Gianni Infantino, presidente de la FIFA, visitó Estrasburgo hace unos días para hablar ante el Consejo de Europa. Tras su paso por allí, el organismo europeo aprobó una resolución llamada "Gobernanza del fútbol: negocios y valores". Ahí es nada. Entre otras cosas, sus hacedores incluían en el documento la recomendación de que el país que organice el Mundial pueda ser sancionado si incumple requisitos como la igualdad de género o el respeto a los derechos humanos. Y claro, este mismo año la Copa del Mundo se celebra en Catar. Ergo todo lo anterior es, simple y llanamente, una broma de mal gusto. Pero ojo, es solo la primera de esta historia.
Precisamente de Catar habló Infantino, que negó los informes que hablan de seis mil muertos en la construcción de los estadios para el torneo. "Han sido tres y son demasiados". Además, el jefe de la FIFA defendió en Estrasburgo cosas como que su brillante idea del Mundial cada dos años serviría para que "todo el mundo tenga oportunidades y dignidad, y no beneficencia" y, en concreto, para que las personas nacidas en África encuentren "la esperanza de que no tengan que cruzar el Mediterráneo para poder tener quizás una vida mejor”. Huelga decir que estamos ante la segunda broma, claro.
La UEFA que dirige Aleksander Ceferin, enfrentada a la FIFA hasta por el color del cielo, aplaudió rauda este documento porque a su entender suponía "decir no a las superligas egoístas y no a las propuestas extravagantes de la Copa del Mundo". Asimismo, Ceferin y cía celebraron que la resolución "subraya el compromiso universal de las autoridades públicas europeas de seguir protegiendo y reforzando el modelo solidario y basado en valores del fútbol europeo". Sí, como lo leen: "modelo solidario y basado en valores del fútbol europeo". ¿Eso existe en el paraíso de los jeques y los magnates del balompié? Tercera broma de mal gusto.
¿Solidaridad entre las ligas europeas? ¿Acaso la Premier multimillonaria va a contribuir al crecimiento de la liga moldava?
El comunicado de la UEFA alabando al Consejo de Europa no tiene desperdicio. Porque también celebraba que el documento comunitario recogiera "una serie de cuestiones prioritarias, como la buena gobernanza y la contribución de las ligas nacionales a los mecanismos de solidaridad paneuropeos, los derechos humanos, la igualdad de género, la protección de los menores y las reformas del mercado de fichajes". ¿Solidaridad entre las ligas europeas? ¿Acaso la Premier multimillonaria va a contribuir al crecimiento de la liga moldava? Incluso te tienes que reír con esta cuarta broma.
Basta ya de bromas. Porque la cosa no es de risa, ni mucho menos. La verdad, nos guste o no, es que el fútbol mundial, ese antiguo deporte convertido en negocio para tiburones, está en manos de personajes como los citados Infantino y Ceferin. Personajes desconocidos para el gran público pero que atesoran un enorme poder. Nadie sabe nada o casi nada de ellos. Pero sus hechos hacen que, como en el aserto bíblico, los podamos conocer. Y lo que hacen o dicen es para echarse a temblar.
Que estos sujetos, acomodados en las sedes suizas de sus organismos, manejen los hilos sobre el presente y el futuro del fútbol no parece lo más recomendable y, de hecho, evidencia el destino que nos espera
Que estos sujetos, acomodados en las sedes suizas de sus organismos, manejen los hilos sobre el presente y el futuro del fútbol no parece lo más recomendable y, de hecho, evidencia el destino que nos espera. Pero claro, esto no le importa a nadie ni ocupará nunca las primeras páginas. Aquí la noticia es que España y Portugal tienen muchas opciones de organizar el Mundial de 2030. Que gire el balón y siga el delirio. Nada ocurrirá mientras no falten los partidos ni la pasta para todos los mangantes de este negocio.
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