Es la pregunta, no del millón, sino de los 191 millones, la cantidad que el pasado verano se gastó Florentino Pérez en fichajes. Bueno, él no se gastó nada. Fue el Real Madrid quien, como a él le gusta decir, invirtió esa millonada para, de momento, levantar la Copa del Rey y quedar tercero en la la Liga de dos, lo que no deja de tener su mérito, irónicamente hablando.
El enfado de Florentino con sus jugadores en Vigo por, según él, estar más pendientes de conseguir más entradas para la final de la Champions que de intentar ganar la Liga, sería un simple sofocón comparado con lo que le supondría no ganar la cacareada décima Copa de Europa en Lisboa. Y aún más perdiéndola ante el Atlético, el auténtico rival de Pérez desde que era pequeño, aunque como presidente siempre haya mirado a los colchoneros por encima del hombro.
Un año más, la inversión -gasto al fin y al cabo- fue multimillonaria. Florentino hizo caso a la petición de soslayo que se le hizo desde el Gobierno de que fichara producto nacional. Se dejó casi 70 millones en Isco e Illarramendi. Sin embargo, no pudo resistir la tentación de pagar entre 90 y 100 por el galés del Tottenhem Gareth Bale.
Bastó con ver su cara cuando el equipo de baloncesto volvió a perder la final de la Euroliga, para imaginar cómo se le puede quedar esta noche en estadio Da Luz. El domingo pasado fue ante el Maccabi en Milán, flanqueado por Ignacio González y Ana Botella, presidente de la CAM y alcaldesa de Madrid, respectivamente. En Lisboa estarán hasta los Reyes.
Desde la capital portuguesa llegaron noticias ayer que el presidente del Madrid prometió una entrada para la final a una aficionada que estaba llorando a las puertas del hotel del equipo blanco. Florentino se bajó del coche y le pidió su número de teléfono para contactarla más tarde y hacerle llegar la preciada entrada. Como era de esperar, el gesto de Pérez fue recogido por las cámaras...
Que la décima viniera Madrid, pero no al Bernabéu sino al Calderón no lo podría imaginar Florentino ni en la peor de sus pesadillas. De ahí la presión que tiene el equipo blanco en Lisboa. Todo lo contrario que el Atlético, quien después de ganar su décima Liga puede levantar su primera Copa de Europa, la décima del Madrid.
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