Estaba el madridismo masticando todavía el adiós, preguntándose por su conveniencia, olvidando sus faltas de respeto y recordando sus galopadas, poniendo sobre la mesa pros y contras, dudando entre la bolsa o la vida, cuando Di María se pegó un homenaje de los que cuesta olvidar. Una exhibición de forma y repertorio, tres asistencias y un gol, una gesta personal maquillada de paliza colectiva al vigente y reciente campeón del mundo. Alemania, 2; Argentina, 4. Y en Dusseldorf. Como por fastidiar, incitando al remordimiento.
Porque cada una de sus maniobras parecìa llevar dedicatoria, obligaba a mirar atrás. Del pase profundo con el exterior al Kun Agüero colgaba un letrero que ponía "ustedes se lo pierden"; después de la carrera, el freno y el globo rico hacia atrás para la volea de Lamela se podía leer igualmente "ustedes se lo pierden"; tras el golpe franco milimétrico a la cabeza de Fede Fernández se venía a la cabeza un "ustedes se lo pierden", y cuando la conducción larga y la pelota picada ante la salida del portero, el mensaje ya adquirió la forma de grito: "ustedes se lo han perdido". Cada una de sus acciones fue una puñalada en el ánimo del fútbol que le abrió la puerta de salida. Más que un partido fue una invitación al arrepentimiento. El Madrid se ha llenado los bolsillos, de eso no hay duda, pero también se ha quedado sin un futbolista muy capaz.
El partido del Fideo es de los que recomienda tomar bicarbonato para digerirlo. Enfrentado al Real Sociedad-Real Madrid del domingo, se vuelve casi una tortura. El Madrid ya no tiene a Di María. Lo disfrutará el Manchester United, donde al menos compartirá camerino con un compañero. O eso es lo que debería entenderse después de las veces que han vestido a Falcao de madridista, como si llevaran jugando juntos media vida. Pero no, Radamel, pese a la propaganda, nunca ha lucido ese escudo. Y Di María, el Fideo, pese a la plusvalía, por fútbol no debería haber dejado nunca de lucirlo. Por comportamiento, sí, una vez, pero Chamartín había decidido perdonarle. Y ahora esa gente necesita con urgencia una actuación completa y luminosa de su equipo para quitarse al jugador vendido de la cabeza. Porque la resaca del traspaso está resultando muy dura para la Rosa. Porque encima Di María parece que hasta se regodea.
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