la historia.
Luis Aragonés: genio dentro y fuera del campo, como persona y como deportista
El 26 de noviembre de 1974, apenas 48 horas después de atarse las botas por última vez como futbolista del Atlético de Madrid en un partido contra el Sporting de Gijón (2-2), Luis Aragonés se convirtió en entrenador del equipo indio. Mucho tiempo antes, remontando la historia algo más de diez años, dejó constancia y huella en otros equipos españoles, como en el antiguo Getafe Deportivo (precursor del Getafe CF), el Recreativo de Huelva, el Hércules, el Real Oviedo o el Real Betis, la antesala de un vínculo a la par eterno y especial.
En el Atlético de Madrid, 'El Sabio de Hortaleza', apodo impuesto por su lugar de nacimiento: el desaparecido municipio madrileño de Hortaleza, cosechó tres Ligas Españolas (1966, 1970 y 1973) y dos Copas del Generalísimo (precedente de la Copa del Rey actual; 1965 y 1972). A todo ello, censado como jugador, le acompañaría después una ristra mayor de trofeos siendo técnico de diferentes clubes. Entre ellos, destacaría la Copa Intercontinental (1974/75) y el ascenso a Primera División en 2002, ambos cosechados con el equipo indio.
Si bien este último no es un trofeo como tal, quedó grabado a fuego en los corazones rojiblancos. Tras un año en el "infierno", el Luis Aragonés acudió al rescate de los suyos. Como entrenador del Mallorca por aquel entonces, y clasificado para jugar la siguiente Copa de Europa, el español renunció a ofertas internacionales para devolver al Atlético de Madrid a la categoría "que nunca tuvo que abandonar", como él mismo afirmaba en sus ruedas de prensa.
Por cosas como esas, Luis Aragonés se hizo un hueco entre la gente. Más aún cuando, seis años después, se proclamaría, junto con la selección española, campeón de Europa en Austria. El primer paso de los años más gloriosos del conjunto nacional: la base de lo que después se acabaría convirtiendo en una historia inigualable.
Detrás de ese hombre aparentemente serio y esquivo, se ocultaba un líder con una carisma imponente. Sincero, directo y cercano, sobre todo esto último. Luis Aragonés era un genio, un futbolista y un entrenador inigualable. Tanto, que la estrella que hoy en día luce España en su camiseta o los valores que enorgullecen a los colchoneros presumen a la vez del nombre de Luis Aragonés.
Por eso, diez años después de su fallecimiento, la gente, aficionados y el fútbol siguen entonando eso de "¡Luis!, ¡Luis!, ¡Luis!, ¡Luis!".
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