Vista con perspectiva, la portuguesización del Real Madrid ya no parece tan cara. Sí, fueron 30 millones de euros por Pepe, 94 por Cristiano (que evidentemente es un caso aparte), 10 por Mourinho y otros 30 por ese Fabio Coentrao que hoy admite tener miedo al Bernabéu y pide irse. Pero el viaje hacia lo español que está emprendiendo ahora Florentino le está saliendo igualmente por un pico. 30 millones por Isco, casi siete por recuperar a Carvajal y casi 39 por Illarramendi demuestran que da igual la procedencia. Lo que importa es el destino. Y el Madrid, que se lo puede permitir porque como el Barça juega en otra Liga y con otras reglas, paga caro, muy caro. Ni regatea. Será por dinero…
Lo único innegociable con Florentino no es un precio sino un acuerdo. No está dispuesto a pasar por la cantinela de que se lleva los jugadores a la fuerza. Concede o fomenta que los futbolistas se declaren en rebeldía para ayudar a la negociación, se deja hacer el agosto, pero no cierra una contratación sin un apretón de manos previo con la entidad de origen. Lo avisa y lo airea. No va a tragar más con quedar como el malo de la película. Ocurrió también con Illarramendi, pese a que desde Anoeta se intentó camuflar la realidad. Aunque la afirmación pasara de largo, Florentino fue inequívoco durante el acto de presentación del recién llegado: “Aprovecho la ocasión para agradecer a nuestro club amigo, la Real Sociedad, y a su presidente en particular su disposición para que este momento sea una realidad”.
La frase, aunque lanzada quizás con buena intención, resultó en el fondo un puñal contra el agasajado. Más que una fórmula de cortesía fue una aclaración. Una de esas verdades que digieren mal algunas aficiones. Gil Marín, por ejemplo, no sobreviviría en el Calderón a una declaración de Florentino de ese calibre. Y lo sabe. Por eso se cierra en banda una y otra vez cuando el club blanco juega a seducir a alguna de sus joyas. Ni cláusulas ficticias ni escenificaciones ni paripés. No negocia con el Madrid. Si quiere llevarse algo del Manzanares debe ser a traición, al precio y los impuestos que marca la ley para la rupturas unilaterales y recibiendo un gesto torcido de arrieros somos. Y por eso, Pérez finalmente siempre se retira de allí.
Porque una cosa es fijar el precio de traspaso por el valor de la cláusula de rescisión y otra ejecutar dicha cláusula. Y el Madrid sólo afloja la billetera de mutuo acuerdo con la parte vendedora. La culpa no es de quien ficha, sino de quien vende y de quien se va. En suma, que sólo le entrega jugadores al Madrid quien quiere, quien colabora con buena disposición a que los traspasos sean una realidad. Por ejemplo, la Real Sociedad.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación