El balonmano español no sólo está representado en el Europeo de Polonia con los Hispanos. También puede presumir de la actuación de los dos árbitros elegidos para este campeonato, los canarios Óscar Raluy y Ángel Sabroso, quienes reconocen que "la presión de pitar en el evento de balonmano más importante de Europa es aún mayor si como en esta edición coincide con año olímpico". "No hay partido fácil", rematan.
Los canarios, que no arbitrarán ni las semifinales ni la final por ser España uno de los clasificados, admiten que este hecho es un buen síntoma no sólo para el conjunto que dirige Manolo Cadenas sino para todo el deporte. "Ojalá que España esté en la final y gane el Europeo, por supuesto. Sería estupendo para todos", asegura Sabroso.
"Ser designado para una final es un orgullo pero en cada designación influyen muchos factores y nuestra tarea va más allá de pitar finales", continúa el árbitro, al tiempo que señala que ellos ya han tenido la suerte de arbitrar finales masculinas tanto de Mundiales, como de Europeos y Panamericanos "y hace tiempo que aprendimos que la satisfacción por un buen trabajo hecho se consigue más allá de si pitas finales o no".
Sabroso y Raluy, que forman pareja arbitral desde 1992 y cuyo debut fuera de España se produjo diez años más tarde, ya han pitado tres encuentros en lo que va de Europeo y que este viernes arbitrarán el Francia-Dinamarca. "Ninguno de ellos sencillo", recalca Sabroso. "El primero en un campeonato es especial, porque todos necesitamos empezar, igual que los equipos, y quitarnos esa presión de la espera de encima. Es importante que la línea en un torneo de casi tres semanas sea ascendente, que vayas de menos a más, pensando siempre en el siguiente partido, aprendiendo del último y de cada día de trabajo aquí", completa.
"Hace tiempo que aprendimos que la satisfacción por un buen trabajo se consigue más allá de si pitas finales o no", asegura Sabroso
Aunque asegura que ha disfrutado en los tres, el último fue el más especial. Se enfrentaban el anfritrión, Polonia, y Noruega, flamante semifinalista junto con Alemania, Croacia y España. "Supongo que por el ambiente y la dificultad, y eso es bueno, porque lo que deseas es que llgue el siguiente para volver a hacer tu trabajo, cada día mejor, si puede ser", explica destacando el "maravilloso ambiente en el Tauron Krakov Arena".
"Como enamorados del balonmano, siempre deseamos ver ambientes así y al igual que los jugadores desean jugar bajo esa atmósfera, los árbitros también. Pero la realidad una vez comenzado el partido es que tienes un trabajo que hacer que consiste en llevar el partido a buen término, que se cumplan las normas y que gane el mejor equipo, así que a partir del pitido inicial, a olvidarse por completo del ambiente", remata al respecto.
Dice que su caso no es habitual. Que no fue jugador y después optó por el arbitraje sino que empezó a pitar con 12 años por influencia de su padre: "Mi primer año como árbitro fue en 1990 y desde entoces hasta ahora, creciendo, madurando, equivocándome y aprendiendo y, tambien, cumpliendo sueños".
A Sabroso, que en lugar de manías habla de rutinas -"la siesta antes de los partidos, la ducha previa a salir al pabellón ya visualizando posibles acciones, el obligado café de una hora y cuarto antes del partido, usar la misma moneda desde hace más de 15 años... Ninguna cosa especial"- no le preocupa ser blanco de las críticas. "Se lleva con la naturalidad de saber que es consustancial al arbitraje", asegura. "En general, la crítica y la competencia son factores obligados para mejorar. Lo importante es tener una actitud adecuada para recibirla y aprender de ella", concluye.
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