La eliminatoria de Copa nunca peligró para el Atlético de Madrid pese a los apuros finales en Ipurúa. Los de Simeone se acercan a una de las posibilidades certeras de ganar título en un año trascendental por el adiós del Vicente Calderón que podría albergar precisamente la final de la Copa del Rey. Seis semifinales del Atleti con Simeone (3 de Copa, 2 de Champions y 1 de Europa League) no son cualquier cosa y demuestra una tendencia inequívoca del crecimiento rojiblanco en el último quinquenio. Otra cuestión es el momento de dudas que atraviesa el equipo, unas incentivadas por los cambios del Cholo y otras por el mal momento que atraviesan varios futbolistas.
El caso del 9 es algo insólito y genera un agudo debate. Griezmann, que para eso es el crack del Atlético, ha asumido la responsabilidad del gol pese a su prolongada sequía con la que cerró el año pasado. El gol sigue siendo un déficit entre las filas rojiblancas aunque la suma de esparce entre Gameiro, Carrasco, Correa, Torres, Saúl.... El problema radica en el factor gol del delantero centro, una posición específica y sustancial que se solucionó año tras año pese a las ventas y compras. Después de los Agüero, Forlán, Falcao y Diego Costa se produjo una perturbación en la elección del 9 porque ninguno cuajó y los que llegaron generaron casi más problemas que soluciones casos de Mandzukic, Jackson Martínez y ahora Gameiro, sin olvidar a Torres que merece una mención aparte.
Lo del francés es un misterio sin resolver. Llegó al Atleti como quinta o sexta opción después de intentar en vano traer de vuelta a Diego Costa, volver a la carga con Cavani, pujar por Higuaín, Tévez y Aubameyang, sin olvidar a Icardi. Gil Marín ofreció por todos y cada uno de ellos pero no lo suficiente sabiendo además que había dos ventanas cerradas para fichar. Eso debió apremiar y redoblar el esfuerzo por una posición única y sobre la que insistió Simeone para poder acercar la lucha a Madrid y Barça. No hubo manera y el 9 elegido fue Gameiro después de su gran año en el Sevilla. Conviene recordar en este caso que el ariete galo estuvo en la agenda del Barça el pasado verano pero siempre como última opción, muy por detrás de los otros 9 que miraba en el mercado el equipo azulgrana decantándose finalmente por Alcacer.
Llegó Gameiro y el Cholo se lo dijo a la cara. Ya fuera como advertencia o no, la bienvenida del técnico a su 9 fue un reto. El francés ha tenido muchas oportunidades en esta primera mitad de la temporada, muchas más que Fernando Torres en el once inicial y con más minutos que el 'Niño' pues para algo llegó con el cartel de titular. Sin embargo, el delantero internacional galo no ha resuelto las dudas que le han acompañado desde que aterrizara. Eso sí, su peso en el mercado europeo se mantiene porque al Calderón han llegado ofertas (PSG y ManU) para hacerse con sus servicios. Y ello sin tener unos números que permitan tal aval. Un gol (Éibar) en sus últimos 11 partidos es más una losa que una credencial. Con Griezmann se entiende y mucho del valor de Gameiro radica en sus asistencia aunque él llegó al Atleti para marcar. Y no lo hace.
Diferente es el caso de Torres. Desde que llegó por petición expresa de Simeone su rol siempre ha sido secundario. Por detrás de Mandzukic, lo mismo que con Jackson y ahora con Gameiro. Luego, con el devenir de los acontecimientos y el rendimiento de su competencia, el Cholo decidió que el 'Niño' debía ser el titular. No lo hizo mal el primer año de su segunda etapa colchonera, pero mejoró sus guarismos la pasada temporada ante el fiasco del colombiano que vino de Oporto y acabó en China. Torres no es el que era ni mucho menos, pero la presión para él es del mismo nivel que la de los fichajes hechos a golpe de talonario. El gol se le niega como a Gameiro (un tanto, Guijuelo, en sus últimas 16 intervenciones) y las críticas se acumulan para un futbolista de la casa.
Simeone trata de resolver esta y otras cuestiones sin que su Atleti pierda competitividad, pero el gol es un lastre. Gameiro no convence y Torres no resuelve. Y, mientras, el Cholo no tuvo problema en aparecer fotografiado en redes sociales con su añorado Diego Costa en una de las asiduas visitas del hispano-brasileño a Madrid donde se olvida del hastío londinense. Aquel gesto fue un mensaje en toda regla a los dirigentes. Desde que se fue al Chelsea, no hay un 9 que alivie este problema. Y no es pequeño.
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