Se suele decir que la crueldad del tiempo no conoce fronteras. Pasa por encima de todo y de todos, incluida la NBA. La mejor liga de baloncesto del mundo vive en una constante y vertiginosa evolución donde el proceso de adaptación es vital para asegurar la supervivencia. Un ecosistema deportivo muy complejo, con un deporte cambiante donde los jugadores mejor valorados pueden volverse añejos en solo un pestañear.
La NBA no deja de ser un spin-off de El origen de las especies de Charles Darwin. Muy glamuroso, eso sí. O al menos hasta donde nos alcanza la vista, que no es ni más ni menos que lo que nos dejan ver. Inmersos en una transformación continua de los libretos, los jugadores españoles se han visto abocados a la extinción. O quizá a una situación más común para el producto nacional, que siempre vivió en la cuerda floja hasta la explosión de la última década, cuando la NBA empezó a hablar castellano.
La próxima madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre se cumplirán 37 años del debut de Fernando Martín en la NBA, pionero absoluto de nuestro baloncesto. Aquella memorable noche, Martín jugó sus primeros minutos en el Memorial Coliseum de Portland, defendiendo la zamarra de los Blazers ante los desaparecidos Seattle SuperSonics. Su presencia fue residual aquella temporada 1986/1987, pero supuso el primer desembarco de un sueño que más tarde se haría realidad.
Un total de 18 españoles han jugado en la NBA en algún momento de sus vidas. Dejamos fuera de la ecuación a Johhny Rogers por razones obvias y a Lorenzo Brown, pues cuando militó en la liga estaba lejos de terminar siendo nacionalizado de forma exprés para el Eurobasket de 2022.
Sin embargo, no fue hasta la llegada de Pau Gasol como número 3 de aquel inolvidable Draft de 2001 cuando la NBA conoció el talento nacional de verdad. Dos anillos de campeón (2009 y 2010), rookie del año (2001) y seis veces all-star, el mayor de los Gasol es, sin lugar a dudas, el mejor baloncestista de nuestra historia y el que mejor rendimiento ha tenido en la jungla de cristal.
Tras él, el goteo de talento fue constante. Perfiles como Raül López, José Manuel Calderón, Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Jorge Garbajosa o Juan Carlos Navarro llegaron al Valhalla del baloncesto con suerte dispar. A excepción de López, maravilloso prestidigitador cuyo sino estuvo marcado por aquella lesión de rodilla, la mayoría de los que terminaron haciéndose un hueco en la NBA aterrizaron a consecuencia del oro mundialista de 2006, cuando España arrasó a Grecia en la final de nuestras vidas en el Saitama Arena.
Un éxito inesperado que dio alas a una generación mayúscula, un decálogo del gran trabajo que llevaba años haciéndose en nuestro país. La continuación, casi siete años después, de los Júniors de Oro que tumbaron a USA en el Mundial Sub-19 celebrado en Lisboa. Aquel encuentro fue el epicentro de un temblor que tuvo su primera réplica con el mate de Gasol ante Kevin Garnett, entonces estrella emergente de los Timberwolves.
Cuando la NBA habló español
La primera conquista de la América profunda se debió a esa búsqueda incesante por parte de las franquicias de tener bases organizadores con un porcentaje de lanzamiento exterior muy aseado, véase el caso de Calderón, López y Chacho. También interesaron, y mucho, perfiles tipo Garbajosa, interiores con buena mano que defendiesen varias posiciones sin problema.
Con más o menos gloria, en 2008 empezó la segunda venida, comandada por Marc Gasol, el otro gran triunfador histórico de nuestro baloncesto con un anillo de campeón (2019), mejor defensor del año (2013) y tres presencias en el partido de las estrellas. Ambos hermanos convivieron en sus mejores momentos profesionales, lo que dio a España la posibilidad de tocar el cielo en el All-Star de 2015, cuando ambos hermanos protagonizaron un salto para la historia.
Otros tipos como Rudy y Víctor Claver, más transversales, vivieron con poco éxito su aventura en la NBA. Pese a todo, el jugador español gustaba y mucho en la liga, hasta el punto de llegar a un estado de histeria colectiva con la elección de Ricky Rubio en 2011. Llamado a ser uno de los emblemas de la NBA, el de El Masnou lleva doce años en la máxima competición con épocas de luces (primeros años en Minnesota y Utah) y sombras (lesiones graves y poco acierto desde el triple).
Como en todo, el exceso de entusiasmo con el talento español derivó en una sobreexplotación del producto, y acabó dando con hasta 10 jugadores españoles juntos en la NBA en la temporada 2016/2017, récord histórico del país. Al no haber más talentos generacionales como los Gasol o Rubio, a la NBA llegaron perfiles más bajos como los hermanos Willy y Juancho Hernangómez, Álex Abrines o el siempre querido pero nunca resolutivo Nikola Mirotic. Mención especial para Serge Ibaka, nacionalizado desde 2011 y campeón de la NBA con Toronto en 2019, junto a Marc Gasol.
Todo lo que sube, tiene que bajar. Como un buen soufflé. Los Gasol se retiraron, al igual que Calderón. Sergio Rodríguez nunca encontró su sitio, ni en la primera ni en la segunda etapa. Ricky Rubio despegó a pinceladas pero nunca para ser cabeza de ningún equipo. Ibaka está en Múnich ganándose la vida, del mismo modo que Claver apura sus últimos coletazos en la Valencia que le vio nacer deportivamente. Los Hernangómez se quedaron a medias, al igual que Abrines (aunque este con un asterisco por sus problemas de salud mental).
De cara a la recién iniciada temporada 2023/2024, el panorama de los españoles es tristemente desolador. Solo tres compatriotas se encuentran peleando por minutos en la NBA. El mencionado Ricky Rubio, cuyo futuro parece tan incierto como la salud de sus rodillas, Santi Aldama y Usman Garuba, ambos recibidos en 2021 en Grizzlies y Rockets, respectivamente. Garuba, que coqueteó con su vuelta al Real Madrid este verano, contará con una oportunidad de oro en Golden State Warriors.
El crepúsculo de los españoles en la NBA tiene que servir para ensalzar, más si cabe, los gloriosos e irrepetibles años que hemos vivido, donde España ha sido una pieza clave en el complejo proceso de entrada de talento extranjero en una liga históricamente intolerante con las formas de jugador de otros mundos. Ahora, que en la NBA reinan serbios, griegos y eslovenos, hay que tener presente que la europeización la inició un muchacho de Barcelona llamado Gasol, Pau Gasol. Honor a los que nos hicieron grandes.
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