Convaleciente aún del Calderón, el Barcelona se dejó un nuevo trozo de Liga en Granada. El equipo de este siglo anda confundido, con sensaciones raras (según confesión de Iniesta), en decadencia, pero para su entrenador, que no se entera ni le importa, el diagnóstico es sencillo: pura "casualidad". Así que otra vez no sé de qué se quejan o de qué me hablan.
Tiene además Martino un punto faltón con el adversario como mecanismo de defensa. Contestaciones rebajando sus méritos. Quizás sinceras, porque lo mismo lo piensa, pero en el fondo innecesarias. Lo hizo el miércoles cuando minimizó el inolvidable ambiente del Calderón (hablando sólo de Glasgow, Manchester y Argentina, por cierto, no del Camp Nou: una forma de rebajó más) y lo volvió a hacer ahora al despreciar la nota defensiva de su modesto adversario: “El Barça tuvo muchas así que no comparto que el Granada haya defendido bien”.
Martino sabrá cómo quiere pasar sus últimos días como entrenador del Barça, la imagen que dejar. De momento, su equipo ya no depende de sí mismo para llevarse el título de Liga. Podría decirse que el panorama se aclara, pero por esa extraña maniobra que se conoció el viernes en realidad se complica. De pronto, el Valladolid-Real Madrid se aplaza para enredarlo todo. Con la excusa de la final de Copa, cuya fecha fijada la movieron a capricho los finalistas, ahora el calendario de Liga se vuelve un disparate. Las cosas del fútbol español.
Así que ahora, al Atlético de Simeone no le valdrá ni ir partido a partido para hacer cuentas. Tendrá que esperar a mayo para cuadrar los números. Lo único seguro es que esta jornada, pase lo que pase en Getafe, la cerrará en lo alto de la tabla. Sin bajarse del autobús. Y esta vez no es metáfora.
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