Nueva edición de la comida de Navidad con la que Florentino Pérez agasaja a la prensa anualmente. En este caso no a toda, porque el presidente ha vetado la presencia de varios medios en los actos del club, entre ellos Vozpópuli, quizás por la incómoda veracidad de algunas informaciones que afectan de las desventuras empresariales del dirigente tanto en ACS como en el Real Madrid. La excusa oficial sigue siendo "falta de espacio", y hoy, sin que sirva de precedente, hay que darle razón el club porque la prensa acudió en marabunta al agape madridista.
Pérez contó con el respaldo del secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, cuya asistencia al acto de un club particular es difícilmente justificable. Pero fue más grave aún que Florentino, saltándose el protocolo más esencial, no le ofreciera la palabra a Cardenal, quien se limitó al rol de guardaespaldas, decir florero sería poco elegante, tras él. La posición de Cardenal en el palco, junto a la bandera del Real Madrid, conformaba una imagen tan incómoda para la primera autoridad del deporte español como jugosa para sus detractores. Finalizado el discurso, Florentino abandonó el atril dejando plantado a Cardenal, quien se limitó a hacer mutis por el foro. Faltó excelencia y señorío en esta ocasión.
Florentino, saltándose el protocolo más esencial, no le ofreció la palabra a Miguel Cardenal, quien se limitó al rol de guardaespaldas, decir florero sería poco elegante.
En su intervención, el presidente, siempre "desde la humildad", comenzó agasajando al llamado cuarto poder: "Agradecer el trabajo que realizáis cada día para llevar la mejor información a los socios. Creemos en la autoexigencia y nos gusta la información veraz y responsable con crítica constructiva que nos ayuda a ser mejor. Gracias por el trabajo que realizáis. Mi compromiso es el de mantener la mejor relación posible con los medios y así intentaremos seguir, porque nos dáis la posibilidad de acercarnos a millones de seguidores y podemos transmitir valores a través del respeto".
Florentino repasó el 2014, "un año que nunca olvidará el madridismo, sobre todo por el adiós de Di Stéfano. La leyenda se agigantó para siempre y lo hizo para quedarse en el corazón del madridismo. Nos dejó en el camino para que sigamos cumpliendo sueños". También tuvo palabras sobre "la Décima, el ejemplo de que el Madrid no se rinde jamás y curiosamente fue el último partido en vida que vio nuestro Presidente de Honor. El año ha sido muy bueno, espectacular: con la Copa y la Décima. Disfrutamos con el Balón de Oro de Cristiano Ronaldo y también con el equipo de baloncesto, que ganó la Copa y nos quedamos a las puertas de la Euroliga. Vamos a intentar ganarla este año, que la final se celebra en Madrid".
En los tres años de estancia de Mourinho, Pérez repitió en su discurso, con una complacencia casi sumisa, que el Real Madrid tenía "al mejor entrenador del mundo". A Ancelotti no lo ha nombrado en los dos años
De quien no habló fue de Ancelotti. Casualmente, en los tres años de estancia de Mourinho, Pérez repitió en su discurso, con una complacencia casi sumisa, un mensaje: "El Real Madrid tiene al mejor entrenador del mundo". Pero Ancelotti no es el mejor entrenador del mundo, no al menos para Florentino, y por eso no le nombró, por segundo año consecutivo, en el discurso presidencial ante los chicos de la prensa.
"El compromiso de la tolerancia cero con los violentos", cerraba el primer acto de una cita que se retrasó el día antes de las 14:30 a las 15:00, horario en cualquier caso más afín al 'prime time' televisivo. Los periodistas recibieron el tradicional regalo del club desde que Pérez retomó el sillón presidencial, un libro firmado por Enrique Ortego, en este caso sobre la Décima. El directivo de ACS instauró el austericidio tras la era Calderón, en el que la prensa recibió bicicletas y cámaras como agasajo. No se dejó ver José Ángel Sánchez, que andaba tratando de cerrar el fichaje del brasileño Lucas Silva, Un completo buffett con embutidos, entremeses calientes, pasta, carne, brochetas de fruta y postres variados, regado todo con vino blanco o tinto, dio por cerrada otra comida navideña de la prensa de la era de Florentino, en la que no estuvieron todos los que son, pero eran todos los que estuvieron.
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