No está Gabi, que posiblemente ha sido el futbolista de la temporada y además desde una demarcación que fascina al seleccionador, eso que llama "gente impagable que piensa en el equipo más que en ella misma". Pero tampoco había dado pistas anteriores Del Bosque de que fuera a incluir al corazón atlético en su más bien inmovilista criterio de componer convocatorias. Y tampoco figura Arbeloa, que posiblemente no paga su falta de fútbol (con esa misma se subió otras veces a las alineaciones, no me pregunten por qué) sino su distancia, por decirlo suavemente, con respecto a alguno de los pesos pesados de la selección. O quizás fuera el pisotón cobarde a Diego Costa por la espalda lo que le pasara factura, aunque a Busquets ni le ha salpicado su 'tontería' de usar a Pepe de alfombra. O su reciente lesión, vaya usted a saber.
Y no está Isco, que no puede culpar al seleccionador de su olvido, él sí que no. El futbolista malacitano paga su propia elección, ésa que tanto le costó tomar el pasado verano. Sin duda porque se temía que le podía pasar lo que finalmente le ha ocurrido. Venía de ser campeón de Europa sub 21, de asombrar al Málaga por Europa, de colgarse del cuello el 'Golden Boy 2012', de comerse el mundo. Y cuando el Madrid le tentó con sus millones, Isco se mostró reacio: “Es una decisión muy importante para mi futuro y no quiero equivocarme. Tengo dudas porque quiero jugar, sea donde sea, y eso es lo más importante para mí. No quiero lamentar después el no gozar de minutos". Pero al final cedió a la tentación, agarró los millones y se enfundó la camiseta blanca.
Tras un arranque cegador que amenazó con enterrar todas sus inquietudes, las preferencias del técnico y su inclinación al fichaje mayor dieron con Isco en el fondo del banquillo. Casi, casi hasta el final. Una pérdida de protagonismo que impidió que se le mirara. Así que se ha quedado fuera también de un Mundial para el que estaba llamado y predestinado. De hecho, el jugador estuvo incluido en la relación previa de La Roja antes de la última Eurocopa. Pero ahora ha desaparecido del mapa. El faro de una generación ha sido adelantado por la derecha. Escogió mal. Muy mal. Su carrera, pase lo que pase ya, tendrá un Mundial menos de los que le tocaban.
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