Doce años después y con una generación que promete dar muchas alegrías, España vuelve a ganar un gran torneo. Una cuarta Eurocopa que no solo sirve para encumbrar a nuestro país como referente del fútbol continental, sino que además convierte a nuestra Selección en la más laureada en este campeonato.
España no era favorita y nadie le daba una oportunidad ante las todopoderosas Alemania, Francia o Inglaterra. Pero el conjunto dirigido por Luis de la Fuente no solo supo revertir las apuestas, sino encandilar a todo el continente con un fútbol de posesión, sí, pero también con mucha verticalidad. Un equipo liderado en ataque por dos niños y organizado por el mejor pivote del mundo. Con esos mimbres, España se plantó en la final ante una Inglaterra que, repleta de estrellas, no ha sido capaz de acumular más de quince minutos consecutivos de buen juego, una flaqueza compensada por un enorme talento individual.
La Selección Española arrancó el partido con dominio y posesión ante una Inglaterra inferior en el juego, pero con ganas de aprovechar sus individualidades para perforar la portería de Unai Simón. Los veinte primeros minutos transcurrieron sin grandes ocasiones de gol, con dos equipos tanteando el terreno, probando las flaquezas del rival.
La única ocasión un poco clara la tuvo Nico Williams, que aprovechó la ausencia de Walker en la zaga para penetrar como un cuchillo por la banda izquierda. El jugador del Athletic fue uno de los grandes protagonistas de la primera mitad, ya que fue el futbolistas que más lo intentó.
La tónica se repitió durante toda la primera parte, con una España buscando con intención la portería de Pickford, aunque sin demasiada fortuna. Inglaterra, como hizo durante todo el torneo, decidió abonarse al juego gris y a las urgencias. Porque los de Southgate no aportaron nada durante gran parte del partido.
La segunda parte, con Zubimendi en lugar de Rodri por lesión, no pudo comenzar mejor. En la primera gran conexión entre Nico Williams y Lamine Yamal, llegó el gol. Gran recepción de la perla culé para asistir al futbolista del Athletic, que batió por bajo a Pickford. El gol pareció aturdir a los ingleses, ya que Dani Olmo contó con una gran ocasión a los pocos minutos, pero el futbolista no acertó con la portería inglesa.
El gol sirvió para romper los corsés y con el partido abierto, España siguió dominando, aunque ahora con peligro constante. Ante una Inglaterra desesperada, los Nico, Lamine y Olmo encontraron facilidad para combinar con un Morata que en la segunda mitad comenzó a encontrar espacios para acercarse a la portería de Pickford.
Inglaterra, que ha ofrecido su mejor versión cuando estaba bajo las cuerdas durante todo el torneo, no se encontró a sí misma pese a ir por debajo en el marcador. Al contrario: con el paso de los minutos se fue haciendo más pequeña ante una España envalentonada a la que solo le faltaba un gol para sentenciar la final.
La incapacidad de España para imponer distancias, unido al talento individual de Inglaterra, obtuvo un premio que se antojó excesivo. Saka penetró por la derecha, tocó al área a Bellingham y este asistió de cara a Palmer, que se sacó un gran golpeo desde fuera del área. El tanto aturdió a los jugadores españoles, aunque la mejor ocasión en los últimos quince minutos fue para Lamine Yamal: el futbolista no acertó a la hora de batir a Pickford tras una gran combinación de Olmo y Nico.
La insistencia española acabo torciendo el partido del lado español. Una buena combinación terminó con un balón en los pies de Cucurella, que asistió a Oyarzabal para meter el segundo y definitivo gol del partido. Pese al gol, hubo suspense final: Dani Olmo tuvo que sacar bajo palos un remate inglés que podría haber provocado la prórroga.
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