El culebrón amenaza con amenizar toda la pretemporada y buena parte del Mundial de Fórmula 1, siempre en función de cómo discurra el mismo. Menos mal que Fernando Alonso salió de Ferrari de forma "amistosa" que si no...
Apenas se contabiliza una semana de actividad real en los equipos de la parrilla y el piloto español y su antigua Scuderia se cruzan a diario mensajitos con notable carga irónica o, directamente, con muy mala leche.
El penúltimo recado, sin ir más lejos, proviene del nuevo director deportivo italiano, Maurizio Arrivabene. El jefe de Ferrari realizó un breve resumen de lo que, en su opinión, han sido los primeros entrenamientos celebrados en Jerez del 1 al 4 de febrero: “Si se compara con el año pasado, estos test nos generan señales esperanzadoras. El equipo ha trabajado bien y nuestros pilotos han hecho un gran trabajo proporcionando a los ingenieros valiosos datos".
Hasta ahí la declaración aséptica y de carril en la que Maurizio comenta cuatro días en los que es verdad que el motor Ferrari exhibió una mejoría incuestionable. ¿Suficiente para aspirar a ganar? Esa es la cuestión clave que no se resolverá hasta la primera carrera, el GP de Australia del 15 de marzo.
Después llegó el aguijonazo en forma de mensaje: "Sobre todo estoy orgulloso porque hemos recuperado la motivación y redescubierto el espíritu de equipo". ¿Es que antes, cuando Fernando Alonso vestía de rojo, no existía ese espíritu de equipo?
Tras el desafío verbal, el director volvió al discurso de manual: "En referencia a nuestros rivales, no creo que ninguno en concreto haya mostrado su verdadero potencial y creo que sólo podremos descubrir la verdad sobre ellos y sobre nosotros en los test de Barcelona”.
En Montmeló seguirá la guerra dialéctica. O, mejor dicho, antes. En las próximas horas. Eso también es Fórmula 1.
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