El deporte de élite es un ecosistema complejo de entender, incluso para los atletas que lo habitan. Flor Teves es el perfecto ejemplo de ello. Cincelada desde su más tierna infancia en los arduos caminos del hockey hierba, la niña prodigio fue ascendiendo de categoría en la escala de promesas hasta llegar a ser una realidad imparable.
Talentosa, trabajadora y con una familia inexpugnable a su alrededor que la hacía crecer, el caso de Flor Teves es uno de tantos en las entrañas del deporte patrio. Es bien sabido, especialmente por el vulgo, que en España, por desgracia, no todas las disciplinas importan por igual. Aunque bueno, puestos a repartir estacazos, el primero debería recaer en la prensa, que al fin y al cabo es quién decide qué es trascendente y qué no.
Ahogados por el tsunami informativo y social que supone el fútbol, solo el baloncesto (y años atrás el balonmano) consigue, de vez en cuando, arrancar cuota de pantalla al mal llamado deporte rey.
Sin embargo, cada cuatro años, el deporte vive su mes más bonito en los Juegos Olímpicos. Apenas 20 días que recogen la atención de todo el globo terráqueo, una cita donde el resto de deportes consiguen enterrar por un momento sus miserias internas y salen a la luz para brillar como nunca.
El hockey hierba es uno de ellos. Este ciclo olímpico ha sido muy duro para el equipo nacional femenino. Un cambio de entrenador tras lustros bajo la misma batuta ha supuesto una marejada tremenda a las puertas de un hito trascendental para la supervivencia de la Federación como son los JJ. OO. de París.
Un lugar, París, en el que estarán tras un Preolímpico durísimo disputado en Valencia el pasado mes de enero. Se logró tras una semifinal pírrica ante Irlanda, donde Clara Pérez se vistió de heroína tras detener tres lanzamientos en la agónica tanda final de shoot-outs.
Una celebración que dejó una imagen por encima del resto. La de Flor Teves, vestida de calle, visiblemente emocionada, enroscada en un abrazo eterno con Coti Teves, su hermana melliza y también jugadora de la selección femenina de hockey hierba. Pero, ¿por qué no jugó Flor aquel Preolímpico tan vital? Para responder a esa pregunta hay que remontarse diez meses en el tiempo, o quizá toda una vida, porque la historia de Flor Teves y el hockey empezó como todas las llamadas divinas, sin pretenderlo.
Flor Teves, una vida ligada al hockey
Los vínculos que establecemos en esta vida nos acompañan en las venideras, como un hilo invisible que cruza el tiempo y el espacio. Ese nexo de unión ungió a Flor y Coti Teves, dos hermanas mellizas que desde pequeña entregaron su alma al hockey hierba. Empujadas por el entusiasmo de Coti con el hockey, ambas entraron a formar parte de las categorías inferiores del Club de Hockey de Pozuelo de Alarcón a los seis años.
Allí fueron cinceladas de la mejor forma posible, siendo educadas en valores básicos del deporte. Tras años de crecimiento imparable, las dos jóvenes promesas tuvieron que tomar una difícil decisión, la de emigrar a Bélgica, donde el KHC Dragons de Amberes contrató su talento por varias temporadas.
Para Flor el hockey siempre fue su salvación, aunque ella no quisiera verlo con esos ojos. Solemos pensar que nosotros elegimos la profesión a la que entregamos nuestros mejores años, pero muchas veces suele ser al revés.
Nacida para el hockey y apartada de su familia, a excepción de Coti, Flor se refugió en el deporte mientras avivaba la llama del hogar a cada instante que podía. Aunque desde fuera nos parezca que el deporte de élite es una bendición, no deja de conllevar sacrificios enormes. Solo tenemos un paso por la Tierra, por más creyentes o no que podamos llegar a ser, y renunciar a ciertas cosas puede terminar pesando en la edad adulta.
Vestida de añoranza, Flor y su hermana aceptaron una oferta del Real Club Polo de Barcelona para volver a España, ahora convertidas en estrellas emergentes del hockey español. Campeonas de la Copa de la Reina en 2023, el camino al estrellato de Flor parecía incontestable.
Su rol en la selección y en el Polo iba creciendo sin mesura, hasta ser uno de los nombres propios del deporte nacional de cara a los JJ. OO. de París. Éxitos como las semifinales del Mundial Sub-21 de Chile o el crecimiento experimentado en Amberes desterraron a Teves del cajón de promesas al muestrario de realidades.
Sin embargo, hace 10 meses, su mundo se vino abajo. Una terrible lesión de ligamento cruzado anterior y menisco cercenó de repente su carrera, metiéndose de lleno en un proceso de recuperación que nadie sabía cómo podría terminar.
Charlando con ella en una cafetería del Ensanche de Vallecas, uno observa que las cicatrices de Flor no están solo en su rodilla. El deporte profesional le ha privado de muchas cosas, entre ella la compañía de personas que creía fieles y cercanas, las cuales ahora no son más que cenizas. Un post viejo de Instagram perdido en el tiempo. Las ilusiones también caducan.
Por suerte, Flor ha tenido mucha ayuda en su recuperación, cosa que no pueden decir decenas y decenas de personas que practican deportes minoritarios y cuyos clubes no tienen los servicios médicos del Polo, a los cuales Teves elogia constantemente.
La lesión le hizo volver a Madrid, dejando en Barcelona a su hermana Coti, pero regresando a los brazos de su madre Alejandra, eterno apoyo de las dos en los años de distancia. Semanas de dolor, sufrimiento y muchas lágrimas culminaron en un ejercicio autoimpuesto de estoicismo, llevando su cuerpo y su mente a unos límites que hasta ella desconocía.
Todo en esta vida llega, y su alta médica lo hizo la semana pasada, diez meses exactos desde aquel infausto día. Si bien no pudo volver para la Copa de la Reina, rememorando sus mejores días como jugadora de hockey profesional, se abre una puerta gigante a la esperanza de verla en los Juegos Olímpicos de París 2024. Se unirían a la privilegiada lista de hermanos que han acudido a una cita de esta envergadura.
El ejemplo lo tienen en casa con los Amat Fontanals y los Oliva, pioneros de este deporte. También los Entrerríos en balonmano, los Gasol en baloncesto, los López Zubero en natación, los Doreste en vela o los Vía-Dufresne en regata. Una nueva y brillante página del olimpismo español, una que viene tras años de sufrimiento, lejanía y sueños compartidos. Flor Teves, la samurái de Boadilla del Monte.
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